HISTORIA
El primer dato que surge al mencionar al arquitecto Héctor Martínez Torres1 es que fue el primer graduado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil2. Un hecho significativo que nos lleva a inquirir acerca de las condiciones generales y específicas que rodearon su formación y su actuación como arquitecto, en Guayaquil, una de las dos ciudades más importantes y pobladas del Ecuador.
Su lugar de origen y acción
Guayaquil, originada en el siglo XVI en la “ciudad vieja”, se extendió lenta, espontánea e irregularmente a partir de 1547 entre el río Guayas y el estero Salado y alrededor del cerro Santa Ana, hacia las planicies, “sin trazado previo creció hacia las faldas del cerro acoplándose a su geografía”3 hasta que después del gran incendio de finales del siglo XIX, se propuso un trazado amanzanado en damero que no fue aplicado, siguiendo el curso histórico y la huella de anteriores asentamientos y reconstrucciones.
La reflexión sobre la incidencia de la historia traducida en cultura material, en ciudad y arquitectura, y su influjo sobre los ciudadanos abre particulares interrogantes. En especial, sobre los conocimientos y experiencias de los arquitectos extranjeros que llegaron y permanecieron en la ciudad de Guayaquil, contribuyendo a escribir esa historia de la arquitectura, que poco después empezará a escribirse en piedra artificial4 en vez de la madera tradicional, y entre cuyos artífices están quienes fueron maestros de Héctor Martínez Torres en las aulas universitarias.
Guayaquil, una ciudad abierta a recibir migrantes de otros países y del mismo Ecuador, y por su calidad portuaria, abierta a las relaciones e intercambios con el mundo exterior, tuvo que ser reconstruida varias veces tras devastadores desastres como los incendios del 5 y 6 de octubre de 18965 y del 16 de julio de 1902, con una destrucción significativa que condujo además a formular normas urbanas, reconfiguraciones de trazado y procesos de diseño y construcción, introducción y uso de materiales como el cemento y Ho Ao6, participación de técnicos extranjeros especializados en los nuevos sistemas y procedimientos de aprobación de planos con firma profesional.
En un proceso de tres décadas, las difíciles circunstancias de sucesivas crisis económicas fueron propicias para la simplificación decorativa y, en consecuencia, luego de transitar diversos “neos” e “ismos”, como el neoclásico y el neocolonial, el Art Nouveau y, en especial, el Art Decó, marcan un nuevo camino. Su aplicación explica, en parte, la recuperación de la arquitectura tradicional en madera7 y la aceptación de expresiones más austeras que conducen a la inserción del lenguaje moderno en la arquitectura. Incide en este proceso la creación de la Escuela de Arquitectura en 1930, donde se graduó como arquitecto Héctor Martínez Torres, quien además contribuyó a la concreción de expresiones en Art Decó8.
