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63 Rounds de un Superviviente - 63 Rounds of a Survivor
63 Rounds de un Superviviente - 63 Rounds of a Survivor
63 Rounds de un Superviviente - 63 Rounds of a Survivor
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63 Rounds de un Superviviente - 63 Rounds of a Survivor

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Libro en inglés y español – English and Spanish book

En nuestra existencia siempre hacemos planes de como queremos que sea, pero que dificil es cuando pensaste que tenias todo preparado y de repente tu mundo cambia completamente. ?Que hacemos y donde nos apoyamos?

La vida de un superviviente es combatir y desafiar la adversidad sobre el sombrio escenario del sufrimiento y ser vencedor donde otros fenecieron.

Aunque medicamente fragil, pero luego de 63 cirugias de alto riesgo, mi hijo Rodwin ha logrado sobrevivir y convertirse en una fuente de inspiracion tanto para mi, su propia madre, como para muchos otros alrededor del mundo, ofreciendo un mensaje de esperanza, fortaleza y un espiritu inquebrantable.

En este proceso hemos aprendido que el Eterno Padre Celestial es la llave maestra para resultar victoriosos ante estas curvas del camino. Te invito a que juntos veamos como se manifiesta la mano de Dios a traves de las dificiles situaciones que este superviviente ha enfrentado durante todo este proceso. La promesa de este libro es dar fuerzas al que no tiene, llevar un mensaje de esperanza a quien lo necesita y, sobre todo, te hara ver que la mano de Dios estara contigo en las diferentes etapas del trayecto.

In our existence, we always make plans of how we want it to be, but how difficult it is when you thought you had everything prepared and suddenly your world changes completely? What do we do, and where do we support each other?

The life of a survivor is to fight and defy adversity on the grim scene of suffering and to be victorious where others perished.

Although medically fragile, but after sixty-three high-risk surgeries, my son Rodwin has managed to survive and become a source of inspiration both for me, his own mother, and for many others around the world, offering a message of hope, strength, and an unbreakable spirit.

In this process, we have learned that the Eternal Heavenly Father is the master key to be victorious before these curves of the road. I invite you together to see how the hand of God manifests itself through the difficult situations that this survivor has faced throughout this process. The promise of this book is to give strength to those who do not have it, to bring a message of hope to those who need it, and above all, it will make you see that the hand of God will be with you in the different stages of the journey.

LanguageEnglish
Release dateOct 18, 2021
ISBN9781662489624
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    63 Rounds de un Superviviente - 63 Rounds of a Survivor - Arq. Rosa Dilia Zayas

    cover.jpg

    63 Rounds

    of a

    Survivor

    Arch. Rosa Dilia Zayas

    Derechos de autor © 2021 Arq. Rosa Dilia Zayas

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING, INC.

    Conneaut Lake, PA

    Primera publicación original de Page Publishing 2021

    ISBN 978-1-6624-8961-7 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-6624-8962-4 (Versión Electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Tabla de contenido

    Capítulo I

    Capítulo II

    Capítulo III

    Capítulo IV

    Capítulo V

    Capítulo VI

    Capítulo VII

    Capítulo VIII

    Capítulo IX

    Capítulo X

    Capítulo XI

    Capítulo XII

    Chapter 1

    Chapter 2

    Chapter 3

    Chapter 4

    Chapter 5

    Chapter 6

    Chapter 7

    Chapter 8

    Chapter 9

    Chapter 10

    Chapter 11

    Chapter 12

    Consagro esta obra a mi amado Señor Padre Celestial que es mi dulce refugio en los momentos de aflicción y ha sido mi torre fuerte en tiempo de debilidad.

    A mi familia, mi esposo Edwin Zayas por ser mi pieza clave, mis dos hijos y mis padres Elpidio Gutiérrez y María Hilda Santana quienes han sido parte esencial para escribir este libro, ellos son quienes me dieron grande apoyo y los principales protagonistas de este sueño alcanzado.

    En homenaje a todas las familias de niños con necesidades especiales, que día a día luchan por un futuro mejor para ellos.

    Agradecimientos

    Agradezco tanto a Dios por la vida de la escritora y autora Louisa C. Ramos, quien es mi gran mentora y conexión divina. Gracias por creer en mí e impulsarme cada día a sacar de adentro la historia de mi vida. Me acogiste como tu proyecto, más yo estoy inmensamente, agradecida de ti porque hoy es una realidad, le suplico al Eterno que él mismo te retribuya todo lo que has hecho y que bendiga la mente brillante y el talento de oro que posees.

    Gracias a mi familia extensiva Gutiérrez Santana por su amor y oraciones, también a todos los hermanos de mi comunidad de fe en Santo Domingo, Texas, Boston, New York, New Jersey, Miami y Carolina del Norte, sean bendecidos con la grosura del cielo.

    Prólogo

    ¿Cómo son escogidas las madres especiales? No hay respuesta, ni manual para explicar, solo la atenuante labor que ellas realizan todos los días. Son, simplemente, fuertes capaces de enfrentar al mundo rompiendo todos los obstáculos.

    Dios puso la mirada desde el cielo a la Tierra y conforme a cada mujer le da instrucciones a sus ángeles para que visite a todas ellas. Es como la anunciación, buscando una hermosa mujer para cobijar al Rey de reyes. Tener un hijo es recibir la gracia del más allá. Una gracia que representa el fruto del amor y la continuidad a la vida, herencia que solo la sangre puede dar. Nunca se dijo que era fácil, todas aquellas buenas mujeres que experimentaron primero que nosotras, han dicho que ser madre no solo es cambiar pañales, calentar biberones o pelearte con los purés. Esto, a su vez, solo es el comienzo de un contrato de por vida. Uno se da cuenta de que es capaz de cualquier cosa en este mundo cuando se enfrentan con dificultades. La madre hace lo imposible por crear un cobertor para proteger, porque ella cree que todas las cosas son indispensables y podemos vivir sin ellas, sin embargo, tener y criar un hijo representa millones de ilusiones por quien uno debe vivir. Algunas veces no se cumple con el objetivo, tal solo se logra romper el molde y luego se decepcionan. El trabajo de madre implica todo: desde el baño, alimento y techo, en otras palabras, trabajo de 24 horas. Esta profesión es lo más noble y no hay remuneración, solo la sonrisa de ese pedazo de amor, carne de tu carne y sangre de tu sangre.

    Teóricamente el sentimiento de una madre es como el vaivén de un vals, mientras dura la música ella entrega el todo por el todo. La enseñanza es un de vida completo. El significado del amor y la vida que debe llevar, pero no siempre los hijos lo ponen en práctica. Cuando una madre termina de criar un hijo, siempre cree que debió hacer mejor. Ella puede poseer muchos bienes y control de su destino, pero si uno de sus hijos no está bien, física o emocionalmente, ella deja todo por atenderle. No puede decir que no, trata de sacar adelante y cuando ya no puede más dice: se me está dificultando y empieza a buscar nuevo horizonte para que su hijo esté bien. Algunos hijos no comprenden esto, solo cree que lo están lastimando, pero cuando llega a estado adulto y la historia se repite como el árbol de la vida. Una vez madre empieza a experimentar la gracia y saca fuerza de donde no hay, exprimiendo así el máximo sentimiento para dar un paso gigante. No ven defectos algunos en sus retoños solo la belleza. No hay sacrificio que ella no pueda saltar, todo lo enfrenta con valentía, aunque no todo son sobresaliente. A veces son dolorosísimos, otras veces llevaderos como una carga en la espalda, así se elige una madre especial.

    Louisa C Ramos

    Capítulo I

    Mientras observaba el clima húmedo, lluvia mezclada con nieve y los árboles sin hojas que podía apreciar desde mi ventana. Me pregunté si ellos también sufren las transformaciones de sus cuerpos o tan solo es como un anfibio que desenfunda su figura, sacando por parte las escamas viejas de su cuerpo para renovarse. Estas transformaciones no son fáciles de comprender, porque está fuera de nuestro alcance. Otra vez es diciembre y yo aquí atrapada en mis cuatro paredes sin saber a que lado voltear. Muchos niños, probablemente, están escribiendo cartas a Papá Noel, viajes con su familia, buena comida, y los juegos tradicionales que conlleva la navidad, entre otros. Sin embargo, aquí mi hijo Rodwin solo está luchando con el día a día. No puedo explicar lo doloroso y sofocante que es para mí, no veo salida alguna, solo ventanas abiertas con verjas por fuera.

    Mi amado hijo ha pasado numerosas cirugías y un sin fin de terapias, me duele verlo así, pero no puedo demostrarlo porque en el otro lado de la habitación está mi mamá, una madre, esposa y amiga abnegada tratando de animarme, contándome desde mi creación y poniendo soporte a mi espalda, que yo nací para triunfar y que ninguna cosa me haría sombra. Me recuerda mis logros escolares y proyectos de vida y yo sin poder avanzar un centímetro. No la quiero preocupar, solo sonrío y le digo que todo está bien, como aquella mujer sunamita, amiga de Eliseo.

    También me martilla mi mente diciéndome cuanta educación y yo sin hacer ni quinto con ellos. Quisiera plasmar cada uno de ellos en pinturas y retratos pero, al mismo tiempo, pienso que muy pocas personas entenderían. También pienso en la posibilidad de escribir un libro contando mi angustia y mi esperanza, pero el miedo me paraliza, no querer dejar al descubierto mis emociones. Tal vez deba escribir mensajes en botellas y mandársela a todas las mujeres que tienen hijos especiales, así ayudarnos a sacar fuerzas extrahumanas para llevar nuestra vida adelante. O tal vez deba subirme en un barco y navegar mar arriba y abajo sobre el Atlántico para apreciar el aire fresco del mar en mi cara y sentir que estoy viva. La realidad es diferente y mis vacaciones son los hospitales y para consolarme me repito a mí misma: «Todo es pasajero en la vida».

    Son las 10:00 a. m. y el timbre sonó de repente. Es la terapista y es hora de la terapia de Rodwin. Ahora tengo 45 minutos para mí por si quiero dedicarme al arte, pero no puedo porque, simplemente, soy una madre con un niño frágil con capacidades especiales. Aunque, pensándolo bien, escribiré para desahogar mi alma de todo lo dulce y amargo que conlleva este proceso. El libro Jasy habla que unas mujeres valientes, convirtieron el trago amargo en bebida dulce y el desierto en un jardín, yo quisiera creer en eso y usar un poco de esa poción, creer que mañana va a ser mejor.

    Desde el principio de mi niñez, soñaba con tener una familia feliz. Quería ser madre y de las buenas, aunque para ello no hay manual. Cuando hablábamos de niños, siempre pensábamos de unos cuantos y que todos ellos debían ser nuestra prioridad, así empezamos con los nombres. Yo quería que si fuese varón se llamara como su padre y si fuera niña como yo, pero mi esposo dijo que eso estaba fuera de moda y pensó que debíamos combinar el de él con el mío: la ro de Rosa y la dwin de Edwin. Cuando pienso en ello, fue el primer lienzo de mi vida, así había comenzado con la noticia de una dulce espera. En serio que estábamos muy felices y dispuestos a hacer lo que sea; para que esta vez sea mejor. Era de vital importancia poner énfasis en este embarazo, puesto que habíamos enfrentado un hola y un adiós eterno con nuestro primer bebé. Nos sentíamos devastados, queriendo saber qué fue lo que paso, pero los dos somos cristianos, aceptamos y pusimos como prioridad la voluntad del Señor en nuestra vida. Ahora, tiempo después, Dios nos había dado nuevamente la oportunidad de ser padres. Todo estaba marchando sobre ruedas, visitas médicas periódicamente, alimentos adecuados y reposo. Pero, una mañana, cuando apenas cumplía mis veinte semanas, fui al baño y a pesar de no sentir una gota de dolor, algo estaba saliendo de mi cuerpo y supe, rápidamente, que las cosas no andaban bien.

    Para mi sorpresa la fruta quería desprenderse del árbol, pero aún no era tiempo. Me impresionó mucho estar en la misma silla de hace dos años. Los médicos entendieron mi angustia de madre e idearon un plan para retenerlo. A través del ultrasonido se dieron cuenta de que mi cuerpo ya no era lugar seguro para él. Lo que científicamente se puede hacer lo aplicaron, pero sin ningún resultado positivo. Una semana después decidieron que estuviera, por el resto de mi embarazo, hospitalizada. Los días me parecieron semanas y las semanas meses tolerando dificultades de toda índole. Al cabo de cuatro semanas cumplidas, esa noche después de una breve oración pidiéndole a mi Padre Celestial que tomara cuidado de cada parte de mi bebé, se me adelantó el parto, faltándome tres meses de gestación.

    El verano del 2004 fue inolvidable, en la ciudad de

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