Ante la vorágine de los acontecimientos, durante las décadas de los años 60 y 70, instituciones y profesionales de la arquitectura, realizaron aportes críticos desde una visión integral. Esa fue la palabra que indicaba búsquedas y nuevos enfoques, abriéndose en el país el panorama del producto convencional del arquitecto a otros ámbitos y otras escalas de desarrollo y planificación física. El arquitecto Guido Díaz Navarrete2 es un claro ejemplo de esa múltiple, abarcadora y crítica mirada conque se abordaron nuevos retos. ¿Dónde y cuándo comenzó a desarrollar su curiosidad y la voluntad de introducirse en el mundo de las preguntas y buscar respuestas a los nuevos desafíos?
Quizás fueron las raíces y dualidades de un mundo patriarcal y matriarcal, la ambivalencia de los ámbitos rural y urbano, la coexistencia de tradiciones y cambios vertiginosos, de lo popular y las élites, las que lo impulsaron, entre tantas contradicciones de una época que cambió al Ecuador.
Su vida estuvo ligada a Riobamba y Quito. En ambas ciudades, la casa de patio es el espacio tradicional del que Guido guarda recuerdos especiales desde su niñez. Trasponiendo el zaguán, destaca en su memoria, la figura del abuelo, con “sombrero y traje negro", originario de Chambo, que era agricultor y tenía hacienda, y la colorida imagen de los indígenas entrando, saliendo o sentados en el espacio rodeado de “anchas y altas galerías, como si fuera la plaza de una ciudad"3. El ambiente rural riobambeño le impactó y marcó su vida, cada año en vacaciones se reencontraba con su naturaleza, agricultura, el ferrocarril y su estación.
En Quito, donde nació4, transcurrió su niñez y adolescencia en San Diego, barrio representativo del Centro Histórico, en la casa materna, rodeada de familiares y amigos que le “transmitieron una forma de ver el mundo a través de su práctica cotidiana". Cerca estaba el convento, el cementerio y la plaza de San Diego, con el límite del emblemático Yavirac o Panecillo, el conjunto era para él como "un enorme patio”, se movía entre sus espacios y solía subir al campanario. Con el correr del tiempo, ya lejana la desaparición de la figura protectora del pariente cura, prevaleció un mundo familiar de mujeres, de la abuela, de su madre, quien trabajó toda su vida, Guido creció bajo su tutela y su ejemplo.
Fue a dos escuelas primarias,“el pensionado Argentina, en la Loma Grande”, antiguo barrio de Quito, y la renombrada escuela municipal Espejóla5 la accedió con "palancas", donde desarrolló sus aficiones por las matemáticas,el dibujoy la historia.
El colegio Mejía, ámbito de su educación secundaria, despertó en Guido el interés por lo social, a través de los relatos de profesores y su participación junto a estudiantes en manifestaciones políticas. En esa época formó su grupo de amigos, entre ellos Colón Cifuentes y Pablo Velasteguí, decidió estudiar arquitectura, opción que se alimentó