HISTORIA
Alamiro González Valdebenito1, arquitecto graduado en la Universidad Católica de Santiago, Chile2, llegó a Guayaquil, Ecuador, en la década de 19503, cuando según dijo hace cuarenta y cuatro años a TRAMA4, la ciudad era “una aldea grande”, agregando “con todo el respeto que le merece”, recordaba que tenía “muy pocas calles pavimentadas y carecía de muchos servicios importantes”.
La ciudad portuaria, lugar de su práctica
Guayaquil, ciudad costera bañada por el océano Pacífico, a solo seis metros sobre el nivel del mar y 25,7 grados centígrados de temperatura media anual, tiene clima tropical con dos estaciones y precipitaciones anuales de aproximadamente 791 mm5. Es una de las más pobladas y pujantes del país.
Su conformación está ligada a su carácter de ciudad portuaria, al comercio importador y exportador6, a la actividad comercial urbana7, y a su azaroso devenir, asolada en varias ocasiones por catástrofes, grandes incendios la devastaron8 debido al uso de madera, caña y bahareque en sus edificaciones9, con sus consecuentes reconstrucciones10. El crecimiento, conformación y desarrollo de Guayaquil y Quito dio lugar en Ecuador a una bicefalía urbana. A partir del liberalismo, en Guayaquil se produjo “una mayor movilidad social” y, aunque el desarrollo industrial era incipiente, el proceso migratorio continuó con la conformación cada vez más marcada de sectores sociales11 y sus asentamientos, en especial numerosos “barrios suburbanos”, siendo insuficientes las medidas municipales por la higienización y estética urbanas.
Entre 1911 y 1940, se observó no solo la “declinación del uso de materiales tradicionales a favor de los modernos” en estructura y paredes12, sino también un proceso de cambio en las manifestaciones formales y espaciales. Fue creada la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil13. Se expresaron “austeras” manifestaciones del lenguaje “moderno”14; el fenómeno de reemplazo estilístico por diversos historicismos y luego por el art-decó, abonó al aparecimiento y aceptación del lenguaje moderno.
Alamiro González llegó a inicios de los años 5015 y permaneció durante los sucesivos auges económicos, en el marco del fenómeno descontrolado de extensión urbana, tugurización y deterioro de edificaciones típicas. Participó en el proceso de uso de nuevas tecnologías y modelos adaptados a las características urbanas, al entorno natural y climático de Guayaquil. Esto favoreció el abordaje de otras funciones y escalas16, construcción de nuevas urbanizaciones, como Urdesa17 y viviendas, edificios públicos y privados en altura, con proyectos para sectores de nivel socioeconómico alto. Dos décadas después Guayaquil contaba con propuestas de ordenamiento urbano18 adquiriendo mayor fuerza al insertarse en el sistema nacional de planificación19. Intervino en el proceso de concreción de edificaciones de más de diez pisos, posibles por los cambios tecnológicos, estructurales, de modos de construcción20, de uso de materiales21, como el hormigón armado y el acero junto a los materiales tradicionales (madera, caña, ladrillo) e incluso reemplazándolos22, abriendo camino a la ciudad vertical.
La ciudad como concepto de progreso se contrapone al campo, a lo rural23, y, a través del siglo, se elaboraron ideas y procesos de materialización urbana que van más allá del estilo24,” en toda Latinoamérica25 y Guayaquil no es la excepción, en un proceso complejo desde diversos aspectos26.
