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Mis Cuatro Estaciones: Tener Una Enfermedad, No Significa Estar Enfermo
Mis Cuatro Estaciones: Tener Una Enfermedad, No Significa Estar Enfermo
Mis Cuatro Estaciones: Tener Una Enfermedad, No Significa Estar Enfermo
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Mis Cuatro Estaciones: Tener Una Enfermedad, No Significa Estar Enfermo

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Mis Cuatro Estaciones es un testimonio de vida. Un diario personal transformado en una narracin profunda y divertida a la vez sobre cmo enfrentar una enfermedad de forma positiva, y cmo la familia y los amigos juegan el papel ms importante en la recuperacin. Tener una enfermedad, no significa estar enfermo ese es el mensaje mas contundente que nos deja este libro. Un mensaje de esperanza y de practicidad sobre cmo lidiar con momentos difciles que aparecen de repente. Esos tpicos momentos donde uno se pregunta: Por qu a mi? en vez de preguntarnos: Y ahora qu? Cmo sacar un aprendizaje constructivo de toda experiencia?

Este es un libro el cual a quien no le gusta leer, se lo devora en una sentada, y a los que s disfrutan la lectura, lo leen hasta varias veces. Refrescante y significativo, les har recordar lo prioritario en la vida y los valores que se adormecen en el da agitado, en el trfico, en la lucha, en la escalada profesional, en la bsqueda de la estabilidad financiera... cosas quizs vlidas en este mundo terrenal, pero que no pueden vivirse de manera aislada de nuestro mundo espiritual e interno. Ser feliz depende de nosotros, es nuestra actitud lo que hace la diferencia. Podemos escoger entregarnos a la muerte, o podermos tomar la decisin de aprovecha nuestra vida al maximo. Podemos caer y quedarnos all, o podemos escoger levantarnos!


A todos aquellos hombres y mujeres que tengan la penosa experiencia de pasar por una enfermedad, sepan que podemos sanarnos a nosotros mismos, recobrando el equilibrio y la armonia entre la mente, el cuerpo y el espritu. Ojala esta historia, junto a tantos otros testimonios, sirva para aminorar el sufrimiento de aquellos que apenas ahora comienzan su propia travesa.
LanguageEnglish
PublisherAuthorHouse
Release dateDec 9, 2008
ISBN9781467056670
Mis Cuatro Estaciones: Tener Una Enfermedad, No Significa Estar Enfermo
Author

Danila Sigal Terranova

Danila Sigal, nacida en Caracas, Venezuela, la ms joven de cuatro hermanas, tiene una ascendencia mixta. Su madre, italiana y su padre, yugoslavo y sobreviviente del holocausto en la Segunda Guerra Mundial, le ensearon la importancia de valorar la unin familiar y le mostraron cmo las religiones s pueden converger hacia el amor y valores comunes. Habla varios idiomas, confirmando su pasin por la comunicacin y su inters y respeto por diferentes culturas e idiosincrasias. Estudi su primaria, secundaria y universidad en su pas natal (Venezuela), gradundose en Ciencias Administrativas Mencin Gerencia, con Post-Grado en Mercadeo. Gan premios en su infancia y adolescencia por sus excelentes habilidades numricas y escritas; habilidades que ha puesto en practica en su larga trayectoria de mas de 20 aos como ejecutiva en una reconocida empresa multinacional, al igual que en su vida cotidiana. Entre sus logros mas importantes de carrera corporativa se puede mencionar su liderazgo de la funcin de investigacin de mercados para America Latina por casi seis aos, donde jugo un papel clave en el establecimiento de la visin de la compaa en esa regin, donde adems lidero equipos multi-funcionales en el desarrollo de dos pilares estratgicos, como lo son el consumidor de escasos recursos puesto al centro de toda decisin, y la implementacin de branding acorde con los indicadores y fundamentales de negocio para cada categora de producto. Igualmente en USA, tuvo un rol similar, pero con alcance global, fortaleciendo para una de las marcas importantes de la empresa, el rol del consumidor como base de todo plan estratgico. Es considerada una lder carismtica e inspiracional, capaz de lograr resultados mediante la energizacin y motivacin de su organizacin, siempre balanceando un profundo conocimiento de negocio, con humildad y un toque personal, caractersticas que todo lder debe conservar. Escritora del libro Mis Cuatro Estaciones Tener Una Enfermedad No Significa Estar Enfermo, disponible en Ingles y Espaol. Tambin, principalmente de forma intuitiva y emprica, se ha convertido en cantautora y compositora, usando la msica como otro vehculo mas para plasmar sus aprendizajes y experiencias en su lucha contra el cncer. Diagnosticada en el ao 2002, ha vivenciado una larga travesa pasando por mltiples metstasis, cirugas, radiaciones y quimioterapia, y aun hoy, sigue en la batalla, firme con su contagiosa actitud positiva, ayudando a quienes atraviesan su propia lucha contra esta terrible enfermedad.

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    Mis Cuatro Estaciones - Danila Sigal Terranova

    PRÓLOGO DOS

    Con gran complacencia acepté la invitación de Danila Sigal para escribir el prólogo de su libro: Mis Cuatro Estaciones. Se trata de su diario personal en donde narra sus origenes y vivencias con su familia y amigos, pero que debió completar con la descripción de los momentos más dificiles de su vida, expresados como una profunda catarsis.

    Conocí a Danila Sigal en el año 2006 y compartí con ella y sus inseparables hermanas muchas horas de intensa reflexión sobre las vivencias relacionadas con la enfermedad que sorprendentemente apareció.

    Las Cuatro Estaciones, ahora no se limita a una inmortal obra musical de Vivaldi, sino que a sugerencia de la escritora, acompaña la lectura de este libro para hacer de la experiencia una indescriptible sensación de armonía que se extiende más allá de lo sensorial.

    Con la sensibilidad de un poeta, Danila utiliza sorprendentes metáforas para relacionar las cuatro estaciones del año con la personalidad y perfil de las personas importantes en su entorno. Los asocia con el verano, el invierno y la primavera, pero reserva el otoño para identificarse a sí misma.

    La autora describe con magistral belleza y efervescente picardía las anécdotas de su vida, en viajes en los que el lector se sumerge como un compañero de travesía casi como si estuviese presente en el lugar de los acontecimientos… vivencias que además exponen su alto nivel de conciencia espiritual y fe cristiana.

    La rebosante alegría de los tres primeros capítulos es seguida por la descripción del inesperado diagnóstico de un cáncer y la odisea de todos los procedimientos que ofrece la medicina actual para el tratamiento de esta seria afección. Enfrentó con gran coraje todos los momentos martirizantes que le tocó vivir, pero siempre con la espontánea actitud positiva que la ha caracterizado desde niña. Tan es así, que dentro de ese cuadro de dramatismo típico que rodea toda enfermedad, ella se incorpora a la vida cotidiana, como si nada estuviera ocurriendo.

    Entre situaciones de profunda tristeza sabiamente entrelazadas con una chispa coloquial, este libro representa un gran tesoro invalorable. Tener una enfermedad no significa estar enfermo; así es como Danila nos conduce a entender que las enfermedades son nuestras amigas; que ellas nos acercan a la fuente que nos creó y nos explica que, a pesar de ellas, podemos descubrir el propósito de nuestra existencia.

    Danila: conquistaste el código de la sencillez y del amor incondicional en tu vida, esa es la plataforma para alcanzar la paz. Eres feliz con todo y a pesar de todo. En esa condición Dios está iluminando tus pensamientos y todos los momentos de tu existencia. Es por ello, que Él está presente en cada una de las páginas de tus Cuatro Estaciones, para llenar de dicha a quienes tengan la fortuna de leer y compartir esta extraordinaria obra.

    Oswaldo Carmona , PhD.

    Profesor Titular, Facultad de Medicina – Universidad Central de Venezuela

    DEDICATORIA

    A mi papi... La música tu inspiración, la palabra tu don, amarnos tu misión, recordarte nuestra ilusión...

    A mis hijos... por si la vida no me permite estar con Uds. mucho tiempo, para que tengan algún recuerdo escrito de su mami, de cómo era, cómo pensaba y qué sentía... que Dios los bendiga

    A Ramón... como testimonio de nuestro amor eterno, y como estímulo para seguir escribiendo muchos capítulos de nuestra vida juntos...

    A mis lectores, quienes desde ahora, si no lo son ya, se convierten en mis cercanos amigos, compartiendo un poco de mi diario personal. Les sugiero que al leerlo, escuchen las Cuatro Estaciones de Vivaldi, para que así se sumerjan en el mismo sentimiento que yo tenía al escribirlo..

    CAPITULO 1

    MI ESENCIA

    Un 25 de Marzo de 1925, y un 18 de Julio de 1918 nacieron dos personas muy especiales. Dos personas que habrían de encontrarse un día para comenzar una gran historia de amor.

    Un día de verano, en el año 1938 se desencadena una horrible guerra. Aquella guerra de la que mucho hemos oído hablar y de la que unos pocos afortunados se salvaron, para hoy relatar su experiencia. Mi padre fue uno de esos sobrevivientes. Un niño prodigio, quien a los cuatro años de edad hizo su primer concierto de violín, acompañado de la orquesta filarmónica de Belgrado, frente a una audiencia de casi 300 personas quienes aplaudieron eufóricamente a ese catirito talentoso. Un catirito de ojos azules, erguido e inocente, poco consciente de su talento, y quien adoraba la música clásica desde su nacimiento. Estudió en un conservatorio reconocido y se perfeccionó en violín y piano, soñando algún día recorrer Europa a ofrecer a otros esa pasión musical.

    Pero en el pleno de su vida, cuando los sueños apenas comienzan a moldearse en la imaginación, a los veinte años de edad, un buen día fue separado de su madre abruptamente y llevado a la fuerza a un campo de concentración. Paralelamente, su madre (mi abuela) Sofika Fischbein y diez miembros mas de su familia, fueron llevados lejos al peor de todos los campos y del cual nunca salieron... Auschwitz. Mi padre recorrió varios campos, escapó siempre que pudo... cuenta él que en una oportunidad tal fue su cansancio de tanto correr, que se escondió en un establo, debajo de la paja y allí se quedó dormido. Pero ese sueño profundo, donde la mente se olvida por unas horas el horror que uno está viviendo, duró poco. Llegaron unos guardias alemanes y con rastrillos puntiagudos comenzaron a remover toda la paja para buscar a ver si a algún loco se le hubiera ocurrido esconderse allí. Según lo que relata mi papá, ese fue solo un ejemplo de las veces en la que él milagrosamente se salvó de que lo atraparan. Tuvo suerte que esos rastrillos nunca tocaron el punto preciso donde él estaba sumergido.

    Uno de tantos días interminables, mi papá, quien para ese entonces estaba en Italia en un campo de internados, recibió un telegrama desde Yugoslavia. Era una notificación que le mandaba un Jefe Musulmán, quien fue gran amigo de su abuelo, el Rabino, para informarle que su madre (mi abuela Sofika) había muerto en la cámara de gas en Auschwitz. Solo lagrimas de impotencia salieron de sus ojos al leer ese telegrama, y aun hoy cuando recuerda ese momento, sus ojos azules se nublan de lagrimas y dolor. Así fue como día tras día, cada familiar de mi padre, quien además era hijo único, fueron muriendo en los campos de concentración, dejándolo totalmente solo. Hasta sus grandes amigos en Yugoslavia desaparecieron sin dejar rastro. Uno de ellos se llamaba David a quien separaron violentamente de su esposa e hijos. La vida da vueltas hija mía. Ya te contaré como a pesar del sufrimiento, siempre existe una luz divina.

    Simultáneamente, mientras mi papá se la pasaba de un pueblo a otro, recorriendo la frontera Italo-Yugoslava, una muchacha italiana, quien dicen era la más bella de Nápoles (recién elegida Miss Mediterráneo), andaba escondida en un recoveco después de salir de la universidad, justo cuando sonaban las sirenas horribles anunciando un bombardeo. Esa muchacha, de cabellos negros azabache y ojos enormes color café, era mi madre. Flaquita como una pluma se veía arrastrada por la multitud que con pasos rápidos bajaban a los refugios para salvarse de las bombas. Hasta ratas había allí, me cuenta mi mamá. Pasaba días sin poder salir, ni comer, ni avisarle a nadie dónde andaba. Mi abuela materna, Nóbil Donna Eleonora pasó demasiados sustos buscando a sus hijos que nunca estaban completos en la casa. ¿Por qué le dicen Nóbil Donna? Pues porque mi abuela era nada mas y nada menos descendiente de una dinastía del Rey Charles D’Anjou. Siempre rodeada de servidumbre, de lujos y abundancia, un buen día como ella misma lo relata: Nos damos cuenta que somos todos iguales. Que bajo la circunstancia de la guerra, no hay dinero que valga, no hay bienes que se puedan comprar con ese dinero, y no hay nada que pueda diferenciar a uno de otro. Todos somos seres humanos, y en la dificultad, todos nos ayudamos y acompañamos.

    Cuántos recuerdos tiene mi mamá de las veces que tuvo que acompañar a mi abuela a las morgues para buscar a mis tíos desaparecidos... siempre con el susto de encontrar a alguno de ellos allí frío, muerto. Siete años duró esa guerra... siete años de aprendizajes que se pueden resumir en las siguientes palabras que me dijo mi abuela: La fe mueve montañas. No importa cuán difícil una situación parezca, siempre Dios entra en acción para ayudarnos. Todas estas experiencias, que parecen terribles, no tienen sino el propósito de enseñarnos algo. Yo aprendí en la guerra, que no hay obstáculo alguno para soñar, y que nunca debemos abandonar esos sueños. Debemos luchar hasta el final por nuestras vidas, por cumplir una misión, por amarnos los unos a los otros, y por ser felices no importa las circunstancias. Aun en sus años de vejez (vivió 106 años) mi abuela realmente demostraba lo que decía (she always walked the talk!!). Recuerdo unas vacaciones cuando nos preparábamos para salir a pasear en Sorrento, y mamá se pone una camisa hasta el cuello, y mi abuela le dice: "Ma come, ti vai a mettere quella vestimenta d’inverno per uscire?. Estaba horrorizada de verla tan tapada y le pidió que se cambiara inmediatamente y se pusiera algo escotado que mostrara sua belleza!". Imagínense una viejita de casi 100 años en aquél entonces diciéndole a su hija de 60 y pico, que se modernizara. Pues así fue siempre mi abuelita... un relato continuo de positivismo, de alegría, de travesura y de bondad.

    Un buen día, ya al terminar la guerra, mi abuelo (el papá de mi mamá) quien era medico, y un padre muy estricto con su única hija dijo: Milena, yo creo que tu nunca te vas a casar... porque nunca ningún hombre será lo suficientemente bueno para ti. Yo solo te dejaría casarte si fuera con un hombre como el que siempre veo pasear en la plaza, erguido, elegante, con mejillas rosadas, con sombrero y paraguas, como si fuera un Lord. Quizás con alguien así te dejaría casarte. Mi mamá pensaría... wow, que esperanza la mía... ahora sí que me quedé a vestir santos. Pues quién se lo iba a imaginar... un día mi mamá, quien andaba toda enyesada por un accidente que tuvo, conoció en una reunión a un extranjero quien se enamoró de ella a primera vista. Sí, ese era mi papá, quien me dijo que cuando la vio, se quedó: "Sensa parola (sin palabra). Tuvieron un noviazgo muy corto, de tres meses, y siempre iba mi abuela Eleonora de cómplice como chaperona oficial de mi mamá y mi papá. Ya al cabo de algunos meses, mi abuela piensa que ya es hora de presentarle al pretendiente a mi abuelo. Con los nervios de punta, organizan una velada en la casa para que mi papá pidiera la mano. Antes de aparecerse en la casa de mis abuelos, mi papa envía primero un ramo de flores con la siguiente dedicatoria (en Italiano): Si son rosas florarán, si son espinas... . Al tocar el timbre, mi abuelo abre la puerta con total escepticismo (quién será este hombre que osa pensar que se va a casar con mi hija?). Al ver a mi papá dice: No puede ser... pero si este es aquél señor que yo te dije siempre veía caminando por la plaza!!! Qué casualidad!!". Pues probablemente no era ninguna casualidad... era destino... ellos tenían que encontrarse, tenían que enamorarse y emprender una maravillosa aventura.

    En un viaje reciente que hice a Italia para visitar a mi abuela, aproveché para entrevistarla y filmarla con el objetivo de dejar algún recuerdo de esta viejita tan especial. Me contó tantas historias de su vida, y resumiré algunas aquí pues son realmente asombrosas. Una de las historias fue sobre mi bis-abuelo. Ella me cuenta que él era el Jefe de la Policía en Nápoles, y que era un hombre amado por todos. Ese hombre siempre que se llevaba a un criminal preso, se prometía a si mismo que lo salvaría. Y así siempre lo hizo. Los convertía de malos a buenos. Tenía una labia impresionante, y sabía exactamente qué decir para que los malhechores se arrepintieran de sus crímenes y desearan sembrar y cosechar una vida mejor. Siempre les decía: Amigo, existen dos caminos... Dios nos permite escoger cualquiera de los dos, y nos acompaña en nuestra travesía. En la vida debemos aprender muchas cosas y evolucionar nuestro espíritu. Si escoges el camino malo, el de herir a otros en obra o palabra, aprenderás la lección con grandes heridas en tu corazón, heridas que tardarán muchos años en sanar. Pero en cambio, si escoges el camino bueno, el de dar amor a todos sin esperar nada a cambio, el de obrar con otros como quisieras que obraran contigo, en poco tiempo habrás conseguido la llave maestra que abre todas la puertas, todas las posibilidades, todas las esperanzas, sabrás cuán infinito es tu poder para cambiar las cosas en tu vida, porque Dios, amigo mío, no es un ser que está allá en lo lejos... está aquí mismo dentro de ti... y tu tienes su poder.

    El día que mi bis-abuelo murió, la ciudad entera bajó a las calles a cargar el ataúd en sus hombros. Todos lloraron la pérdida de este gran hombre quien desinteresadamente se tomó la misión de ayudar a aquellos quienes otros abandonaron. Este hombre, mi bis-abuelo hoy después de mas de setenta años de su muerte, yace intacto, sin desintegrarse en su tumba.

    La otra historia que me contó fue sobre un medico llamado Dr. Giusseppe Moscati. Mi abuela me mostró una caja antigua llena, pero llena de cartas. ¿Quién escribió todas esas cartas nonna?. Estas cartas son toda la correspondencia que tu abuelo, quien fue un gran medico, se escribía con su maestro el Dr. Giusseppe Moscati para que le aconsejara cómo tratar a ciertos pacientes y ciertas enfermedades. Incluso después de que el Dr. Moscati muriera, tu abuelo le seguía pidiendo guía y orientación.

    Hubo una oportunidad en que mi tío (uno de los hermanos de mi mama) se enfermo con una infección severa que se convirtió en septicemia... ya cuando la infección llega hasta el riñón, la junta medica le recomendó a mi abuelo que lo operara de inmediato, si no, moriría. Aquella noche mi abuelo pidió guía al Dr. Moscati, pues no se sentía convencido de proceder con la cirugía. En efecto, en sueño se le apareció el Dr. Moscati y le dijo: Rafaelle, no lo operes... si lo haces, tu hijo morirá, pues el otro riñón también esta infectado. Al despertarse la mañana siguiente mi abuelo le aviso a la junta medica de que no aprobaba la operación. Dentro del asombro de aquellos médicos que casi criticaban a mi abuelo de criminal que ponía en riesgo la vida de su hijo, mi abuelo con tranquilidad llamó a otro medico internista muy famoso en la época (Profesor Condorelli), quien le recomendó que hicieran una vacuna de su mismo pus, y se la administraran durante un periodo de varios meses... esta decisión le salvó la vida.

    Ejemplos como estos hay muchos de la inspiración que este medico maestro le daba a mi abuelo. Pues todas esas cartas, testimonio de

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