Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

El poder salvifíco del sufrimiento: Un enfoque Catolíco
El poder salvifíco del sufrimiento: Un enfoque Catolíco
El poder salvifíco del sufrimiento: Un enfoque Catolíco
Ebook195 pages2 hours

El poder salvifíco del sufrimiento: Un enfoque Catolíco

Rating: 0 out of 5 stars

()

Read preview

About this ebook

¿Por qué hay tanto sufrimiento en el mundo? ¿Cómo debemos lidiar con el sufrimiento en nuestras propias vidas? El poder salvifíco del sufrimiento enseña las respuestas a estas preguntas y más, mostrando a los católicos cómo transformar las pruebas en triunfo. El sufrimiento no es nuestro enemigo, sino un mecanismo por el cual Dios puede ayudarnos, purificarnos, y promover el crecimiento personal y espiritual. En este libro, el padre Jacob Powell analiza cómo ver el sufrimiento a través de los ojos de Dios y cómo utilizar las herramientas que Dios nos da para permanecer fervientes en la fe y firmes en la tormenta. El sufrimiento es el cincel que Dios usa para esculpir el alma a la imagen de Cristo. Nada puede vencer a los fieles que se unen a la gracia de Dios, desarrollan una vida virtuosa, disfruten la ayuda de los santos y se encomiendan a las manos de la Santísima Virgen Madre. Estas prácticas se explican aquí. Con estas ayudas, el sufrimiento se convierte en un arma contra la cual el diablo y todas las fuerzas del mal son impotentes. ¡Toda la gloria sea para Dios!

LanguageEnglish
Release dateAug 3, 2023
ISBN9781960410177
El poder salvifíco del sufrimiento: Un enfoque Catolíco

Related to El poder salvifíco del sufrimiento

Related ebooks

Christianity For You

View More

Related articles

Reviews for El poder salvifíco del sufrimiento

Rating: 0 out of 5 stars
0 ratings

0 ratings0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    El poder salvifíco del sufrimiento - Salve Regina Media

    El poder salvífico del sufrimiento

    Un enfoque católico

    Por: padre Jacob Powell

    ©2023 padre Jacob Powell

    Imprimatur: Rev. Robert M Coerver Bishop of Lubbock February 22, 2023

    Nihil Obstat: Rev. William J. Anton Censor Librorum

    Derechos reservados

    Ninguna parte de este libro puede ser usada de ninguna manera, excepto en el caso de reimpresión en el contexto de reseñas, sin el permiso escrito de Salve Regina Media.

    www.salvereginamedia.com

    Diseño de portada: Mark Restaino.

    ISBN: 978-1-960410-17-7.

    «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?».

    Salmo 22:2

    Que este libro sirva para la gran gloria de Dios, la veneración de nuestra bendita madre de los cielos, y la salvación de las almas.

    Contenido

    Introducción

    PARTE 1

    Ver desde la perspectiva de Dios

    CAPÍTULO 1 ¿Por qué hay sufrimiento?

    CAPÍTULO 2 Porque tanto amó Dios al mundo

    CAPÍTULO 3 El significado de Dios vuelto hombre

    CAPÍTULO 4 Dios quiere la salvación para nosotros

    CAPÍTULO 5 Tesoros en el cielo

    CAPÍTULO 6 Servicio a otros

    CAPÍTULO 7 La otra cara de la moneda

    PARTE 2

    Nuestras herramientas para transformar el sufrimiento

    CAPÍTULO 8 La virtud teológica de la fe

    CAPÍTULO 9 La virtud teológica de la esperanza

    CAPÍTULO 10 La virtud teológica de la caridad

    CAPÍTULO 11 El sacramento de la confesión

    CAPÍTULO 12 El cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesús

    CAPÍTULO 13 Armadura de sufrimiento

    PARTE 3

    Nuestros ejemplos: María y los santos

    CAPÍTULO 14 Mamá sabe más

    CAPÍTULO 15 Las siete penas de María

    CAPÍTULO 16 Una mirada a los santos

    Pensamientos finales

    Introducción

    «Decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame».

    Lucas 9:23

    E

    l sufrimiento es una de las experiencias humanas más conocidas por el hombre. Es una realidad innegable que afecta a toda persona sin importar su edad, riqueza, educación, raza o credo. El mismo Jesús nos dijo que necesitamos tomar nuestras cruces diariamente para poder seguirlo, entonces, ¿por qué nos sorprendemos ingenuamente cuando nos damos cuenta de que la vida no es fácil?

    Parte de nuestra ignorancia viene del hecho de que a la mayoría de nosotros no nos han enseñado cómo sufrir de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. Otro aspecto es que vemos las cosas con una perspectiva humana y asumimos que un Dios amoroso no permitiría que sus hijos experimentaran sufrimiento y pena. Cuando el sufrimiento inevitablemente sucede, cuestionamos la benevolencia de Dios o nos preguntamos: «¿Por qué a mí?».

    El dolor de la existencia humana ha causado que innumerables personas caigan en depresión y desesperanza; pero aun así estas también han sido las circunstancias en las que los santos se han elevado de la obscuridad a las alturas de la felicidad y la paz. Santa Teresa del Niño de Jesús, quien sufrió ampliamente, nos enseñó que «la felicidad no se encuentra en los objetos materiales que nos rodean, sino en el descanso interno del alma» y que «una persona puede poseer alegría en una celda de prisión y en un palacio». Nuestra percepción y reacción hacia el sufrimiento hace la diferencia entre la miseria y la felicidad.

    Aprender a ver y responder adecuadamente a los sufrimientos de la vida –y utilizarlos para el progreso espiritual– resultará muy valioso a lo largo de nuestros años en la tierra. Este libro no promete, en ningún modo, acabar con el sufrimiento (algo que sólo Dios puede ofrecer), ni es un intento de sustituir la confesión o la dirección y el consejo espiritual, los cuales son extraordinariamente valiosos para la sanación, por el contrario, intenta ayudar al lector a seguir más de cerca las huellas de Cristo. Él es «el camino, la verdad y la vida» que ofrece la verdadera alegría.[1]

    El buen señor desea que todos sus hijos alcancen la paz, no sólo en la vida por venir, sino incluso aquí, en nuestro camino hacia el cielo. ¿Cómo podemos encontrar la paz cuando nos enfrentamos a la muerte de un amigo, al descubrimiento de una enfermedad, o a un accidente? Reflejándonos en la vida de Cristo, podemos llegar a la conclusión de que incluso el sufrimiento tiene un significado y un propósito. Jesús ilumina el camino de la paz, a pesar de los potenciales problemas que haya en el camino.

    El sufrimiento adopta diversas formas, puede afectar nuestras capacidades emocionales y físicas, como generar angustia mental o espiritual, soledad, inseguridades, pérdida de seres queridos, rechazo y problemas de salud. También existen formas menos evidentes de sufrimiento, como pensamientos lujuriosos o blasfemos no deseados, distracciones en la oración, episodios prolongados de tristeza o dificultades en el aprendizaje. Todos estos tipos de sufrimiento pueden ser usados para la santificación.

    El sufrimiento puede ser redentor, no tienes que ser santo para empezar a usar las dificultades de la tierra para el bien. Dios ayuda a todos sus hijos al usar el sufrimiento para que crezcan en el amor y en una unión más profunda con Él. Todo lo que se requiere es tener la perspectiva correcta, estar en estado de gracia y cooperar amorosamente con su indulgencia. Este libro pretende abrirnos los ojos a esta verdad y ayudarnos a aceptar cualquier prueba que se nos presente –e incluso acogerlas– como Cristo aceptó la cruz.

    No será fácil; nuestra sociedad insiste en que debemos deshacernos del dolor lo más pronto posible, adormecerlo con farmacéuticos, suprimirlo o pretender que no está ahí. El enfoque católico del sufrimiento y la pena es ciertamente contracultural, pero como dice san Pedro en Romanos 12:2, «no se acomoden al mundo presente, antes bien transfórmense mediante la renovación de su mente».

    Una de las metas principales de este libro es cambiar la perspectiva del sufrimiento y alinearlo con la de Dios, de tal forma que fomente el crecimiento espiritual y nos acerque más a Él. Aquí hay una pequeña analogía para ilustrar mi punto:

    Hay un químico llamado monóxido de hidrógeno que puede ser extremadamente peligroso. En su artículo Dihydrogen Monoxide: Unrecognized Killer (Monóxido de hidrógeno: asesino desconocido), el autor James Glassman explica cómo esta sustancia causa la muerte de miles de personas al año en América, es tan cáustico que acelera la corrosión de los metales, pero incluso se encuentra en los tumores de pacientes con cáncer terminal. Cuando alguien desarrolla una dependencia hacia el monóxido de hidrógeno, su abstinencia causa la muerte. Después menciona que ¡este químico está presente en cada río, arroyo y estanque en nuestro país! Suena aterrador, ¿no es así?

    Después de escuchar estos hechos, la mayoría de las personas que fueron encuestadas creyeron que esta sustancia debía ser ilegal o regulada. Podemos imaginar su sorpresa cuando descubrieron el giro en la trama, pues el monóxido de hidrógeno es mejor conocido por su fórmula H2O. ¡Es agua!

    Todo en el artículo era verdad. El agua causa la muerte, provoca quemaduras, corrosión de metales y muchos otros problemas, pero también es esencial para la vida en la tierra y tiene innumerables beneficios.

    Al igual que con el monóxido de hidrógeno, la mayoría de las personas que examinan el sufrimiento decidirían que este debería ser ilegal o lo evitarían por completo porque todo lo que ven es un lado de la moneda. Experimentan su punzada y sólo buscan que termine, pero si se entendiera apropiadamente, se darían cuenta del valor del sufrimiento y lo enriquecedor y salvador que puede ser.

    Este libro se aventurará a mostrar la otra cara de la moneda. El Catecismo nos dice en el párrafo 787: Desde el principio, Jesús asoció a sus discípulos con su propia vida, les reveló el misterio del reino y les hizo partícipes de su misión, de sus alegrías y de sus sufrimientos. Así pues, como discípulos de Jesús, tenemos el privilegio de compartir sus alegrías, sus sufrimientos y su misión, pero ¿qué significa esto exactamente para nosotros? En estas páginas examinaremos por qué el sufrimiento es una realidad en esta vida, cómo considerarlo desde la perspectiva de Dios y formas prácticas de transformar el dolor en una fuente de santidad.

    Si tomamos en serio lo que aprendamos aquí, no sólo beneficiaremos nuestras almas; sino que también podríamos ayudar a salvar a muchas más en el camino.

    Jesús, en ti confiamos.

    Dios te salve, santa madre

    Dios te salve, reina y madre de misericordia,

    vida, dulzura y esperanza nuestra.

    A ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos,

    gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.

    Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

    ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

    Ruega por nosotros santa madre de Dios.

    Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de

    nuestro señor Jesucristo.

    PARTE 1

    Ver desde la perspectiva de Dios

    M

    ientras examinamos el tema del sufrimiento, es importante entender y apreciar lo limitada que es la perspectiva del hombre. Dios ve al mundo completa y correctamente. El hombre percibe muy pobremente las causas y los efectos de las acciones, las palabras y los acontecimientos. Como el sufrimiento es tan difícil e indeseable, a menudo, influye en nuestra percepción del mismo, sesga nuestro entendimiento del mundo e impide nuestra percepción de la verdad.

    En general, el sufrimiento es considerado enemigo de la existencia humana. Lo que sea necesario para aliviar el dolor, evitar sufrimiento y escapar de la angustia emocional frecuentemente es más aceptable que acoger la dificultad que enfrentamos. Una vez que aceptamos que Dios es verdaderamente amoroso y que desea nuestro bien, entonces podemos aprender a abandonarnos plenamente a su voluntad, aceptar cualquier cosa que Él permita y confiar plenamente en que Él nos proporciona todo lo necesario para sanar, madurar, avanzar y encontrar la plenitud y el gozo. Obviamente, ¡es más fácil decirlo que hacerlo!

    Cuando el sol cae en el horizonte, la visión del hombre cambia, no se pierde. Irónicamente, en la obscuridad podemos percibir distancias más amplias que a la luz del día, sólo cuando el sol baja en el horizonte vemos numerosas estrellas y ciertos planetas.En la oscuridad, quedan al descubierto elementos bellos y distantes de la creación de Dios que, de otro modo, estarían ocultos a la vista. Del mismo modo, cuando la sombra del sufrimiento se filtra en la experiencia de una persona, la realidad se altera, no se destruye. En esos momentos el hombre ve a Dios de otra manera, pero a través de nuestro sufrimiento Dios se revela a nosotros en formas nuevas y enriquecedoras. Sufrir no es el enemigo definitivo –el pecado lo es.

    Cuando examinamos el sufrimiento es beneficioso comenzar con una analogía que revela su significado desde una perspectiva diferente: un niño muy joven intenta caminar naturalmente levantándose con algún mueble, lo usa para balancearse como está acostumbrado a hacerlo, pero entonces el niño ve a su madre apenas a unos pasos de distancia y para él ella es una fuente de seguridad, de cuidado, de comida y de comodidad. Para estar cerca de su madre, el niño quita su mano del mueble y da su primer paso con torpeza y sin ayuda para ir hacia ella. Aunque le hace falta confianza, equilibrio y más fuerza en sus músculos de las piernas, de todas formas, tiene éxito, pero cuando su madre ve ese logro, da un pequeño paso hacia atrás.

    Desde la perspectiva del niño, su madre lo está abandonando, su fuente de su seguridad se distancia en su momento de mayor necesidad. Probablemente le duelen los músculos, e incluso puede que sienta un ligero temor, ¿por qué lo ha abandonado? Sin embargo, la perspectiva de la madre es radicalmente distinta, ella da un paso atrás, pero sabiendo que estará ahí para ayudarlo en cualquier momento. Tiene todo bajo control y el niño no corre ningún peligro importante. Da el paso hacia atrás porque quiere que el niño aprenda; ella quiere lo mejor para él. Necesita que sus músculos se fortalezcan, que su equilibrio se desarrolle y que su confianza se afiance a través de la práctica, la repetición e incluso con el fracaso. Ella lo está entrenando y esta práctica es una forma de amor y de ayuda. Por otro lado, con la visión limitada que tiene el niño, él no comprende eso.

    La primera sección del libro versa sobre aprender a ver el sufrimiento como Dios lo ve, y que lo veamos a través de los ojos del Padre. Comencemos examinando por qué estamos en este «aprieto» y, para hacerlo debemos volver al inicio…

    CAPÍTULO 1

    ¿Por qué hay sufrimiento?

    «El pecado es el verdugo de Dios y el asesino del alma…».

    San Juan Vianney

    E

    l título de este capítulo es una pregunta que los humanos se han formulado por siglos, y hay una buena probabilidad de que se haya cruzado en nuestra mente en algún momento. Si Dios es «infinitamente bueno», como nos dice el párrafo 385 de Catecismo, ¿por qué permite el sufrimiento?

    Para llegar a la raíz de esta cuestión, debemos empezar por lo básico. Los fundamentos, al igual que el entrenamiento básico en el ejército, no siempre son fáciles, pero son esenciales para llevarnos hacia dónde queremos ir. Tomémonos un tiempo para volver al comienzo, ¿está bien?

    Si pensamos en nuestras clases de educación religiosa, podremos recordar una pequeña respuesta a esta pregunta –el pecado es la causa de todo sufrimiento. La mayoría de nosotros también estamos familiarizados con la historia de Adán y Eva quienes desobedecieron a Dios después de ser tentados por la serpiente en Génesis 2 y 3. Ellos permitieron que la duda sobre las intenciones de Dios se filtrara en sus corazones y acabaron atrayendo las consecuencias del pecado original que ahora nos afectan a todos nosotros.

    Eso no era lo que Él quería que pasara. Dios creó a los humanos para vivir en armonía perfecta con Él, sin discordia, sufrimiento o imperfección. Sin embargo, el pecado de Adán destruyó la condición celestial en la que el hombre fue creado, destruyó la relación del alma con la gracia y los dones preternaturales.[2] Dios una vez caminó en armonía con el hombre, pero el pecado nos separó de nuestro Padre amoroso. Además, la preciosa creación de Dios –su preciosa obra maestra de belleza y armonía– fue

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1