Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

El amor es fuego: El sendero místico sufí de retorno al Hogar
El amor es fuego: El sendero místico sufí de retorno al Hogar
El amor es fuego: El sendero místico sufí de retorno al Hogar
Ebook258 pages5 hours

El amor es fuego: El sendero místico sufí de retorno al Hogar

Rating: 5 out of 5 stars

5/5

()

Read preview

About this ebook

[Spanish version]El amor es fuego es una introduccin al sendero suf del amor y lleva al lector a la pasin y sabidura de esta tradicin mstica. El llamado del corazn y cmo nos atrae de regreso a la unin divina es uno de los grandes misterios de la humanidad, y para los sufes, este amor es un fuego que consume todos los rastros de la separacin. El amor es fuego est basado en charlas y encuentros con Llewellyn Vaughan-Lee, que ensea cmo vivir este arder. Describe los estadios del sendero de amor en el viaje del alma a casa. Este es un libro para todo aquel atrado al fuego del amor divino.[English version]Love is a Fire is an introduction to the Sufi path of love, taking the reader into the passion and wisdom of this mystical tradition. The call of the heart and how it draws us back to divine union is one of mankind's greatest secrets, and for the Sufi this love is a fire that burns away all traces of separation. Love is a Fire is based on live talks and meetings with Llewellyn Vaughan-Lee, who teaches how to live this burning. He describes the stages of the path of love on the soul's journey home. This is a book for anyone drawn to the fire of divine love.
LanguageEnglish
Release dateJan 15, 2015
ISBN9781941394007
El amor es fuego: El sendero místico sufí de retorno al Hogar

Read more from Llewellyn Vaughan Lee

Related to El amor es fuego

Related ebooks

New Age & Spirituality For You

View More

Related articles

Reviews for El amor es fuego

Rating: 5 out of 5 stars
5/5

1 rating0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    El amor es fuego - Llewellyn Vaughan-Lee

    PREFACIO

    Con el fin de mantener la continuidad y simplicidad del texto, a lo largo de este libro se hace referencia a Dios, el Gran Amado, como Él. La Verdad Absoluta no es, naturalmente, ni masculina ni femenina. Ésta tiene tanto un aspecto masculino divino, como también un sobrecogedor aspecto femenino.

    INTRODUCCIÓN

    En todo el universo solo existen dos, el amante y el Amado.

    Bhai Sahib

    La canción del amor existe en cada corazón. Cada uno de nosotros anhela ser amado, amado por una madre, un amante, un amigo, un esposo o una esposa. Añoramos ser acariciados, ser sostenidos, ser abrazados, ser comprendidos, ser necesitados. Necesitamos saber que somos amados, y a su vez necesitamos amar. El amor es la música primordial de la vida, la canción de la creación, la esencia de ser humano.

    En algunos, la necesidad de amar está sepultada bajo necesidades, bajo problemas psicológicos u otros patrones. Sus sentimientos pueden estar atrapados en una maraña de miedos o inseguridades, ocultos o inaccesibles. Algunas personas se asustan de su necesidad de amor o de su naturaleza intangible, y buscan entonces seguridad material; con una avidez de dinero o posesiones, encubren un hambre más profunda. Algunas personas parecen escapar del amor, buscando el dolor o el rechazo como modo de evitar la vulnerabilidad del amor. Y alguna gente es atraída por el amor, atraída cada vez más profundamente dentro de sí mismos al centro de su ser. Son atraídos a la esencia del amor, a la raíz de la raíz del amor que es el amor del alma por Dios y el amor de Dios por la creación.

    Quienes son atraídos a la raíz del amor son místicos. Los místicos no se satisfacen con los patrones superficiales de amor, con los enredos emocionales y las inseguridades del amor humano. Ellos buscan un vino más puro, una pasión más potente. Necesitan la esencia del amor, su divina sustancia. Por cientos de años, los místicos han estado recorriendo senderos de amor secretos, senderos que llevan a la orilla del océano de amor infinito. A algunos de estos viajeros se los conoció como sufíes, caminantes en el sendero del amor. Los sufíes son amantes de Dios volviendo al Hogar, al Amado de sus corazones. Como los sufíes son amantes de Dios, su relación con Dios es la de amante y Amado.

    Ciertas almas necesitan saber que aman a Dios. Son atraídas a este amor como la polilla es atraída a la llama. Hay una chispa en el corazón del amante que se enciende por el amor y solo puede ser satisfecha por la unión con Dios. ¿Pero cómo vive uno este romance del corazón de corazones? ¿Cómo realiza uno este viaje al Hogar? Por siglos los sufíes han intentado describir la forma en que el amor nos lleva de regreso a Dios. Han hecho mapas del camino a través del desierto de separación y descrito las provisiones que necesitamos para este viaje: las prácticas y las cualidades que le permitirán al amante volver al Hogar, al Amado.

    Cada uno a su manera, es atraído hacia Dios. Cada uno a su modo realiza el viaje de la dualidad a la unidad. Hay muchos senderos sufíes distintos que reflejan las diferentes necesidades de los caminantes. Algunos son llevados a la arena de sus corazones mediante la música y la danza, mientras que para otros el silencio es el único camino. Pero en el fondo está la nota única del anhelo del alma por Dios, el clamor que proviene de las profundidades del corazón y nos trae el recuerdo de nuestro verdadero Hogar, de a donde pertenecemos realmente. Todo sendero sufí despierta este lamento del alma, su llamado desesperado, y nos ayuda a seguirlo. Ese llamado, ese grito implorante del corazón es un hilo dorado que nos guía a través del laberinto de nuestra propia psique y también a través de las distracciones del mundo.

    El anhelo nos lleva de regreso a Dios, lleva al amante de vuelta a los brazos del Amado. Este es el antiguo sendero del místico, de aquellos que están destinados a hacer el viaje a las orillas más lejanas del amor. La razón por la cual somos llamados a esta búsqueda es siempre un misterio, porque los caminos del corazón no pueden ser entendidos por la mente. El amor nos atrae hacia el amor y el anhelo es el fuego que nos purifica. Los sufíes conocen los secretos del amor, el modo en que el amor nos toma y nos transforma. Ellos son la gente del amor que han mantenido vivos los misterios del amor divino, de lo que está oculto en las profundidades del ser humano.

    Desde el comienzo de los tiempos, mucho, mucho antes de que se llamasen sufíes, la gente del amor ha portado esta sabiduría para la humanidad. El sufismo es la antigua sabiduría del amor, un conocimiento que es tan gratuito como la luz del sol. Los sufíes le pertenecen únicamente al amor y en sus esencias, ellos son libres de las constricciones de la forma externa. Así como el amor no tiene forma, el sufismo también es Verdad sin forma. De acuerdo a la necesidad del momento, del lugar y de la gente, durante distintos periodos, el sufismo aparece de forma externa diferente. Pero debajo de las vestiduras del místico existe solamente la unidad del amor, una unidad que no puede ser limitada ni restringida.

    El corazón tiene muchos secretos y su mayor misterio es cómo puede contener las maravillas de Dios. El corazón es el lugar de encuentro del amante y el Amado, el lugar donde el amante se disuelve en el amor. Aquellos que son atraídos a la arena del amor, de un amor que lleva la fragancia de lo que es Real, pueden aprender de los sufíes y seguir los pasos de esos peregrinos del corazón, esa banda de amantes que han probado la dulzura que existía antes que la miel o la abeja. Los sufíes nos cuentan de este viaje, y sus mapas delinean los estadios a lo largo del recorrido. Su conocimiento del amor está vivo y pertenece a aquellos que han sido despertados por el amor y necesitan encontrar su camino de retorno a su Amado.

    Todos los sufíes cantan una única canción, la del amante y el Amado. El Amado mira dentro del corazón del amante y lo enciende con la chispa del recuerdo, con el llamado al viaje. Esta chispa se vuelve un fuego que nos quema, que nos vacía de todo excepto del amor. Por medio de este fuego de amor, llegamos a conocer la esencia del amor, el mayor secreto oculto en cada célula de la creación. Al hallar lo que somos verdaderamente, nos perdemos en la verdad mística de la humanidad, que no existe nada más que Dios.

    1. EL SENDERO DEL AMOR

    Eres un sufí cuando tu corazón es tan suave y cálido como la lana.

    Tradicional

    LOS AMANTES DE DIOS

    El sufismo es un sendero del amor. El sufí es un viajero en la senda del amor, un caminante regresando a Dios a través de los misterios del corazón. Para el sufí, la relación con Dios es aquella del amante y el Amado, y además los sufíes son conocidos como los amantes de Dios. El viaje hacia Dios tiene lugar en el corazón y por siglos, los sufíes han estado viajando dentro de sí, a las cámaras secretas del corazón donde el amante y el Amado comparten el éxtasis de la unión.

    Hay algunas personas para quienes la vida espiritual tiene que ser un amorío, un romance apasionado del alma. Este amorío extraordinario tiene lugar en el corazón y es uno de los grandes misterios de ser humano. Amar a Dios y ser amado por Dios, experimentar la profundidad e intimidad de esta relación, es un secreto que los sufíes conocen desde hace mucho tiempo. Dentro del corazón, nos acercamos cada vez más a nuestro Amado, tan cerca que finalmente cuando el amante se funde en el Amado, no hay separación, el amante se disuelve en el amor. Caminamos paso a paso a lo largo del sendero del amor hasta que al final somos llevados por el amor hacia el amor; somos llevados por Dios a Dios y entonces no hay vuelta atrás, solo una profundización cada vez mayor de este romance del alma. Este es el viaje ancestral desde la separación a la unión, el viaje de regreso desde nuestro propio yo a un estado de unidad con Dios.

    En este viaje, el amor es la fuerza que nos llevará al Hogar. El amor es la fuerza más poderosa del universo y reside dentro del corazón de cada uno de nosotros. Pero este amor necesita ser despertado. El corazón necesita ser activado para que pueda llegar a conocer su pasión original, el vínculo de amor que circula por el mundo y es nuestra propia esencia.

    Desde el inicio del tiempo, ha habido maestros del amor, maestros espirituales que comprendieron los modos del amor, cómo activar y canalizar este poder latente dentro del ser humano. Ellos llevan en sí el conocimiento de cómo despertar el anhelo que tiene el alma por Dios y cómo ayudar al amante a vivir este anhelo, de cómo permitir que este anhelo sea satisfecho para que el amante llegue a experimentar la cercanía, la intimidad y finalmente la unión con Dios. Esta es la antigua sabiduría del amor, cómo activar el corazón, cómo trabajar con las corrientes de amor para que el ser humano sea llevado de regreso a Dios. Y esta es la sabiduría de los sufíes, la antigua senda del amor que ha existido siempre, desde mucho, mucho antes de que se llamaran sufíes.

    Existe una historia sobre un grupo de místicos, un grupo de amantes de Dios que se llamaban los Kamal Posh. Kamal Posh significa los enmantados, porque su única posesión era un manto que vestían como cobertor durante el día y como frazada a la noche. Cuenta la historia que ellos viajaron por todo el mundo antiguo [yendo] de profeta en profeta, pero nadie pudo satisfacerlos. Cada profeta les decía que hicieran esto o aquello, y esto no los satisfacía. Luego, un día en tiempos de Muhammad, el Profeta estaba sentado junto con sus compañeros cuando anunció que en un cierto número de días vendrían los hombres de Kamal Posh. Sucedió que en ese número de días este grupo de Kamal Posh vino al Profeta Muhammad. Y cuando estuvieron junto a él, él no dijo nada, y sin embargo los Kamal Posh se sintieron completamente satisfechos. ¿Por qué se satisficieron? Porque él creó amor en sus corazones, y cuando el amor es creado, ¿qué insatisfacción puede haber?

    El sufismo es la antigua sabiduría del corazón. No está limitada por el tiempo ni el lugar ni la forma. Siempre fue y siempre será. Siempre existirán amantes de Dios. Y los Kamal Posh reconocieron que Muhammad conocía los misterios del corazón. Se quedaron con el Profeta y se asimilaron al Islam. Según esta tradición, los Kamal Posh se volvieron el elemento místico del Islam, y más tarde estos caminantes se conocieron como sufíes, tal vez en referencia al manto de lana blanco que vestían, sûf, o como una indicación de la pureza de su corazón, safâ, porque también se los conoció como a los puros de corazón.

    Estos amantes de Dios se convirtieron al Islam y observaron las enseñanzas del Corán, pero desde un punto de vista místico. Por ejemplo, en el Corán hay un dicho que Dios, Allah está más cerca de nosotros que nuestra yugular (Sura 50:16). Para los sufíes, este dicho habla sobre la experiencia mística de la cercanía con Dios. El sufí no se relaciona con Dios ni como un juez ni como una figura paterna ni como el creador, sino como nuestro propio Amado, que está tan cerca y es tan tierno, tan íntimo. En los estados de cercanía, el amante experimenta una intimidad con el Amado que lleva la suavidad y el éxtasis del amor.

    Todos anhelamos ser amados, todos anhelamos ser nutridos, ser sostenidos y lo buscamos en otro; buscamos un hombre o una mujer que pueda completarnos. Pero el místico conoce la verdad más profunda, que ninguna persona puede responder a nuestras necesidades reales. Tal vez por un tiempo un amante externo puede parecer que nos da el amor y ayuda que deseamos, pero un amante externo siempre será limitado. Únicamente en el corazón pueden ser satisfechos total y completamente nuestros más profundos deseos, nuestras mayores apasionadas necesidades. En momentos de intimidad mística con Dios, se nos da todo lo que podríamos querer y más de lo que creeríamos posible. Él está más cerca nuestro que nosotros de nosotros mismos, y Él nos ama con la totalidad que le pertenece solo a Dios.

    Otro pasaje del Corán que tiene un significado místico es el verso de la luz del Sura 24 que contiene la frase: Luz sobre luz, Allah guía a Su luz a quien Él quiere. Los sufíes han interpretado que las palabras luz sobre luz describen el misterio de cómo Su luz, oculta dentro de nuestro propio corazón, asciende a Dios dándonos el anhelo y la luz que necesitamos para el viaje. Él despierta la lámpara de la luz divina en los corazones de quienes creen en Su unidad. Para el sufí, esta luz es una realidad viva que se siente como amor, ternura y también como la guía que se necesita para ayudarnos en el camino. Su luz nos lleva de regreso a Él, del dolor de la separación al abrazo de la unión.

    No solo el Corán, sino también los hadîth, los dichos atribuidos al Profeta, a menudo portan un significado interior para el sufí. Uno de los más conocidos es: Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor. Este hadîth se refiere a todo el misterio del autoconocimiento, de ir dentro de uno mismo, descubrir tu verdadera naturaleza, no lo que piensas que eres, sino lo que realmente eres. El sufismo es un sendero del amor y también un camino de autoconocimiento, de llevar la luz de la conciencia al centro de nuestro ser. El viaje espiritual es siempre hacia dentro de uno mismo, un proceso gradual de autoconocimiento cuando comprendemos el verdadero milagro de ser humano. El caminante emprende el más difícil y osado de los viajes, dándole la espalda al mundo externo de la ilusión y volviéndose hacia Dios, no como una idea, sino como una realidad viva que existe en el corazón. Este es un viaje de auto-revelación, un proceso doloroso de dejar atrás nuestra naturaleza ilusoria, el ego, y entrar a la arena de nuestro verdadero Ser. Y como dice explícitamente otro hadîth, en este viaje necesitas morir antes de morir: antes de poder experimentar el estado más profundo de unión con Dios, el ego debe ser sacrificado; tienes que arder, [tienes que] ser consumido por el fuego del amor divino.

    LOS AMIGOS DE DIOS

    En los primeros días del sufismo, se dejaba escrito muy poco; únicamente había lumbreras, santos, amigos de Dios, walî, que vivían su propia pasión espiritual, su devoción más profunda. Una tal santa fue Râbi‘a, una mujer que nació en la esclavitud, pero cuyo amo quedó tan conmovido ante la intensidad de su devoción que le otorgó su libertad. Ella llegó a ser conocida por acentuar el amor que existe entre el místico y Dios. Con su mirada siempre hacia Dios, no se interesó por nada que pudiese distraerla o interferir en su relación. Una vez le preguntaron: ¿Amas a Dios?. , contestó. ¿Odias al diablo?. No, mi amor por Dios no me da tiempo de odiar al diablo.

    La plegaria de Râbi‘a enfatiza el rechazo a todas las cosas excepto a Dios: Dios mío, cuantos bienes me hayas reservado en este mundo, dáselos a tus enemigos y cuanto me hayas reservado en el otro, dáselo a mis amigos. Tú eres suficiente para mí. Un romance externo podría darnos una apariencia de satisfacción, pero la intensidad del amor interior que pertenece a la relación mística con Dios nos da una plenitud total y absoluta. Hasta no haber probado el grado de esta plenitud interior, apenas si te atreves a soñar que sea posible. Pero a medida que el caminante camina a lo largo de esta senda, a medida que el amante se acerca a su Amado, la realización se profundiza cada vez más y se completa cada vez más; y sabes con la certeza que nace de la experiencia, que solo el Amado puede brindarte lo que necesitas. Como dijera Râbi‘a: Tú eres suficiente para mí.

    Para el sufí todo se recibe por medio del amor, en el corazón. Y se entrega porque es la voluntad de nuestro Amado: Allah guía a Allah a quien Él quiere. El trabajo del caminante es verdaderamente un trabajo de preparación, vaciar la copa de uno mismo para que Él pueda llenarla con el vino del amor, la sustancia embriagadora de Su amor por nosotros. El místico sabe que el único obstáculo entre nosotros y nuestro Amado es nuestro propio ego, como lo expresó apasionadamente Al-Hallâj, el sufí del siglo X:

    Entre Tú y yo persiste un soy yo

    que me atormenta.

    Ay, por misericordia, quita este soy yo

    de entre nosotros dos.

    El amante anhela arder en el fuego del amor hasta que se vacíe, de modo que el Amado pueda llenar su corazón con el vino del recuerdo divino, con el sabor de la cercanía, con las intimidades del amor. Él nos llama y nosotros dejamos el mundo y nos tornamos hacia nuestro Amado, para que Él pueda revelar el secreto que Él ha puesto en nuestros corazones, el milagro de la unidad, la unión interior más profunda del amante y el Amado. Nuevamente citando a al-Hallâj: Soy Aquel a quien amo y Aquel a quien amo soy yo.

    Como místicos, nosotros ardemos con el fuego del amor divino que Él ha encendido en nuestros corazones. Él nos llama y nosotros respondemos, dándole la espalda al mundo, dándole la espalda a nuestro ego, ahondándonos en el misterio oculto en el corazón. Y emprendemos este viaje, este sacrificio, porque es Su voluntad, porque Él ha mirado dentro de nuestro corazón. Alguien se acercó a Râbi‘a y le preguntó: He cometido muchas faltas; si me vuelvo arrepentido hacia Dios, ¿se tornará Él en misericordia hacia mí?. No –respondió--. Primero Él debe mirarte, luego tú puedes volverte hacia Él.

    Nos identificamos tan fácilmente solo con nuestro propio esfuerzo y nuestra propia voluntad que hemos olvidado la verdad fundamental de Su necesidad de nosotros, de Su amor por nosotros: de que Él nos guía de vuelta hacia Él porque es Su voluntad. Esta es la razón por la que el sufí pone tanta importancia en la entrega, e Islam significa entrega. El místico anda un sendero de entrega, rindiendo su voluntad, su propio ser a los misterios del amor, atraído a este viaje por el poder de Su amor por nosotros que Él despertara en nuestros corazones. El gran sufí del siglo IX, Bâyezîd Bistâmî, llegó a comprender esta verdad:

    Al principio estuve equivocado en cuatro aspectos. Me ocupé de recordar a Dios, de conocerLo, de amarLe y de buscarLe. Cuando llegué al final, supe que Él me había recordado antes que yo Le recordara, que Su conocimiento de mí había precedido a mi conocimiento de Él, que Su amor hacia mí había existido antes que mi amor hacia Él y que Él me había buscado antes que yo Le buscara.

    Su amor por nosotros es la esencia fundamental de nuestra existencia y de nuestra búsqueda espiritual. La totalidad del sufismo puede resumirse en el dicho del Corán: Él los ama y ellos Le aman (Sura 5:54). El amante dentro de su corazón sabe que esta es la esencia de la relación con Dios: Su amor por nosotros despierta nuestro amor por Él, Su amor nos atrae para que regresemos a Él. Todo el sendero es este drama de amor siendo representado dentro de nuestro corazón y nuestra vida.

    LA UNIDAD Y LA

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1