Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

Paddington 2: La historia de la película: Paddington Bear 2 Novelization (Spanish edition)
Paddington 2: La historia de la película: Paddington Bear 2 Novelization (Spanish edition)
Paddington 2: La historia de la película: Paddington Bear 2 Novelization (Spanish edition)
Ebook152 pages1 hour

Paddington 2: La historia de la película: Paddington Bear 2 Novelization (Spanish edition)

Rating: 5 out of 5 stars

5/5

()

Read preview

About this ebook

Paddington regresa con otra divertida aventura llena de mermelada y percances y nos lleva a un reencuentro con la irresistible familia Brown y su oso adoptivo, además de ¡un nuevo elenco de héroes y villanos!

La historia de la película es relatada por un autor de niños de alto calibre en esta cautivadora novela junior.

Más grande y mejor que nunca, la historia de la nueva película es cómica y conmovedora y garantiza capturar los corazones de los fans, tanto nuevos como antiguos.

LanguageEspañol
PublisherHarperCollins
Release dateNov 21, 2017
ISBN9781418598273

Related to Paddington 2

Related ebooks

Related articles

Reviews for Paddington 2

Rating: 5 out of 5 stars
5/5

1 rating0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    Paddington 2 - HarperCollins Espanol

    Prólogo

    HACE MUCHO TIEMPO y muy lejos en el interior de la jungla del Amazonas, dos osos ya viejos estaban sentados sobre un puente de cuerda, disfrutando de su té. Miraban hacia el espectacular valle que tenían a sus pies donde el rápido río Amazonas había inundado sus riberas. El agua caía en cascada por todos los lugares, llenando la tierra de aguas rugientes que discurrían hacia una magnífica catarata.

    —Nuestra última estación lluviosa —dijo Pastuzo con un suspiro. Dio un sorbo a su té mientras contemplaba el paisaje.

    Lucy asintió con la cabeza y le dio a su hermano un sándwich de mermelada.

    —Tan solo piensa, Pastuzo. El mes próximo por estas fechas, ¡estaremos en Londres!

    —Donde los ríos discurren con mermelada y las calles están pavimentadas con pan —dijo Pastuzo.

    Lucy le lanzó una mirada de perplejidad.

    —¿Leíste ese libro sobre Londres? —le preguntó.

    Pastuzo se encogió de hombros.

    —Le eché un vistazo —dijo descuidadamente.

    Lucy meneó la cabeza.

    —¡Ah, Pastuzo! —le reprendió tiernamente.

    —Bueno, es que leer me da sueño —respondió Pastuzo nerviosamente—, pero cualquier ciudad que venga con esto… —dijo, levantando los restos de su sándwich de mermelada— me parece bien.

    Lucy abrió la boca para responder, pero se detuvo. Resolló y señaló a algo que había divisado en el río que estaba debajo.

    —¡Mira, Pastuzo!

    Pastuzo agarró unos prismáticos que tenía al lado y miró. No podía creer lo que estaba viendo.

    —Es un… ¡es un osito! —dijo.

    Efectivamente, abajo y muy lejos del puente de cuerda había un diminuto osezno, luchando para mantenerse a flote en medio de las rugientes aguas del río. Se agarraba desesperadamente a un pedazo de madera que flotaba en el río; y el río lo iba arrastrando cada vez más cerca de unas rocas…

    Pastuzo bajó los prismáticos. Se giró para hablarle a su hermana y vio que ella ya se había ido de donde estaba en el puente, ¡y estaba descendiendo por una pista de enredaderas hacia las aguas de abajo!

    —¡Lucy! —gritó Pastuzo.

    —Bájame —dijo Lucy con firmeza.

    Pastuzo pudo ver que no tenía caso discutir con ella.

    —Muy bien. ¡Pero ten cuidado! —le gritó.

    Con el corazón en la garganta, desató la enredadera y comenzó a bajar a Lucy hacia el torrente que rugía debajo. El osezno luchaba con más fuerza que nunca para mantenerse agarrado a la rama, pero perdió el agarre y se deslizó hacia el agua. Lucy estaba aún a unos metros por encima de él mientras el osezno se las arregló para estirarse y volver a agarrar la rama.

    —¡Más abajo, Pastuzo! —gritó Lucy a su hermano.

    El osezno levantó los ojos para ver a Lucy que se acercaba hacia él en la enredadera, quien estiró su garra hacia él. El osezno se estiró para agarrarla, pero se escurrió y se hundió bajo el agua.

    Lucy agarró al osezno cuando él salió a la superficie y lo sacó rápidamente de la turbulencia de las aguas. Pero por encima de ella, Pastuzo perdió el equilibrio en el puente. Su sombrero salió volando mientras él se caía… Cerró los ojos y agitó sus garras, agarrándose al puente justo a tiempo para evitar caer abajo.

    Abrió un ojo, sin atreverse casi a mirar la escena que se desarrollaba por debajo de donde él estaba. Quedó muy aliviado cuando vio que Lucy seguía agarrada a la enredadera. Ella tenía su sombrero, y también algo más.

    —¿Lucy? ¡Lucy! —gritó Pastuzo.

    Lucy le sonrió.

    —Me temo que, después de todo, no vamos a ir a Londres —dijo ella.

    Pastuzo frunció el ceño.

    —¿Por qué no?

    Lucy bajó la vista hacia el pequeño osezno empapado que tenía en sus brazos. Sus ojos se llenaron de amor mientras estrechaba la diminuta cara del osezno, cubierta en parte por el sombrero de Pastuzo.

    —Tenemos un cachorro que criar —dijo ella.

    Pastuzo miró al pequeño osito.

    —¿Cómo es?

    —Bastante pequeño —dijo Lucy. El pequeño osezno estornudó, y el sombrero le cubrió toda la cara—. ¡Y estornuda bastante! —dijo Lucy riendo.

    Ella levantó el sombrero para ver que el cachorro había encontrado uno de los sándwiches de mermelada que Pastuzo guardaba para emergencias y lo devoraba con gusto.

    —Le gusta su mermelada —dijo Lucy.

    —Es una buena señal —respondió Pastuzo con una sonrisa.

    —Ah, sí, Pastuzo —dijo Lucy—. Si cuidamos de este osito, tengo la sensación de que llegará lejos.

    Algunos años de oso después…

    Capítulo 1

    PADDINGTON ESTABA SENTADO en su cuarto en el ático en el número 32 de Windsor Gardens donde vivía con la familia Brown, pensando en su antigua vida en la jungla del Perú. Miró la ciudad de Londres, pues realmente tenía la vista más espectacular desde su ventana.

    «Te gustaría mucho este lugar, tía Lucy», dijo Paddington en voz alta. «De veras me gustaría que pudieras salir del Hogar para Osos Retirados y vinieras a visitarme». Él sabía que, sin embargo, eso no era posible. Dio un suspiro. «En cambio, tendré que escribirte y contarte todo lo que me pasa», dijo.

    Y tras esas palabras, Paddington agarró papel y pluma y comenzó a escribir una carta a su tía.

    Querida tía Lucy:

    Me estoy adaptando muy bien con los Brown, aunque te sigo extrañando muchísimo. La mermelada de la Sra. Bird es excelente, pero nunca será como la tuya.

    Ha sido un verano muy ajetreado. La Sra. Brown ha estado nadando en el lago de Hyde Park. Se está entrenando para llegar nadando hasta Francia. Personalmente no le veo el caso, pues hay un servicio de ferry perfectamente adecuado, pero ella insiste en que no es lo mismo. Acaba de terminar de ilustrar una historia de aventuras, y quizá eso le ha inspirado.

    Judy iba a comenzar este verano un periódico con su novio Tony, pero parece que él la dejó, aunque ella dice que fue ella quien lo dejó a él. Se pasa mucho tiempo llorando, ¡y en cierto momento dijo que se iba a hacer monja! Afortunadamente, parece que ha cambiado de idea con respecto a eso y va a comenzar el periódico ella sola.

    Jonathan irá con Judy a la «escuela de los grandes» este otoño. Se ha pasado el verano construyendo una increíble maqueta de un ferrocarril, pero a nadie se le permite hablar de ello porque aparentemente «no es popular». Él dice que si alguien pregunta, ahora se llama «J-Dog», le gusta «el kung-fu y los extraterrestres» y «no le gustan nada los trenes de vapor». Yo he decidido dejar de preguntarle nada por ahora, por si acaso meto la pata.

    El Sr. Brown también ha estado muy ocupado. Ha habido grandes cambios en la empresa de seguros donde trabaja. El Sr. Brown tenía muchas esperanzas de conseguir un ascenso y ser Jefe de Análisis de Riesgo, pero un hombre mucho más joven llamado Steve Visby lo consiguió en lugar de él. Desde entonces, la conducta del Sr. Brown ha sido bastante extraña también. Ahora mezcla su comida, se pinta el cabello con un color chistoso, y lleva ropa de Lycra para ir a una clase de ejercicio llamada Chakrabatics. Él dice que «todo es cuestión de abrir la mente y dejar que las piernas sigan», aunque sus piernas parecían un poco reacias a seguirle a ninguna parte después de las cosas que él les pedía que hicieran.

    A pesar de todas estas cosas peculiares, Londres es realmente todo lo que tú esperabas y mucho más, tía Lucy. Todo el mundo es muy amable conmigo; he hecho muchos amigos aquí en Windsor Gardens. Me gustaría poder presentártelos a todos.

    Espero que estés bien y disfrutes de la vida en el Hogar para Osos Retirados en Lima. Ahora debo irme, pues estoy en una Misión Muy Importante. Me temo que es Alto Secreto, así que no puedo hablarte de ello, ¡todavía!

    Con mucho cariño,

    Padingtun

    Capítulo 2

    LA RUTINA MATUTINA DE PADDINGTON

    TODO LO QUE Paddington le había contado a su tía Lucy era verdad: se sentía en casa ahora en el número 32 de Windsor Gardens. Los Brown eran una familia adorable, y su casa era maravillosamente cálida y acogedora. A Paddington le gustaba especialmente su cuarto en el ático. Disfrutaba mucho tan solo de quedarse sentado y mirar por la pequeña ventana redonda a la ciudad que había aprendido a amar.

    «¡Ah, Londres!», suspiraba mientras miraba una mañana a principios del otoño. «Otro hermoso día por delante», dijo a la vez que se alejaba de la ventana y se dirigía al baño para prepararse.

    Se cepilló los dientes e hizo gárgaras con enjuague bucal, como hacía cada mañana. Sonrió mientras recordaba la primera vez que había estado solo en el baño de los Brown. En aquella ocasión, se había tragado una botella entera de enjuague bucal, ¡y se las arregló también para inundar el baño! No iba a volver a cometer ese tipo de errores. Oh, no. Ya sabía cómo tenía que comportarse, pensaba él, agarrando el «destructor de polvo» de la Sra. Bird y limpiándose las axilas.

    Terminada su rutina de la mañana, Paddington salió corriendo al rellano y saltó a la barandilla. Bajó deslizándose hasta el piso inferior, donde le esperaba un delicioso desayuno de sándwiches de mermelada recién hechos.

    —¡Gracias, Sra. Bird! —dijo, elevando su sombrero—. Sin ninguna duda sabe usted hacer un desayuno perfecto para un oso.

    —De nada, cariño —dijo la Sra. Bird sonriente.

    Ella se sacudió unas migas de su delantal y observaba con agrado mientras Paddington se lo comía con entusiasmo.

    Judy y Jonathan, los hijos de los Brown, llegaron y se sentaron con Paddington. Ya estaban vestidos para el primer día de un nuevo curso escolar. Judy se veía emocionada y feliz por primera vez en mucho

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1