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Opus Magnum I: Aventuras místicas de humor: Opus Magnum, #1
Opus Magnum I: Aventuras místicas de humor: Opus Magnum, #1
Opus Magnum I: Aventuras místicas de humor: Opus Magnum, #1
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Opus Magnum I: Aventuras místicas de humor: Opus Magnum, #1

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About this ebook

Imagínate que Pinocho y Jesús son la misma y única persona.

 

Imagínate que todo lo que crees saber sobre Shakespeare está equivocado.

 

¿Vale la pena ser ciego y rico?

 

¿Está el mundo dirigido por un culto satánico adorador del Santo Ratón?

 

¿Cuál es el vínculo secreto entre los hermanos Grimm y el nazismo?

 

Este libro cambiará tu vida ... siempre que lo leas. ¿Por qué? Te mostrará cómo el humor puede adoptar las formas más extrañas jamás concebidas, mientras que en el proceso ayudará a tu mente a observar el mundo de la manera más original. Entretejido con perlas de sabiduría mística-esotérica-alquímica, este libro es un homenaje a la mente que ama lo "meta" o la metaficción, creando mundos dentro de mundos con un hilo común: el humor y una actitud irreverente para con el enfoque pedante y sobreintelectualizado de la vida y el universo.

 

Como alguien nunca dijo: esto es como Borges luego de tomar ayahuasca. O Rumi luego de tomar nada.

 

Un tour de force a través del realismo mágico delirante que solo una mente naturalmente perturbada puede crear. Y una lectura que les encantará a aquellos que están buscando expandir sus cerebros y espíritus.

 

Un licuado hecho con lo mejor (y peor) de: Gurdjieff, Borges, Shakespeare, Brothers Grimm, Wilde, Shaw, Monty Python, Community, David Foster Wallace, Rumi, Hafiz, Sedaris, Chappelle, Lynch, Ouspensky, Bennett, Frost, Cortázar, y muchísimos más.

LanguageEnglish
PublisherAbu Kasem
Release dateJun 9, 2020
ISBN9781911387060
Opus Magnum I: Aventuras místicas de humor: Opus Magnum, #1

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    Opus Magnum I - Abu Kasem

    1

    Hombre y vida

    No soy un hombre... aún. Estoy intentando convertirme en uno, y también intentando convertirme en Uno. Veo a esta tarea como la única digna de hacerse.

    El resto es... nada.

    (Silencio)

    Hombre, yo... todos términos singulares que vanamente intentan definir una vastísima complejidad que supera lo imaginado; mas porque al hombre se lo llame hombre (o ser al humano) no implica que sea o que ya se haya convertido en uno… o en Uno.

    ¿Quién soy? ¿A dónde estoy yendo? ¿Qué estoy haciendo? (Además de escribir y releer estas líneas, por supuesto.)

    Si la humanidad tiene un propósito, este debería ser una evolución constante y consciente; mas dicha tarea no puede hacerse en aislamiento.

    Busca aquello que ha de ser encontrado; aquello que existe para ser encontrado.

    2

    Similitudes

    Me complacería ampliamente compartir algunas notables observaciones hechas por John Peter Harrock XVI, quien no solamente era famoso debido a la lamentable falta de creatividad sufrida por su familia en lo que a la elección de los nombres de esos desdichados y circunstanciales descendientes se refiere, pero que también era reconocido como un gran protosexólogo y filatelista.

    JPH XVI nació circa 1889 en su hogar cerca de Sedona, en el estado de Arizona, gracias a sus padres, quienes presumiblemente copularon aproximadamente nueve meses antes de la fecha de su nacimiento; mientras otros deciden ver en la obsesión por el sexo — la cual comenzó a divisarse en nuestro personaje principal durante su cuarto año sobre este planeta — un obvio embarazo de ocho meses. Naturalmente, por supuesto, también deberíamos extender nuestro agradecimiento a ambos pares de abuelos (los cuales suman cuatro), por haber sido los procreadores de la madre y del padre de John Peter Harrock XVI; y para ser justos, también a los dioses de carne (padres) de sus abuelos por ambos lados... (hemos decidido editar esta enumeración pues la familia puede ser rastreada hasta los tiempos de Ramsés II).

    Su madre, obviamente, se llamaba (aunque siempre ella estaba en su propia compañía, por ende y debido a la falta de historial psiquiátrico, debemos colegir que así la llamaban otros) Ophelia Lawson MCX, y su padre era, predeciblemente, John Peter Harrock XV.

    Podemos inferir, al observar ambos nombres de sus ancestros, que había algo que los unía más allá del amor por los cigarrillos negros y las actividades fetichistas con globos; aunque no estamos completamente seguros de qué se trataba eso. Si resulta que sí sabes qué es eso, por favor escribe a 27 Meadowbridge Road, THYRU4 GNJBI45938, condado de Surrey, Reino Unido.

    A los sesenta y ocho años, JPH XVI finalmente pudo comprender, como si hubiese sido tocado por musas epifánicas, la interna relación alquímica entre el arcaico y obsoleto duelo al estilo lejano oeste, y el vastísimo universo de las actividades copulatorias; o acaso deberíamos decir: todas las actividades físicas y manuales de naturaleza sexual, denominadas simplemente por él como manifestaciones físicas del amor.

    Debido al hecho que la palabra duelo es mencionada, habremos de asumir que solamente abarca el reino de los hombres (es decir, macho, binario, con miembro viril cárnico y una vasta preponderancia de testosterona); bien sea este de una naturaleza violenta y plena de odio, o de una sexual ¹.

    Él creyó haber encontrado, a través de este inspirado conglomerado de ideas e intuiciones que le llegaron desde el más allá, por primera y definitiva vez el eslabón perdido de la historia de la sexualidad humana; el rastro que completaba el círculo de la vida y la muerte; las básculas que pesaban al amor y al odio; y el metal con el cual había sido forjada la moneda de la dicha y de la angustia. Así lo afirma en sus Memorias de un muchacho olvidadizo:

    ... estaba reflexionando acerca de la llamativa similitud entre aquellas manifestaciones del amor a través de nuestra propia fisicalidad y la démodé — mas en ocasiones efectiva — confrontación duelística a punta de revólver, típica del far-west ².

    En ambos casos, tanto en la escena alimentada por el odio como en aquella endulzada por el amor o salinizada por la lujuria, encontramos un arma-revólver; si bien es cierto que, dependiendo de la ocasión, la materia prima del arma-revólver en cuestión (debido a mero pragmatismo unificaremos ambos términos en revólver) puede y acaso debe diferir según la ocasión, ambos poseen las mismas cualidades esenciales: disparan calientes balas y pueden matar y/o conceder el don de la vida.

    En la lejana China podemos encontrar la misma analogía dentro del mundo taoísta, mas con una ligera variación; mientras que para nosotros es un revólver, para ellos era (y es) una espada de jade. Aún queda por verse si esos desdichados amarillos pueden disparar balas sirviéndose de sus filosos metales; si bien es cierto que su población indicaría que el escupitajo balístico sucede a partir de una fuente diversa.

    El simple rango matemático de posibilidades e intuiciones lógicas nos muestra que, en la previamente mencionada dual circunstancia duelística, podemos encontrar una (o dos, o tres, o... continúa ad libitum et ad arbitrium) de las siguientes posibilidades, dadas las condiciones apropiadas para que ocurriere una confrontación alimentada por el odio o endulzada por el amor o salinizada por la lujuria:

    Dos revólveres adecuados, de acero o de carne, bien aceitados, lubricados y especialmente limpios.

    Un adecuado revólver de acero y otro de carne.

    Un adecuado revólver de acero y uno plástico de juguete.

    Dos revólveres plásticos de juguete.

    Un revólver de plástico y otro cárnico.

    Ningún revólver en absoluto, sea juguete de plástico o de acero o de carne o de humita.

    Un duelo individual (el cual podría implicar el suicidio o un simple disparar balas al aire) o una manifestación física de auto-amor; se presupone que la única conditio sine qua non es la presencia de al menos un revólver, sea de metal o cárnico. Si la circunstancia así lo requiriere, se podrán utilizar dos manos… mas de preferencia que sean las propias. ³

    (Es digno destacar la notable bravura y falta de prejuicio que muestra nuestro campeón, a pesar de haber sido criado dentro de un opresivo y severo ambiente católico, al no juzgar de ninguna manera aquellas expresiones de amor físico entre miembros del mismo sexo, como también al abstenerse de condenar el fructífero, ejemplar y siempre didáctico acto masturbatorio).

    Más allá de la condición en la que estuviere el revólver o los revólveres involucrados en el sagrado ritual de destrucción y creación, se han de hallar todos los tamaños y medidas posibles; he aquí unos breves ejemplos:

    Grande (monstruoso, enorme, absoluta e increíblemente gigante, ¡vete de aquí hijo de puta!, tercera pierna, cañón largo, grosor dependiendo del calibre, ad libitum ad abundantiam)

    Pequeño (casi normal, minúsculo, diminuto, inasible, ¿es una broma?, hilarante, etéreo, cañón corto, delgadez dependiendo del calibre, ad libitum ad fundum)

    Intrigantemente, o realmente no dado que la madre naturaleza sabe más ⁵, todos poseen una única y enlazadora cualidad:

    Pueden matar.

    La única condición necesaria es poseer un buen pulso y la casi divina habilidad para saber:

    Cuándo, dónde y a quién disparar y herir, o matar ⁶.

    Si vale la pena gastar una o varias balas. En ocasiones, la muerte puede conseguirse a través de un encuentro abalístico (sin balas) o seco. Tanto sea en soledad como bajo un régimen de autoamor o en modo duelístico ⁷.

    Por lo tanto, puedo inferir que la virtuosidad yace en la habilidad del tirador (o no tirador según el caso; aunque este comentario bien podría haberse evitado al usar simplemente portador del arma en vez de tirador), dejando que el asunto del tamaño, forma, calibre y brillosidad sea discutido por gentes superficiales y de pocas luces que nada saben acerca de la verdadera naturaleza del amor y la muerte.

    Un solitario nombre debería bastar como eterna prueba de lo antedicho: Mud Spencer, quien alguna vez fue un famoso y espléndido alguacil durante aquellos inocentes años de mi infancia — una especie de James Bond de su tiempo —, cuyo nombre corría lentamente mediante las secas bocas del oeste ya que poseía un revólver irrisoriamente pequeño; nunca nadie se quejó de semejante minucia: ni sus incontables y exhaustas amantes, ni los miles de villanos atiborrados con sus balas de punta plateada. El amor y la muerte siempre encuentran sus propios caminos, acaso aunque sean ignorados por el hombre.

    Repasando minuciosamente el rango de posibilidades matemáticas que pudieren ocurrir durante una confrontación duelística, y recordando que no todas las muertes deben achacársele a las balas — sean estas de punta plateada, o de platino, o de diamante, ad libitum ad honorem, o pegajosamente lácteas —, he logrado desenterrar y enumerar las siguientes combinaciones:

    Uno muere debido a: la mano, ambas manos, la lengua, los labios, el revólver sin o con balas, el pie, los pies, el codo, ad libitum ad mortem del otro, es decir, del contrincante-rival.

    El duelo finaliza sin muerte alguna.

    Ambos mueren (cosa muy difícil de lograr debido a la precisión y paciente práctica requerida).

    También, deberíamos enumerar los tipos de tiradores según la velocidad con la cual la, o las balas, son disparadas-expelidas:

    Tirador temprano: en este caso, el gatillamiento ocurre mientras el revólver aún está dentro de su cartuchera o pantalón.

    Tirador veloz: la bala o las balas son expelidas sin el tiempo suficiente como para haber apuntado correctamente, provocando su impacto en la pierna o ropajes; bien probable es que Shakespeare haya sido uno de los más famosos hombres del arte en sufrir dicha condición.

    Tirador competente: el escupitajo balístico puede arribar un segundo temprano, o tarde, mas cumple con los estándares ordinarios y esperables.

    Tirador demorado: probablemente debido a injerencias de la salud (o no), el material balístico ve la luz demasiado tarde como para producir una muerte efectiva.

    Tirador in absentia: debido a una falta de bala o balas, o también llamados muchachitos pegajosamente lácteos, la resolución nunca llega.

    Es notorio el gran rol que la ansiedad juega en cada uno de los casos anteriormente mencionados.

    En el otro extremo, encontramos a:

    Tirador in absentia: debido a una falta de bala o balas, o también llamados muchachitos pegajosamente lácteos, la resolución nunca acaba. También denominado amigo seco. Si tal resultare ser el caso, el

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