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Mi Vida...En Uniforme
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Mi Vida...En Uniforme

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About this ebook

Mi Vida...en uniforme in English means My Life ...in uniform and is a sequel to my first book titled Mi Calle, Mi Barrio ,Mi Pueblo which again translated to English means My Street, My Neighborhood, My Town. Each one of those books narrates a distinct phase of my life with all the anecdotes , persons , and situations that formed me as a person. Mi Vida starts where Mi Calle ends and walks the reader while having a conversation, as good friends do, through my life as a college student and then as a United States Army Officer for twenty one years which included a war , Viet Nam, and a series of very challenging and most of them rewarding tours of duty around the world. Those years were not easy but they gave me a profound insight into life and those instances ,some very happy and some very sad , are the ones that I wish to share with the reader.
Take this walk with me and please feel free to join in the conversation.
Un abrazo, Luis.
LanguageEnglish
PublisherXlibris US
Release dateDec 27, 2013
ISBN9781493145218
Mi Vida...En Uniforme
Author

Luis R. Pastrana Silva

I am a product of the University of Puerto Rico- Rio Piedras campus. Born in its clinic a Saturday afternoon the 7th. of November, graduating from the its High School (UHS), receiving degrees in Business Administration, a Commission in the United States Regular Army, and a Juris Doctor. I have lived a varied and fulfilling personal and professional life. A life that would meet the approval of my forever role models and idols; my father, Jacinto Pastrana Pastrana and specially my mother Adelaida Silva de Pastrana. They knew how, by example and with a gentle push, my sister, Professor Ada Pastrana de Perez, and I could go beyond our own expectations of achievements in life. The military phase of my life spanned twenty one years. In those two decades I matured in a hurry. I learned how to manage human resources, time and material. That there is no one style of leadership that can be applied as a constant to different situations. That war is not always justified or justifiable. I worked in journalism, banking and business while pursuing my Juris Doctor degree at the University of Puerto Rico School of Law approving in my first try the Bar examination, Appointed by the Governor as CEO of a subsidiary of the Puerto Rico Industrial Development Corporation (PRIDCO) named “Centro de Fomento de Empresas para Jovenes, Inc” In a period of one year: over three hundred unemployed professionals were employed in the corporation, more than two thousand young men and women were trained in how to manage their own business, and one thousand five hundred new small businesses were started and survived their first difficult year of operations. Indeed an effort to be proud. Leaving the corporation and with three law school classmates, opened our private law practice office. As Senior Partner I built a client base that included: individuals, corporations, and municipal governments. Once again, I was called to public service as Regional Director for the Southeastern states for the Federal Affairs Administration of Puerto Rico. Together with an enviable team of dedicated professionals, faced a great and worthy challenge. Helping to alleviate the concerns of hundreds of compatriots and Hispanics that are far from their place of origin was a very meaningful endeavor. Now, I am back teaching and trying to provide my college students the necessary tools so they can become better than us.

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    Mi Vida...En Uniforme - Luis R. Pastrana Silva

    MI VIDA…

    en uniforme

    Luis R. Pastrana Silva

    Copyright © 2013 by Luis R. Pastrana Silva.

    Library of Congress Control Number:                         2013921387

    ISBN:                  Hardcover                                978-1-4931-4520-1

                                Softcover                                 978-1-4931-4519-5

                                eBook                                      978-1-4931-4521-8

    All rights reserved. No part of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording, or by any information storage and retrieval system, without permission in writing from the copyright owner.

    Rev. date: 01/16/2014

    To order additional copies of this book, contact:

    Xlibris LLC

    1-888-795-4274

    www.Xlibris.com

    Orders@Xlibris.com

    130686

    Indice

    Datos Sobre El Autor

    Gracias y Dedicatoria

    Prólogo

    Introducción

    Capítulo 1

    La Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (La Upi)

    Capítulo 2

    El Ejército De Los Estados Unidos

    Fort Sill, Oklahoma

    Fort Benning, Georgia

    Corea

    Fort Bliss, Texas

    Tappan, New York

    Panamá

    Fort Bragg, Carolina del Norte

    Viet Nam

    Redstone Arsenal, Alabama

    Capítulo 3

    Madrid, España

    Fort Meade, Maryland

    Capítulo 4

    Fort Buchanan, Puerto Rico

    ROTC, Universidad de Puerto Rico

    Datos Sobre El Autor

    Nací un sábado en la tarde un siete de noviembre, (escorpión para aquellos que sigan esas cosas,) en la Clínica Pereira Leal que quedaba al cruzar la calle de la Avenida Ponce de León del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Mi madre lo fue Adelaida Silva Quintana oriunda de San Lorenzo y maestra de profesión. Mi padre lo fue Jacinto Pastrana Pastrana oriundo de Trujillo Alto y en esos tiempos empleado de la banca. No sé cuándo nos mudamos para Arecibo pero tiene que haber sido no más de seis meses desde que abrí los ojos por primera vez y tuve la dicha de ver a la madre más bella del mundo. También tiene que haber sido después que me re-estableciera de una deshidratación grave que puso en grave peligro mi vida y que causó el que esa misma gran mujer me entregara a la Virgen del Perpetuo Socorro. La Virgencita me acompaña aún y nunca me ha abandonado. Sin lugar a dudas, ella se mudó con nosotros y me vio crecer y tener una maravillosa infancia y adolescencia en el lugar que con orgullo llamo: MI PUEBLO, ARECIBO.

    Allí comencé mi educación formal de una forma un tanto inusual. Mamy, (siempre escribo Mamy y Papy con y) no tenía quién me cuidara así que a mis cuatro años de edad cargó conmigo para la segunda unidad de Sabana Hoyos donde era principal y me endosó a la maestra de primer grado para que me cuidara. No sé qué ocurrió pero parece que a mí me gustó lo que pasaba en ese salón y de golpe y porrazo me graduaron de primer grado. Después fui a la Roosevelt donde estuve hasta que a Mamy no le gustó una maestra que me pusieron y me metió de cabeza al Colegio Católico San Felipe. Del San Felipe pasé a la Jefferson y después por dos años en la High de Arecibo.

    Regreso a Río Piedras a graduarme de la Escuela Superior de la Universidad de Puerto Rico, la famosa UHS. Luego, Bachillerato de Administración de Empresas de la UPR—Río Piedras graduándome a la vez del ROTC comisionándome como Segundo Teniente del Ejército en la rama de Artillería. Dato curioso, en el cuarto año de Bachillerato me dieron la oportunidad de mientras estudiaba enseñar en el Puerto Rico Junior College de Doña Ana G. Méndez. Las vueltas que da la vida, ahora estoy de Profesor en el campus de Orlando del Sistema Universitario Ana G. Méndez.

    Serví en el ejército por veinte años, ocho meses, dos días y cuatro horas, no me acuerdo de los minutos. Estuve con las fuerzas irregulares vietnamesas como consejero por dos años en las montañas de Viet Nam. También estuve como consejero del Ejército Español por un par de años en Madrid y no sé en cuántos otros sitios del globo terráqueo me quité las botas antes de acostarme. Cuando me retiré, me dio con estudiar leyes y de regreso a la UPR fui a parar de cabeza.

    He trabajado: en la banca como Vice Presidente de Inversiones del Banco Cooperativo, Gerente General de El Reportero un rotativo diario en San Juan, candidato a Alcalde de Guaynabo, Director de Finanzas del Partido Popular Democrático, abogado litigante y socio principal del Bufete Pastrana, Pérez, Martínez y Quevedo, Director Ejecutivo de Puerto Rico Federal Affairs Administration para el sur-este de los Estados Unidos y ahora, Profesor de Leyes del Bachillerato en Justicia Criminal del campus de Orlando del Sistema Universitario Ana G. Méndez.

    Estoy felizmente casado con la mujer de mis sueños, Mareitssa Griggs-Pastrana, también profesora. Entre ambos tenemos cinco hijos y siete nietos.

    Luis R. Pastrana Silva

    Gracias y Dedicatoria

    Si fuese a mencionar una a una a las personas que les debo y tengo que dar mis más genuinas gracias por: Mi Vida . . . en uniforme, sencillamente no acabaría nunca. Sin embargo, pecando de insensato, deseo mencionar con nombre y apellido a unas pocas. Éstas son:

    Mi adorada esposa Mareitssa Griggs-Pastrana (Mare) por apoyarme incondicionalmente en ésta y otras aventuras o locuras mías.

    Nuestra queridísima amiga, Leila Enid López de Muñiz quien editó con mucho cariño y dedicación mi primer libro: Mi Calle, Mi Barrio, Mi Pueblo y ahora de remate, hace lo mismo para con: Mi Vida . . . En Uniforme. Nada, o es que me quiere mucho o es una masoquista incurable . . . prefiero pensar lo primero.

    Toñita Casanova por haberme dado unos hijos ejemplares y haber sido muy buena madre.

    José A. Del Valle (Pepín), mi gran amigo de siempre.

    Edna Rodríguez, mi mano derecha en mil y un combate político y ahora por velar por el bienestar del cascarrabias de mi buen amigo, Pepín del Valle.

    Israel Pastrana Concepción, un amigo inigualable. Esto, a pesar de que un día por despistado me comió mi almuerzo, ni cuenta se dio y ni tampoco lo pagó.

    Una vez más a Doña Isabel Figueroa de mi pueblo Arecibo y de la Casa Ulanga y a Fernando J. Márquez por su cooperación, gentileza, hospitalidad y sobre todo, amistad.

    En conjunto:

    A los compañeros de la UHS, a toda la ganga de Carolina del palito de la UPR, a mis compañeros de armas en el ejército, a mis hermanos de la clase del ROTC UPR—Río Piedras, 1957.

    En fin, a todo gran ser humano que de una forma u otra a tocado mi vida para bien o para enseñarme cómo evitar en el futuro malas actuaciones hacia mi persona. Las primeras han sido infinitas y las últimas, gracias a Dios, han sido muy pocas.

    A todos los de arriba mencionados también tengo el privilegio de dedicarles este humilde pero muy sincero recuento de una vida que sin ellos y ellas no hubiese sido vida sino un paso por la tierra camino a algún lugar desconocido en búsqueda de una existencia.

    Un abrazo y gracias

    Luis

    Prólogo

    Llegó un momento en mi vida que me pregunté: Bueno Luis ¿qué rayos tú has hecho en esta vida? ¿Cómo has obrado con tus semejantes? ¿Estás orgulloso, complacido o arrepentido de lo que has hecho? Si se te diera la oportunidad, ¿harías lo mismo? ¿Cuál va a ser tu legado, si alguno, cuando te llamen a rendir cuentas allá arriba y te lo pregunten? Claro está, eso es asumiendo de que vas para allá arriba por que si vas para allá abajo entonces en ese caso, ¿qué carajos importan las contestaciones a esas interrogantes? Muy buenas preguntas, ahora bien ¿cómo contestarlas todas, si es que se puede? Se me ocurrió que la mejor manera de intentar contestar esas interrogantes sería el pasar repaso a la misma contándoselas a alguien. Ahí entras tú.

    Mi vida a sido sumamente diversa y cada etapa de ella la he tomado como dice el refrán: "borrón y cuenta nueva". Cada una de las etapas de mi vida ha sido única ya que cuando he terminado con una, esa la dejo atrás sólo como un recuerdo y no una añoranza. Comienzo la otra con nuevo vigor, entusiasmo, esperanza y dedicación. Claro está, uso las experiencias que me brindó la anterior para o no cometer los mismos errores o como en la mayoría de las veces, para enriquecer la nueva etapa. No soy ni puedo ser uno de aquellos que se pasan mirando para atrás y quejándose de que todo en el pasado fue mejor. Pienso que el que asume esa actitud está destinado tarde o temprano a por estar mirando para atrás tropezar con una piedra enorme que fácilmente pudo haber esquivado si los ojos de la mente los tuviese colocados hacia el presente. Esas caídas serían estrepitosas y lo triste del caso es que son fáciles de evitar.

    Terminé mi bachillerato y se acabó. Eso de seguir viviendo los tiempos de fraternidades y sororidades universitarias son para mí una solemne pérdida de tiempo. Muchos amigos y algunas amigas, a los que quiero mucho, siguen inmersos en esos clubes con nombres en griego como si todavía fueran jóvenes de veinte años y no viejos y viejas de cincuenta. Termino por tomar la actitud de si eso los hace feliz . . . que lo gocen pero no esperen que yo les haga corillo. Se acabó, hay otras cosas al frente que parecen ser bien prometedoras. Vamos a explorar.

    Veintiún años en el ejército. Fantástico, aprendí, vi mucho mundo, conocí personas de todo tipo, raza, nacionalidad y creencias pero se acabó.

    Me quité el uniforme y no me lo vuelvo a poner. No voy al club de oficiales a seguir reviviendo guerras, verdaderas o de embustes, como si el tiempo no hubiese pasado. Se acabó. Venga el próximo horizonte.

    Puedo seguir explicando mi filosofía de Wal Mart, hecha no en China si no en Arecibo, pero dicen que para muestra un botón, bueno ese es el botón.

    Con esas reglas de juego establecidas vamos entonces a tratar de contestar las preguntas narrándote, lo mejor que pueda . . . Mi Vida . . . en uniforme.

    Luis

    Introducción

    Bueno, aquí vamos de nuevo. Espero esta vez no tardarme tanto como cuando hablamos de MI CALLE, MI BARRIO y MI PUEBLO pero no te lo prometo y menos lo juro ya que el tema de esta conversación, como dicen en el argot beisbolero de mi Isla, "pica y se extiende" o sea que es largo de veras. Encima de esa realidad está la otra de que hay unos episodios, unas relaciones, unas no sé cómo llamarlas que no tengo idea todavía de cómo contártelas sin pisar callos. Cuidado que le he dado cabeza al asunto y la bombilla no se prende. ¿Estará fundida? Veremos a ver. Sí sé que no puedo o debo procrastinar más en reanudar esta conversación que iniciamos en febrero del 2010. Como me dijo una vez el amigo, casi familia, Héctor Luis Acevedo en una conversación que sostuvimos en casa de Ada mi hermana. Estábamos hablando sobre amigos mutuos que habían recién fallecidos cuando él salió con: "la doña esa vestida de negro se pasa soltando tiros y ya están picando cerca de mis pies". Queriendo decir que cada día que pasa uno se acerca más a lo inevitable, dejar de existir de esta forma encarnada en que estamos.

    Eso siendo muy cierto e inevitable hay que aprovechar y acabar de hacer pública mi vida una vez más de acuerdo a mis mejores recuerdos y si tú lo recuerdas distinto, bueno . . . ése es tú problema. Sí, dije pública porque no tengo duda alguna de que tú vas a soplarle a todos los que te encuentres lo que yo te cuente en esta conversación. ¡Sin remedio! Un abrazo,

       Luis

    Comentario

    En su libro Mi Vida . . . en uniforme, Luis nos relata varios anécdotas de su vida personal en el ejército. Ha narrado en forma cronológica las distintas etapas que ha vivido sin olvidar ningún detalle. Sólo una mente privilegiada como la de él puede recordar tantos eventos, fechas y situaciones con tanta habilidad. No ha sido una tarea fácil pero Luis lo ha logrado gracias a su deseo de poder publicar lo que él llama: Mi Vida . . . en uniforme y así hacernos partícipe de esta parte de su vida. Su bien nutrida mente no le falló y desde el principio hasta el final nos mantuvo con el deseo de seguir leyendo más y más.

    Su fe inquebrantable en su Virgen del Perpetuo Socorro le permitió enfrentarse sin temor a todos los peligros y obstáculos que se le presentaron en su vida en el ejército. Luis tiene una franqueza de expresión que dice las cosas como son pero con suma naturalidad. ¡Así es él! Culminó su vida en el ejército con un gran homenaje que le ofrecieron en su honor y al que concurrieron un gran número de amigos y familiares. ¡Muy merecido este reconocimiento!

    Les recomiendo que adquieran el libro de Luis: Mi Vida . . . en uniforme para que disfruten como yo lo hice desde el principio hasta el final.

    Luis, como siempre a tus órdenes con todo mi cariño.

    Con mi mayor admiración y respeto,

    Leila Enid López-Muñiz

    Capítulo 1

    La Universidad de Puerto Rico

    Recinto de Río Piedras

    (La Upi)

    Creo que nos quedamos cuando empecé a contarte cuando llegué a la Upi, cruzando la calle Ferrocarril (ahora llamada la Gándara) para pasar de la UHS, (Escuela Superior de la Universidad de Puerto Rico) y llegar a otro mundo conocido como el Recinto de Río Piedras de la UPR. Por si acaso se te olvidó, te dije que me colocaron en la sección número tres del curso básico donde no me encontré ni con uno sólo de mis amigos y amigas de ninguna de las escuelas superiores o escuelas a las que yo había asistido. Ni la UHS, ni la de Arecibo, ni del verano en la Central y mucho menos del Colegio San Felipe.

    Eso me hizo sentir como un tango en voz de Gardel, triste y acongojado. Por esas casualidades de la vida resulta que en esa misma sección estaba Jesús María Barbosa Sánchez apodado Chucho, que venía de Carolina y que también estaba conmigo en la clase de ROTC. No sé cómo ocurrió pero si mal no recuerdo Chucho se convirtió en el trampolín que me brincó, rebotó y me tiró en el medio del grupo de la hoy llamada Ciudad de Gigantes. Sobre cómo Carolina pasó a tener ese apodo hablamos más tarde cuando hablemos de política. Me sentí desde el principio dentro de ese grupo de buenos bandidos de Carolina como pez en el agua. ¿Cómo y por qué eso ocurrió? Tampoco tengo idea. Ellos me aceptaron sin reservas alguna y yo a cada uno de ellos de igual forma. A veces me he preguntado si el hecho de que en Carolina viven y son muy apreciados una cepa de la familia Pastrana que probablemente emigró en algún momento desde Trujillo Alto. Hasta físicamente tenemos un parecido. A lo mejor ayudó, aunque no creo que ninguno del grupo de la Upi hubiese pensado sobre eso o le importase un pepino angolo.

    Hablando de pepinos, en esa tribu estaba Pepín del Valle a quien te lo mencioné en la otra conversación que sostuvimos y de quien te hablaré más un poco más tarde. Dicho sea de paso, con Chucho y su hermano gemelo idéntico. Ambos tienen una cicatriz en la frente en exactamente el mismo lugar. Chucho, quien la tiene vertical y Rafael, (Felo) quien la tiene horizontal. Por muchos años fueron bien difícil de distinguir el uno del otro a menos que no te memorizaras lo de la cicatriz. Chucho, como la C para abajo y Felo como la F para el lado. Ok, ridículo pero a mí me ayudó para identificarlos hasta que pasó el tiempo y entonces los logré reconocer hasta de lejos.

    Un día, después de los ejercicios de Ciencias Militares, mejor conocidos como drills, ya yo había entregado mi rifle, cuando salí del castillo del ROTC e iba camino a coger carro público para irme para casa cuando me encontré de frente con la banda del ROTC practicando, (qué pena que esas cosas ya no existen porque eran bien buenas) y cuando miro para la sección de los tambores, ¿a quién veo? Nada más ni nada menos que a Chucho dándole al cuero con los palitos haciendo ruido. Me paré y le grité: ¿Qué rayos tú haces ahí? ¿No acabas de entregar el rifle? ¿Cómo llegaste tan rápido a la banda? El tipo, que yo hubiese jurado que era Chucho, me miró con cara de pocos amigos y me ignoró. Yo estaba en esas cuando me tocan por la espalda, me viro y creía que estaba viendo un espejismo porque al lado mío estaba Chucho y yo tendría una mirada de persona totalmente confundida ya que Chucho rompió en carcajadas señalándome a la cara y después señalando a Felo. Así conocí a Felo.

    Los dos hermanos se convirtieron en buenos amigos míos, después compañeros del varsity de soft-ball de la UPR y Chucho, si mal no recuerdo, también es fraterno en la Phi Epsilon Chi. No puedo dejar pasar más tiempo sin decirte que me sorprendió enormemente lo humilde que ambos eran, y todavía son. Alguien me dijo, creo fue Pepín, que son nietos del Dr. José Celso Barbosa, fundador del partido y del movimiento estadista puertorriqueño. Nunca lo mencionaron, nunca hicieron alarde de ello, nunca hablaron de política. Ello de corazón te digo que me alegró un montón ya que toda mi vida he sido un fiel creyente y defensor de la Autonomía para Puerto Rico y no concuerdo mucho que digamos con los asimilistas o con los independentistas. Se me parecieron en ese aspecto de gran humildad a Rosita. ¿Te acuerdas? La amiguita de Ada, la pelicolorá buena hembra de la UHS, que siendo hija de una de las manda más de la UPR nunca hizo alarde de ello.

    Ese honroso, (y uso ese creo que adjetivo en forma genérica) equipo lo formaron (espero que no se me quede nadie ): Belkis, Wisón, Lucy (qepd), Chuíto, el Boquio (qepd), Felo, Chucho y Pepín del Valle. Más tarde se unieron: Capoca, Robert, Eliezer, Nene y Filin (qepd). Como te dije puede que se escape a mi memoria alquno pero créeme que cuando y si me acuerdo más tarde le doy la gloria que se merece.

    ¿Sabes qué? Me puse a leer lo poco que he escrito hasta ahora y pienso como que algo importante se me queda en el tintero. Ese algo creo que es el tratar, porque es bien difícil, de describir el enorme cambio en todos los aspectos que conlleva el pasar de una escuela superior a toda una señora universidad. Así que antes de que siga hablándote de ese escuadrón del pánico que se formó bajo la sombra de un palito, que dicho sea de paso hace unos meses lo vi cuando fui a la Isla y pasé por la Upi y déjame decirte que ese palito de mis recuerdos es ahora un señor árbol enorme que sigue parado donde lo dejé al frente del majestuoso teatro de la Upi y cerrado ese paréntesis, déjame tratar de explicarte algo que tal vez no tenga explicación. Lo increíble del caso es que yo viniendo de la UHS todo lo que hice fue cruzar la Gándara, antes Ferrocarril y ya estaba en el Recinto, así que no debía existir razón alguna para que sintiera esa desolación y pensamiento de total pérdida de derrotero.

    Creo que el tamaño de los edificios, del campus y de la impresionante y bella torre con su carillón hace, o por lo menos me hizo a mí, verme como a Pulgarcito en el país de los gigantes. Si hubiese sido la Torre de Babel no hubiese causado tanta confusión en mi cabeza. Si le añadimos lo que para mí era la inmensidad del campus, la completa y total indiferencia de la facultad y de los administrativos para con los estudiantes con ello se completaba el cuadro tétrico de empezar estudios universitarios. Creo que te dije antes y si lo hice perdona pero merece el ser repetido, eso era conmigo que venía de donde venía en Río Piedras. ¿Qué sería de esos compañeros que por primera vez pisaban la loza capitalina y de pronto se encontraban en el laberinto de la Upi-Río Piedras? No me lo puedo ni imaginar pero nunca he dejado de sentir la más grande admiración para con aquellos que sobrevivieron ese año de prepa.

    A los profesores poco les importaba nada sobre ti. Tú no eras nada más significativo que una extensión móvil del pupitre. Si querías ir a clases, bien y si no, pues también. Si querías participar en la discusión, bien y si no, también. Si venías preparado para la clase, bien y si no, también. Nada, que tú eras invisible. Éso, la indiferencia, es algo que yo he tratado bien fuerte de no pecar ahora que soy catedrático. Tal vez demasiado fuerte y crucé al otro lado preocupándome demasiado por mis alumnos. ¿Qué se va a hacer? Es la herencia de mi madre.

    Bueno, volvamos a la Upi. Estoy tratando de analizar esos cuatro años de bachillerato donde lo que aprendí, por culpa mayormente mía, se puede meter en una caja de zapatos de niño y sobra espacio. Lo primero que me ocurrió para descarrilar mis mal fundadas aspiraciones, gracias a Dios temprano, fue que al terminar el Básico me di cuenta sin remedio que las ciencias naturales y yo no hablábamos el mismo idioma y por ello no nos entendíamos en lo más mínimo. No importa lo que tratara sencilla y llanamente no estábamos hechos el uno para el otro. Hubiese sido un matrimonio horrible. Así, que con mucho pesar porque sabía lo mucho que Mamy deseaba que yo me hiciera médico, decidí partir yo por mi lado y la química y sus hermanas por el otro. Entonces, ¿qué? ¿Qué otra disciplina o carrera me ofrecía Río Piedras que me hiciera un profesional en cuatro años? Lo de cuatro años era fundamental ya que yo estaba muy consciente de que en casa no había el dinero para pagar más y también que Ada venía por ahí y había que guardar para ella.

    Sí, cómo no, estaban las becas pero en esa época eran bien pocas y por bien poco dinero las que se ofrecían y al tajo que yo iba con mis notas no me ganaba una ni de un vellón. Ada, cuando entró, lo hizo mucho mejor que yo. Decisiones . . . decisiones. ¿Para dónde cojo? A la verdad no existía nada que me interesara ni un poquito tan siguiera. ¿Pedagogía? No, con lo que yo vi sufrir a Mamy a pesar de ser una pedagoga sin igual. ¿Sociales? ¿Humanidades? ¿Estudios Generales? Ni soñarlo ya que me moriría de hambre a menos que no siguiera estudios graduados para tal vez enseñar en una universidad. Además, y los chavos, ¿de dónde salen? ¿Farmacia? ¡Ajá! Con lo bueno (sarcástico) que yo era en química, además eran cinco años.

    Fui a hablar con mi consejera, que era también mi profesora de Humanidades y a quien yo estimaba mucho, esperando no sé qué ya que la decisión yo sabía que tenía que salir de mí y no de ningún tercero. Ese episodio o esfuerzo fue como hablarle a un desierto. A la verdad no culpo a la profesora porque yo no le supe explicar con claridad o con sentido cuál era mi disyuntiva. Creo que lo único que le hice claro fue que las ciencias naturales no eran lo mío y que hasta ahora lo único que me atraía en la universidad eran las ciencias militares. Lo de la estrechez económica familiar y por ello la prisa en terminar en cuatro años se quedó en el tintero o mejor dicho en mi garganta porque nunca se lo expresé a pesar de que ella fue muy amable y me atendió sin prisa alguna prestándome atención como si yo fuera lo más importante en su agenda ese día.

    La recuerdo, como si la tuviese al frente ahora mismo, pero por más que trato no me acuerdo de su nombre. Lo único que me acuerdo es que era un apellido poco común en Puerto Rico. Sí me acuerdo que fue una excelente profesora y que su clase me agradó mucho, tanto así que saqué una muy buena nota, cosa más que rara en mis cuatro años por ese limbo intelectual en el que estaba sumergido conocido como bachillerato universitario. Así de buena fue, que muuuuuchoooos años después su enseñanza me ha servido para ofrecer con éxito (humildad aparte) los cursos de Humanidades 101 y 102 en el campus de Orlando del Sistema Universitario Ana G. Méndez.

    Tal vez algo tenga que ver que el Egipto antiguo, la Grecia antigua y la Roma antigua que ella me enseñó es la misma que yo imparto hoy día a mis estudiantes. Cleopatra sigue siendo Cleopatra (a pesar de Elizabeth Taylor), Sócrates sigue siendo Sócrates y Julio César sigue siendo Julio César que todavía está enojado con Brutus y con sobradísima razón, Alejandro el Grande sigue siendo Alejandro el Grande no importa su edad o su preferencia sexual.

    Volvamos a mi situación. Conversando con mis compañeros del palito del teatro: Belkis, Wisón, Pepín y después Capoca, me enteré que o ya estaban o pensaban entrar a la facultad de Comercio después del Básico para graduarse de Bachiller en Administración de Empresas, casi todos con especialidad en contabilidad. Eso me puso a pensar que de lo disponible en Río Piedras ese curso de acción era lo que más se acomodaba a mis necesidades . . . era de cuatro años, estaba de moda por lo cual la perspectiva de tener que ayunar a lo Ghandi después de graduado se minimizaban y lo más importante me daba tiempo para dedicárselo al ROTC y a los cuatro años simultáneamente recibir una comisión como segundo teniente del ejército.

    Volví donde mi orientadora y le pregunté sobre esa posible solución a mi dilema. Me miró y me dijo: "creo que está bien. Sellado el trato. Ahora el trago amargo de decírselo a Mamy y a Papy. Me imaginaba a Tío Miguel cuando se enterara diciendo: Se fijan, si me hubiesen hecho caso estaría en Michigan sin esas pamplinas en la mente".

    Bueno, camino difícil se cruza rápido. Aproveché una tarde antes de cenar donde percibí de que ambos estaban de buen humor y sin encomendarme a nadie solté a boca de jarro mi decisión. El silencio fue ensordecedor, yo no había estado tan nervioso desde el episodio del desfile de las fiestas patronales de Arecibo y mi cortísimo reinado con Ivette, sudé la gota gorda hasta que Mamy me miró y me preguntó: ¿esa es tu decisión y la has pensado bien? ¿Hay algo que te preocupa que no nos has dicho? La primera pregunta fue fácil de contestar, Sí y Sí. La segunda fue la que me causó problemas y angustias mentales. Yo sabía que ni Mamy ni Papy aceptarían mi razón de lo económico como algo de valor en el proceso decisional ya que ambos pero principalmente Mamy había dicho vez tras vez desde el fondo de su corazón que no importaba si ella tenía que lavar pisos de rodillas para costearme los estudios de medicina ella estaba no sólo dispuesta sino también orgullosa de hacerlo.

    Te confieso que al pensar y contarte esto que pasó hacen tantos años, se me nublan los ojos y se me hace un nudo en la garganta. Qué pena que el Señor no me dio habilidad en esas materias como me las dio en otras para haber podido complacer a Mi Ídolo. Él sabe lo que hace.

    Pasado el Rubicón, a cambiarme de especialidad se ha dicho. No recuerdo que haya sido muy difícil que digamos ya que yo o había o estaba en el proceso de aprobar aunque fuese raspa cum laude las clases requisitos para Comercio. Ese nuevo trayecto fue mucho más amargo y aburrido de lo que yo me pude haber imaginado. De todos, creo que 120, tal vez fueran más créditos requeridos para obtener el bachillerato. Sólo como más o menos nueve me interesaron. El resto fue una completa y total pérdida de tiempo y dinero.

    Economía 101 (la básica) con Toño González que por él fue un deleite y aprendí materias que nunca se me han olvidado, Moneda y Banca con el Dr. Quintero que muy a pesar de él, que era un egomaníaco a la décima potencia, la clase o mejor dicho la materia fue interesante y por mi cuenta aprendí muchísimo, Ética Comercial con la Señorita (ella exigía que la llamaran así) Ana María O’Neill fue interesante por las cosas locas de ella como cuando en los exámenes me ponía C por apego al texto y en el próximo examen C por despego al texto. ¿En qué rayos quedamos? Y al final A en la clase por excelente trabajo. Derecho Mercantil fue de todas mi fuerte. Esa clase la daba un profesor, y estiro el título, bien politizado (me reservo el nombre por si acaso no se ha muerto) y a mí me encantaba y no faltaba ni llegaba tarde por nada del mundo.

    Todo iba a las mil maravillas hasta que un buen, mejor dicho mal día, a ese mal llamado profesor le entró lo de independentista acérrimo y empezó una diatriba insensata. Yo no aguanté y a toda boca lo interrumpí y le pregunté: ¿Qué diablos vamos a usar para apoyar la moneda puertorriqueña y cómo la vamos a llamar? ¿Gaspacho de cocos y la llamamos el coquí? Para qué fue aquello. Ese míster se puso colorao como uno de los jachos del Partido Socialista de Reyes Delgado y me botó como bolsa de la clase.

    Yo me fui ese día pero seguí asistiendo a cada clase y él botándome en cada clase. Llegó el día del examen final y yo allí como un clavo. Al principio no me quiso dar el examen pero yo me cuadré y unos compañeros me apoyaron y no le quedó más remedio que darme los papeles del examen final. Me imagino que él se creía que no habiendo estado en clase todos esos días que él me botó no había manera que yo lo pasara. Yo le tenía una sorpresita. Estudié para ese examen como nunca lo había hecho ni lo volví a hacer sino hasta la reválida de leyes. Le pateé la porquería de examen y no tenía duda alguna de que había sacado perfecto. Fui el primero en entregar y con gestos sumamente jactansiosos salí por la puerta como si fuera la última Coca Cola en el desierto. Me dio F.

    Le conté a Papy por primera vez lo que me había ocurrido con ese tipo. Ni corto ni perezoso nos montamos en la tartana de carro que teníamos y llegamos de Saint Just, donde vivíamos, a Floral Park donde vivía el tipo en tiempo récord. La casa de él tenía un balcón enrejado con un portón también de hierro para entrar. Papy me escondió detrás de unas pabonas y llamó al profesor por su nombre. Él salió al balcón y Papy le preguntó si le podía hacer una consulta que él le pagaba. El míster era un abogado tri li lí y al oír dinero vino y se acercó demasiado a la reja. Papy lo agarró por el cuello de la camisa y lo restrayó contra el portón diciéndole: "Canto de hijo de la gran puta ¿qué carajo le has hecho a mi hijo? Luis sal para que "te vea este cab . . ." Ese señor literalmente se orinó encima y balbuceó que arreglaría el asunto al otro día. Papy le dijo: "más vale o te vengo a visitar de nuevo con unos amigos".

    Honestamente yo por poco también me orino encima ya que fue la primera y última vez que yo vi a Papy con tanto coraje. Sí, yo sabía y todo el mundo sabía que él tenía mal genio pero nunca yo lo había visto tan endiablado. También yo pensaba: "alguien va a llamar a la policía y aquí vamos preso el viejo y yo otra vez como nos pasó en Barceloneta en un juego de pelota pero aquí no está Darío Goitía para sacarnos". Se me olvidó contarte ese episodio en la otra conversación que tuvimos. Pues qué se va a hacer.

    Efectivamente al otro día ese señor cambió la nota a D, la segunda y última pipona que tuve en mi vida como estudiante. No sé si te acuerdas pero la primera fue en Carpintería en la Jefferson la cual fue más que bien merecida, pero ésta no me la merecía en lo más mínimo. Cuando se lo dije a Papy, volvió a ponerse color tomate maduro del coraje y me preguntó: "Luis, ¿qué nota tú crees que sacaste? Yo con toda honestidad le dije que yo me merecía una A porque me la gané con el examen final que fue la única prueba que esa excusa de maestro dio en todo el semestre. Fue y buscó el sombrero (Papy no salía de la casa en esos tiempos sin sombrero aunque le pagaran) y me dijo: "Vente que vamos a visitar a ese hijo de . . .".

    No sé si te había dicho que Papy padecía de alta presión y que en Arecibo mientras veíamos una película en el Teatro San Luis sufrió una hemorragia enorme por la nariz que tuvimos que correr con él para el hospital que gracias a Dios quedaba bien cerca. Años, muchos años después a mí me pasó lo mismo. Gracias a María mi hija (y en un segundo episodio) y a mi más que amigo, hermano, Israel, que corrieron conmigo desde Playas del Yunque en Río Grande hasta primero el Hospital Militar de Roosevelt Roads y después al Centro Médico. Yo por poco las enlío ya que desafortunadamente heredé lo de la presión de Papy. Después te cuento más de ese horrible episodio causado por tal vez el mal rato más grande que he pasado en mi vida y que se parece a la canción de Juan Luis Guerra llamada La Bilirubina.

    Yo no quería correrme ese riesgo otra vez con Papy y pensé correctamente que no valía la pena que él formara la grande por una trapo de nota. Después de todo, con la D yo me graduaba y allá el míster con su conciencia, si la tenía. Por otro lado, en esos cuatro años de bachillerato, gocé un millón y las amistades que hice han durado para siempre.

    Para mí, como que el tiempo no ha pasado cada vez que tengo la suerte de encontrarme con cada uno de ellos. No sé cuántas fueron las cortadas de clase que dimos para irnos a darnos unas frías vestidas de novia (cervezas casi heladas) y bailar, como dice el merengue, apambichao, aunque no lo creas, en una gasolinera. La gasolinera Lugo, o mejor dicho sus dueños hicieron un salón de baile con barra y vellonera y lo más importante con precios módicos como para estudiantes universitarios pelaos como un chucho. Bien céntrica, en la esquina de la Barbosa y la 65 de Infantería. Esa gasolinera se convirtió en una de las cuevas de nosotros para desgracia de las notas, por lo menos las mías.

    Algo de lo que no me puedo olvidar, por lo insólito, era el Boquio que cogía unas borracheras espectaculares con 7Up ya que él no tocaba nada con alcohol, del resto de los estimulantes (para él, legales e ilegales, ni hablar. Creo que había probado hasta cosas que no se habían inventado todavía. En serio, parece que se auto sugestionaba y a la segunda 7Up estaba más alegre que un perro con dos colas y se convertía en un borracho simpático y cómico por demás. También siendo veterano de Corea y viniendo de una familia pudiente, tenía más chavos que nosotros y una de sus manías, borracho o sobrio, era el pagar la cuenta pero por más que insistiera nunca lo dejábamos ya que siempre hacíamos uno de los famosos serruchos estudiantiles y cada cual ponía en el pote lo que pudiese. Si no nos daba para pagar toda la cuenta entonces sí le fajábamos ya que la alternativa era pasar un mal rato con la policía de Río Piedras que no era muy amiga de los estudiantes universitarios que digamos.

    Lugo’s no era Chaquin’s otra de nuestras cuevas donde el dueño, obviamente llamado Chaquin, era muy pro-estudiante y sé que no me lo vas a creer pero lo juro, nos fiaba hasta que nos llegara la beca o para el tercer año los $27 dólares que recibíamos del ROTC avanzado. Te cuento más de esa gloriosa barra un poco más tarde. Otra de las escapadas fabulosas que nos dábamos era para la playa. No me acuerdo bien pero de una forma u otra aparecía uno o dos barriles de cerveza Corona o la que estuviera más barata y se montaba con prioridad de espacio en uno de los carros que alquien tuviese ese día, normalmente el de Nené, y a coger sol, beber y si tenías suerte, acurrucarte hasta el amanecer con la que estuviese sin compañero y te diese la oportunidad.

    Mientras más pienso en esas escapadas más me maravillo de que se diera el milagro de que me pudiese graduar de bachillerato con un promedio de B, bajita pero B como quiera. Tal vez mis notas del ROTC, que para esa época contaban para el promedio general, pero no sé ahora, me ayudaron ya que siempre saqué A en todas ellas. En verdad no sé, ni me importa, ya que el promedio fue lo suficiente para que me aceptaran en estudios graduados en Farleigh Dickinson University de New Jersey, Interamericana de Puerto Rico y la prestigiosa y muy selectiva Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico.

    Claro está, el raquítico promedio pero junto con los resultados de

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