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Si los árboles hablaran: enseñanzas de vida desde la sabiduría de los bosques
Si los árboles hablaran: enseñanzas de vida desde la sabiduría de los bosques
Si los árboles hablaran: enseñanzas de vida desde la sabiduría de los bosques
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Si los árboles hablaran: enseñanzas de vida desde la sabiduría de los bosques

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About this ebook

Holly Worton ha pasado los últimos años hablando con árboles: tejos, robles, hayas y sicomoros. Probablemente te estés preguntando: ¿Cómo es que los árboles pueden hablar? ¿Esto es en serio?

 

Los árboles son organismos vivos que respiran y con quienes los humanos pueden conectarse y hablar a un nivel más profundo mediante una comunicación telepática.

 

Los árboles tienen una perspectiva mucho más amplia de la vida que la nuestra. Los árboles pueden vivir cientos – e incluso miles – de años.

 

Esto significa que los árboles tienen miles de años de sabiduría que podemos aprovechar. Hablar con ellos puede ayudarnos a regresar a nuestro verdadero ser y reflejarnos las cosas que necesitamos ver en nosotros mismos; también puede ser un espacio para una sanación profunda.

 

Sin embargo, y dado que vivimos en la era de la tecnología, pasamos nuestras vidas conectados a computadoras, teléfonos móviles y videojuegos. En consecuencia, nos hemos desconectado cada vez más de nosotros mismos y de la naturaleza…. Que de alguna manera son lo mismo.

 

Este libro fue concebido para animarte a regresar a la naturaleza y a recurrir a la magia y la sabiduría de los árboles. Al reconectarte con la naturaleza, podrás mejorar tu relación contigo misma… algo que te ayudará a tomar mejores decisiones que seguramente estarán más alineadas con la vida que buscas.

LanguageEnglish
Release dateNov 19, 2020
ISBN9781911161325
Si los árboles hablaran: enseñanzas de vida desde la sabiduría de los bosques

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    Book preview

    Si los árboles hablaran - Holly Worton

    Parte I

    Introducción

    Recuerdo exactamente cuándo fue que comencé a hablar con los árboles: mayo del 2015. Un par de años antes, comencé a recibir correos electrónicos semanales de los Registros Akáshicos de parte de mi amiga Vickie Young, y fue uno de sus mensajes lo que dio inicio a un nuevo capítulo en mi vida y que finalmente condujo a la creación de este proyecto. Los Registros Akáshicos son una extensa biblioteca de anales energéticos de todas las almas existentes, incluyendo sus vidas pasadas, presentes y futuras. Abarcan todos los eventos, pensamientos, palabras, emociones e intenciones que hayan ocurrido, que ocurran o vayan a ocurrir en estas vidas pasadas, presentes o futuras. Es como un archivo de cada persona a lo largo de toda sus vidas. Se cree que cada alma tiene sus propios Registros, como si fuera un conjunto de enciclopedias donde cada libro de la colección representa una sola vida. Es la historia —y el futuro— de tu alma.

    Se puede acceder a estos registros rápida y fácilmente de distintas maneras. Hay muchos programas de capacitación disponibles en línea, y la autora Linda Howe comparte en sus libros una oración simple que se puede utilizar para acceder a los Registros. Así es como aprendí a acceder a los Registros Akáshicos por primera vez, y así es como sigo haciéndolo hoy.

    Aunque sé cómo acceder a mis propios Registros, rara vez me tomo el tiempo para hacerlo: es por eso que valoro enormemente los mensajes semanales que recibo de Vickie. Son cortos y enfocados, y a menudo proporcionan un punto de partida para mi trabajo interno cada semana. Los he estado recibiendo de vez en cuando desde el 2013, y son una parte muy importante de mi trabajo de desarrollo personal. En aquella semana en particular, durante mayo del 2015, recibí el siguiente mensaje de Vickie y los Guardianes de mis Registros Akáshicos:

    Esta semana, Holly, cuando estés en tus paseos sagrados, toma un momento y escucha a los espíritus de las plantas. Tienen mucho que decirte y desean compartir contigo el conocimiento de la medicina que ellas, las plantas, tienen para ti y para los demás.

    Pon tus manos sobre un árbol (¡ya sabes, El Árbol!) y escucha una voz, que acaso venga de una manera inesperada. Siente la energía del árbol y observa cómo se despierta y cómo se mueve hacia adentro. Siente la energía del árbol dentro de tu cuerpo y notarás que un chakra se agita.

    Observa esto en cada planta que tocas. Verás ... cada planta con la que entres en contacto tendrá una influencia y un mensaje saludables para ti.

    ¡Todo lo que tienes que hacer es escuchar y creer!

    Para ser honesta, era un poco escéptica cuando leí este correo electrónico. ¿Yo? ¿Hablar con arboles? No sé cómo hacerlo, pensé. Pero más tarde en esa semana, cuando salí a dar mi paseo diario por la Naturaleza, tuve la oportunidad de intentarlo cuando me perdí en el bosque. De hecho, me perdí tantas veces que convertí una caminata de 11.6 millas (18.6 km) en una caminata de 16.7 millas (26.8 km). Estaba en una ruta de Milford a Haslemere en Surrey, Inglaterra, siguiendo las instrucciones escritas que había impreso. No tenía un mapa conmigo, lo cual en aquel entonces no era inusual pues era algo que solía hacer. Fue solo cuando comencé a capacitarme más, tomando cursos de navegación y guía en la naturaleza, que me volví mucho más cuidadosa en mis caminatas: empecé a caminar siempre con un mapa impreso y una brújula para la navegación, con la aplicación OS Maps en mi teléfono como respaldo.

    Pero en el 2015 yo era un poco imprudente. Realizaba la mayor parte de mis caminatas en el Condado de Surrey, que siempre me pareció un entorno seguro para deambular. A diferencia de las colinas de California, donde crecí, en Surrey no había osos, leones de montaña, ni serpientes de cascabel. Surrey siempre me pareció un lugar relativamente seguro, lo que me había llevado a dejar la precaución de lado cuando salía a caminar.

    Antes de perderme por primera vez aquel día, recordé mi mensaje semanal de los Guardianes de mis Registros Akáshicos y me detuve para conectarme con los árboles. Caminé azarosamente hacia uno y puse mis manos sobre su corteza. Inmediatamente escuché el mensaje: Está bien. Las palabras sonaban claramente en mi cabeza, con una voz tranquila y masculina. Recordé enfocarme en mis chakras, como había sugerido el mensaje de mis Guardianes de Registros, y sentí un movimiento en el centro energético de mi garganta cuando la energía cambió. Tenía sentido que mi quinto chakra se activara, ya que me estaba enfocando en la comunicación con los árboles. El quinto centro de energía, o el chakra de la garganta, es el que está relacionado con la comunicación y la expresión.

    Me confundió el mensaje del árbol: Está bien.

    ¿Qué significa? Eso fue todo lo que el árbol tuvo para decirme, y en ese momento no entendí qué significaba. Supuse que seguramente había entendido algo mal y me estaba perdiendo otra parte del mensaje. Después de todo, yo era una novata en este tema de la comunicación con los árboles. Fui a otro árbol, con la esperanza de obtener más información, pero este repitió el mismo mensaje, aunque con una voz masculina diferente. Una vez más, sentí movimiento en mi chakra de la garganta. Era como si nuevas vías de comunicación se estuvieran moviendo dentro de mí, pero no podía entender lo que los árboles realmente estaban tratando de decirme.

    Su mensaje no era claro (o eso pensaba en aquel entonces), pero resolví continuar mi caminata e intentar de nuevo más tarde. Supuse que, debido a mi inexperiencia en estas artes, o no estaba recibiendo todos los detalles o no entendía las palabras que me habían dado. Sin embargo, pronto entendería que está bien era todo lo que necesitaba escuchar para saber exactamente qué hacer a continuación.

    Caminando por un sendero de tierra en el bosque noté que este parecía ser un bosque comercial. El sendero estaba profundamente surcado en lugares donde los vehículos de carga pesada habían dejado su huella, y el bosque estaba formado por un mar de coníferas idénticas. Normalmente no me gusta caminar por estos lugares, ya que me parecen extraños y poco naturales… pero era un día hermoso y me sentía alegre y cómoda mientras exploraba la nueva ruta. Continué cuesta arriba por el sendero y pronto salí del bosque hacia un claro lleno de brezos apenas crecidos, retamas negras con flores amarillas y exuberantes helechos verdes. Consultando mis direcciones impresas giré a la izquierda. Desafortunadamente, pues no había identificado exactamente dónde estaba en la página en comparación con donde realmente estaba en el sendero, giré a la izquierda cuando debería haber continuado sobre el camino principal —que se curvaba hacia la derecha— para finalmente girar a la izquierda más adelante.

    Continué felizmente por el sendero hasta que se acercó a la ruidosa carretera A3 y giré a la derecha. Aquí es donde me di cuenta de que estaba perdida. Cuando intenté volver sobre mis pasos, me perdí aún más. No había visto a otro caminante en más de una hora y no había nadie alrededor a quien pedir ayuda. o eso pensé.

    Estaba en un terreno de acceso público, lo que significaba que había muchos senderos que salían en todas direcciones y no había señales de un sendero público oficial. No tenía idea de dónde estaba o cómo volver a encarrilarme, y me sentí realmente confundida. Este es probablemente el punto de la historia en el que debería explicar que tengo autismo de alto funcionamiento, anteriormente conocido como Aspergers, y si no hago un esfuerzo consciente y enfocado para mantener la calma en las situaciones de emergencia puedo caer en una crisis. Cuando eso sucede, todo el sentido común se va al tacho y me asusto. Podía sentir que me estaba dirigiendo hacia un colapso nervioso mientras luchaba por descubrir dónde estaba exactamente y dónde tenía que ir para volver al camino correcto.

    Una simple frase me vino a la mente: Está bien. Recordé lo que los árboles habían dicho unos minutos antes y por fin su mensaje tuvo sentido; todo estaba bien. Solo necesitaba un poco de ayuda para volver a encarrilarme. Me acerqué a un esbelto abedul joven y puse mis manos sobre su tronco. Le pregunté dónde tenía que ir para volver al camino correcto y me dio una respuesta muy clara. Me dijo en qué dirección necesitaba comenzar y dónde tenía que girar a la izquierda… y una vez más a la izquierda para volver al camino principal.

    El abedul tuvo razón, por supuesto. A partir de ahí, regresé rápida y fácilmente al camino correcto, y pronto encontré la forma de salir de la confusión y volver a la ruta que había estado siguiendo. Me sentí genial: ¡la solución había sido tan simple! Estaba tan agradecida por la ayuda, que les daba las gracias a los árboles en voz alta mientras caminaba. También agradecí que fuera un día de la semana y que no hubiese otros caminantes a la vista para escucharme, ¡ya que mi gratitud con el bosque y su conocimiento era por demás efusiva y expresiva! Era casi increíble cómo había pasado de la desorientación total al conocimiento absoluto gracias a las simples instrucciones del abedul.

    Un nuevo capítulo en mi vida había comenzado.

    Esta experiencia me brindó una nueva conciencia de esos árboles con los que me topaba en mis caminatas: tenían una sabiduría a la que podía acceder simplemente entablando una conversación y haciéndoles una pregunta. Sin embargo, no fue hasta casi tres años después —en enero del 2018, cuando estaba en un Meetup de Terapia de Naturaleza y Baño de Bosque— que profundicé aún más mi conexión con los árboles. Después de una tarde encantadora de oler, degustar y acercarme de una manera completamente nueva al bosque en Newlands Corner en Surrey, el grupo fue guiado para ingresar a un antiguo bosque de tejos. Nos dijeron que seleccionáramos uno de los árboles y luego nos conectáramos con él.

    Instantáneamente supe con cuál necesitaba trabajar: era un tejo que me había llamado la atención y que se hallaba hacia el lado derecho de donde estábamos parados en la arboleda. Caminé directamente hacia el tejo y puse las manos en su corteza para hacer el primer contacto. Luego me incliné para abrazar al árbol mientras lo saludaba. Sentí una conexión instantánea con él, e inmediatamente comenzó a hablarme.

    El tejo antiguo reconoció que sabía que yo estaba teniendo problemas con la novela en la que estaba trabajando en aquel entonces; era mi primer trabajo de ficción. Fue un proceso lento, una lucha: siempre me había resultado fácil escribir libros de no ficción, pero la ficción era otra historia. Estaba aprendiendo una nueva habilidad, e iba muy lento y no era nada divertido. El tejo me sugirió que dejara de lado la novela y que escribiera un libro diferente: un libro de cuentos de árboles, en el que me conectaría con los árboles de la misma manera en que me conectaba con él; y ellos compartirían sus historias conmigo.

    Este es tu trabajo, me dijo el tejo, compartir nuestra sabiduría.

    Me dejó en claro que mi trabajo era ayudar a las personas a conectarse con la Naturaleza y ayudar a reconstruir el amor y el respeto que la humanidad solía tener por la Tierra en los tiempos antiguos. Dijo que este era el camino del futuro y que era una manera de ayudar al medio ambiente. Que no era suficiente conservar el agua y otros recursos; la humanidad necesitaba reparar y reconstruir su relación con la Naturaleza. Dijo que este libro sería una pieza más de ese rompecabezas necesario para ayudar a reavivar la relación profunda y saludable que la humanidad tuvo alguna vez con la Naturaleza.

    El tejo reconoció que acaso yo necesitaría envolverlo en un paquete para lograr que las historias sean más fáciles de digerir para las personas: que tal vez el libro debería comercializarse como ficción para que pueda llegar a un público más amplio. Se pueden compartir muchas verdades en la ficción, y el tejo sugirió que tal vez las historias de los árboles serían mejor recibidas por los lectores si pensaran que eran inventadas; o que tal vez debería comercializarse como un libro para niños; me recordó la cita de Madeleine L’Engle: Tienes que escribir el libro que quiere ser escrito. Y si el libro es demasiado difícil para adultos, entonces lo escribes para niños.

    Seguí su consejo y jugué con la idea de escribir este libro como ficción: una niña de once años entra en el bosque y obtiene una historia de cada uno de los árboles de Ogam. El Ogam, a menudo escrito Ogham, es un alfabeto antiguo que se ha identificado como el registro escrito más antiguo del viejo idioma irlandés. El alfabeto original estaba compuesto por veinte letras, con otras cinco agregadas en una fecha posterior. Hoy en día los druidas y otros grupos paganos lo utilizan como una forma de adivinación, y cada letra simboliza un árbol, que a su vez representa un mensaje. Los veinte árboles de Ogam son abedul, serbal, aliso, sauce, fresno, espino, roble, acebo, avellana, manzana, vid, hiedra, caña, endrino, sauco, abeto blanco, retamo, brezo, álamo y tejo. Mi idea sonaba muy limpia y ordenada… muy diferente a cómo resultó ser este libro.

    En este plan inicial, yo misma entraría en el bosque a recibir las historias y presentaría todo como si fuera una novela. Sospeché que el tejo tenía razón, y esto podría ayudar al libro a llegar a un público más amplio: el de las personas que estaban abiertas al concepto de hablar con los árboles pero en un entorno mágico y ficticio. No todos aceptarán la idea de una persona que habla con los árboles, y el tejo me dejó muy en claro que era importante que los ayudase a llevar sus cuentos e historias a la mayor cantidad de lectores posible.

    Sin embargo, presentar esto como una obra de ficción no me pareció del todo bien. Detesto mentir y me siento extremadamente incómoda con las verdades a medias. Después de meses de cambiar de idea y preocuparme por qué hacer, decidí simplemente decir la verdad: sí, hablo con los árboles. Sí, estas son sus historias. No, esto no es una obra de ficción.

    No me sentía completamente cómoda con esta decisión, principalmente debido a mis temores sobre lo que la gente pensaría de mí. A lo largo del año me encontré evitando conversaciones acerca del tema del libro en el que estaba trabajando. Temía sufrir el juicio de los demás, y solo mis amigas más cercanas sabían la verdad completa del contenido de este libro. Sin embargo, sabía que esto era lo que tenía que hacer: tenía que ser honesta sobre el origen exacto de estas historias.

    Porque, seamos sinceros: más allá de que creas o no en que la gente puede realmente hablar con los árboles —y escuchar sus respuestas—, estos mensajes son más potentes si sabes la verdad de este libro: que las historias realmente me fueron transmitidas por los arboles. Yo no inventé esto. No es una obra de ficción. Esto es real. Esta es mi verdad, mi experiencia, y he elegido compartir los cuentos sin filtrarlos, tal como me los dieron.

    Mientras realizaba mis caminatas semanales en la naturaleza, varios árboles comenzaron a hablarme: Estoy en tu libro, me informaban algunos. Si era un día frío o húmedo, hacía una nota mental para regresar y recopilar su historia. A veces, si el clima era bueno, me sentaba contra el tronco del árbol y me conectaba de inmediato con él para recibir su historia. Varias veces a lo largo del año se me ocurrió que tal vez debería viajar más lejos de casa para conectarme con algunos de los árboles superestrellas en el Reino Unido: los árboles más famosos, antiguos y retorcidos que se mencionan mucho en los libros y las revistas. Pensé en el tejo de Fortingall, en el tejo de Llangernyw y en el roble Big Belly de Savernake Forest. Pero no me sentía bien con eso: según el tejo de Newlands Corner todos los árboles tienen una historia, y tenía tantos árboles que estaban dispuestos a compartir su sabiduría conmigo que decidí quedarme con los árboles que conocía. Después de todo, ya tenía una relación con ellos.

    Y esta fue una parte muy importante de mi camino para crear este libro: construir un vínculo con los árboles. Si bien siempre me han gustado los árboles por su belleza (cuando era niña me encantaba comer brócoli porque pensaba que parecían arbolitos verdes), comencé a conectarme con ellos en un nivel mucho más profundo, como individuos. Aprendí a pensar en ellos como pienso en las diferentes personas en mi vida y empecé a sentir que los conocía.

    Sin embargo, este no fue un proceso fácil. El hecho de que el tejo me haya dado un tema muy claro para el libro no significaba que recopilar las historias fuera un camino de rosas (juego de palabras absolutamente intencional). En cambio, el proyecto desencadenó y expuso todas mis inseguridades. Aunque he estado hablando con los árboles desde el 2015 y canalizando guías espirituales desde el año anterior, este libro me sacó de mi zona de confort y me forzó a crecer como persona y como canal. Canalizar es la mejor manera de describir el método que utilicé para recopilar estas historias: implica abrir una conexión —o línea de comunicación—, a menudo con seres invisibles o no físicos, como guías espirituales, ángeles o maestros ascendidos. Se puede canalizar tu Ser Superior y también se pueden canalizar los espíritus de la Naturaleza, como los espíritus de los árboles que compartieron sus historias en estas hojas.

    Este libro se convirtió en una lección personal en yo valgo, algo con lo que he luchado toda mi vida. Es el tema que sigue apareciendo una y otra vez cuando hago trabajo interno con mis temores, bloqueos y creencias limitantes. Creo que es uno de los temas principales que mi alma eligió trabajar, desarrollar y mejorar en esta vida. Es una de las materias principales en mi escuela personal de la vida.

    El hecho de que las historias no fueran lo que esperaba… no fue de gran ayuda: pensé que iba a recibir una serie de cuentos de hadas mágicos y pintorescos, y lo que realmente obtuve fue muy diferente; tan diferente que llegué a preocuparme de que las historias acaso fuesen demasiado serias. También luché contra el temor de que mis habilidades de canalización no fueran lo suficientemente buenas para recibir las historias completas, sino solo una versión superficial de ellas. y que en realidad había mucho más debajo de la superficie de lo que podía aprovechar. El tejo de Newlands Corner me había dado una tarea muy seria y quería hacer justicia al proyecto de los árboles. Y para hacerlo, necesitaba creer que yo era capaz de lograrlo.

    1

    De dónde vengo

    Antes de profundizar en las historias de los árboles, pensé que podría serte útil tener una idea de dónde vengo. El capítulo anterior probablemente te dejó con una serie de preguntas: ¿Cómo es que los árboles pueden hablar? ¿Cómo los escucho? ¿Cómo es esto posible? ¿Esto es en serio? La primera vez que me familiaricé con la idea de comunicación con árboles, tuve muchas preguntas; y no fue hasta que lo experimenté por mí misma que aprendí cómo funciona todo —o al menos cómo funciona para mí. Estoy segura de que todos los que hablan con los árboles tienen su propia manera de hacerlo. Así es como veo el mundo: todo tiene un espíritu. No solo las personas, sino también los animales, las plantas y los minerales. El término oficial para esta creencia es animismo, y es común en muchos sistemas de creencias paganas, incluidas las de muchos pueblos indígenas. Es una forma de ser que me hace sentir muy conectada con todo lo que me rodea, especialmente con los elementos de la Naturaleza y los habitantes de los reinos vegetal, animal y mineral.

    Esto significa que cuando estoy hablando con un árbol, no estoy hablando con su corteza, sus ramas o sus hojas: en realidad me estoy comunicando con su espíritu. Esto es el equivalente a decir que no hablamos con la piel, las extremidades o el cabello de otro ser humano: nos comunicamos con su espíritu, su alma, la energía que da vida a su cuerpo. A veces me dirijo en voz alta a un árbol, pero la mayoría del tiempo estoy hablando con mi mente: enviando pensamientos silenciosos de comunicación directamente al espíritu del árbol. Y cuando escucho al árbol respondiéndome, lo que escucho son sus palabras fluyendo en mi mente. Es un tipo de comunicación silenciosa, telepática.

    A los efectos de este libro, canalicé las historias de los árboles directamente. Esto significa que me utilicé como un canal verbal para recibir y grabar con mi voz las historias de los árboles en mi teléfono, que luego transcribí para este libro. Cuando hago esto, es como si mi propia conciencia se moviera hacia el fondo de mi mente y el espíritu del árbol ocupara el asiento del conductor. Todavía estoy allí, pero soy una observadora pasiva en el fondo: contemplando, escuchando, pero sin interferir. Sentí que esta sería una forma mucho más directa de capturar los mensajes de los árboles y, lo que es más importante, la esencia y la energía de sus historias. También fue mucho más fácil pronunciar sus palabras que escribirlas directamente, ya que me hubiera costado mantener el ritmo de sus mensajes… que a menudo eran apasionados y críticos. Por último, me permitió sentir realmente la energía de cada árbol mientras hablaba a través de mí, una experiencia que a menudo fue emocionante y profundamente conmovedora.

    Para algunos lectores que están familiarizados con el concepto de canalización, todo esto parecerá perfectamente normal. Para otros, acaso la mayoría de los lectores, podría estar bastante alejado de su sistema de creencias actual. Si así te resulta a ti, me gustaría animarte a que abras tu mente a la posibilidad de que los árboles puedan hablar. Dondequiera que estés en el espectro de creencias, si mantienes la mente abierta te aseguro que obtendrás algo de este libro. Si esto es demasiado difícil para que lo creas, entonces te sugiero que simplemente tomes este libro como una obra de ficción, y de esta manera aún puedas obtener el valor de las historias de los árboles.

    En cualquier caso, los invito a dejar de lado cualquier juicio que puedan estar sintiendo. Si permitimos que nuestro crítico interno tome el asiento trasero, como lo hace mi mente cuando estoy canalizando, abrimos un espacio para nuevas cosas que están esperando ser descubiertas por nosotros. Y a su vez, expandimos nuestra conciencia para incluir nuevos mundos de posibilidades.

    Al leer este libro, notarás que me refiero a ciertos árboles como él o ella. Cuando empecé a hablar con los árboles, siempre escuché una voz masculina en mi cabeza. Cada árbol parecía tener una voz diferente, al igual que los diferentes seres humanos… pero todos eran hombres. Finalmente, comencé a hacer contacto con los árboles

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