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The reptilian boy (English and spanish edition)
The reptilian boy (English and spanish edition)
The reptilian boy (English and spanish edition)
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The reptilian boy (English and spanish edition)

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About this ebook

Why is it that so many ancient cultures worshipped or feared deities with reptile, reptiloid or reptilian features?

Was Jesus trained by intra-terrestrial beings? Do non human intelligent species from this or other worlds coexist with us? Are we really just ignorant cattle heads for some cannibalistic alien civilization?

This short novel, introduces the reader to the life of a young reptilian child who lives well camouflaged among humans, and tells us through his everyday life and the ways of his "people", another possible version to the origin of the species, of mankind and the cosmos.

An iconic and inspiring text for intellectually eager young readers, that will provide each of them with a series of clues and leads to continue investigating, analyzing and questioning how much of our civilization is true or not, as well as what is taught to us daily about the meaning of life.        

 

LanguageEnglish
Release dateFeb 19, 2022
ISBN9789870272908
The reptilian boy (English and spanish edition)
Author

Sebastian Guerra

AUTOR Sebastián Guerra, abogado y psicólogo, nacido en CABA, Argentina, el 21 de abril de 1972. Es co-fundador del portal web derivacionpsi.com, autor de más de un centenar de artículos del periódico mensual "Derecho Viejo" y co autor en una docena de obras colectivas de narrativa y poesía. Fue distinguido en el año 2003 con el Premio Nacional Creadores Argentinos. Es autor de los siguientes libros: "Pensando al Dios del tercer milenio" (2004 - Editorial Peazeta - Argentina).- Este libro es un ensayo de corte espiritual y filosófico,  de "Cuestiones de Derecho Civil para Legos y Novatos" (2006 - Editorial Dunken - Argentina).- En el que el autor plasma la respuesta a las preguntas que más se repiten en el despacho de un abogado de barrio, en lenguaje asequible al público  lego, y de "Cuentos Cortos (para obsequiarte media sonrisa) & Poesías Tristes (para quitártela a tiempo) " (2007 - Editorial Creadores Argentinos - Argentina).- Una obra poética y narrativa, compendio de cuentos breves y poesías en las que el autor nos brinda una divertida visita guiada por el humor negro y ácido que lo caracteriza, por vía de su poesía moderna, y sus relatos de ficción. En esta oportunidad brinda al público juvenil un relato de ficción vinculado al desarrollo de la primera espiritualidad, de la evolución, y del pasado, presente y futuro de las especies inteligentes –no sólo la humana- que pueblan nuestra Tierra y la Galaxia. sebastianis@sebastianis.com.ar / sebastianis@yahoo.es

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    The reptilian boy (English and spanish edition) - Sebastian Guerra

    CAPITULO I

    LA ESCUELA

    "Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio,

    de las que han sido soñadas en tu filosofía".

    Acto primero, Escena V.  Hamlet. W. Shakespeare

    Sebas (Sabas) era un niño retraído, algo tímido, no se acercaba mucho a sus compañeros de curso. Se podría decir que era el más callado de su grado.

    Sus amigos lo llamaban Sebo, Sebas o Seponcio, y siempre lo llevaban de aquí para allá; él, difícilmente se negaba cuando le decían: Hoy a la tarde vamos a lo de Tony o, Mañana, después del cole venite a lo de Cesar.

    La única cosa que, a veces, lo hacía faltar a una invitación era que su madre no le diera permiso... ella era inflexible, y él –siempre- muy obediente a sus deseos.

    Pero Sebas no era un chico más. Era otra especie de niño... o mejor dicho: era un niño de otra especie. Nadie sabía el secreto, el gran secreto de Sebas... él era un reptiliano, hijo de reptilianos, nieto de reptilianos...

    Los seres humanos y los reptilianos hemos convivido durante cientos de milenios en la tierra. Podría decirse que desde que el hombre es hombre. Los reptilianos, han logrado camuflarse tan bien entre los seres humanos, como lo hace un camaleón entre el follaje. Pueden hacerse ver sin dificultad como si fueran uno de ellos, pero no lo son... vaya que no lo son.

    En fin, Sebas tenía muchos conocimientos e inquietudes científicas que lo hacían un chico muy interesante. Sus compañeros, ignorantes de su verdadera identidad de especie, siempre trataban de convencerlo para que les contara de sus experimentos, o –incluso- que hiciera alguno ahí mismo, en la escuela.

    Él llevaba entonces unos equipos muy interesantes como una notebook con un microscopio electrónico y se pasaban los recreos enteros pasándole por delante todo tipo de objetos, líquidos y bichos; también otras veces, llevaba unos sofisticados y complejos equipos que –decía- le sustraía a su padre de contrabando... Una vez, con uno de esos aparatitos que parecía una pistolita de juguete,  hizo desaparecer un pupitre entero del aula, justo antes de que entrara la señorita... todos quedaron pasmados pero nadie lo delató. En el fondo todos estaban fascinados con él, aún los que no eran sus amigos.

    Por ejemplo, Augusto, era uno de los más revoltosos del curso. A veces te golpeaba porque si, a veces te insultaba porque no le prestabas algún útil que se había olvidado de traer o –simplemente- porque si... pero con Sebo no se metía... no era que le tuviera un miedo evidente, explícito, parecía más bien tenerle respeto... un reverencial pero no declarado respeto, como algún tipo de cortesía profesional entre colegas depredadores, aunque Sebo jamás revelara violencia alguna... su mirada, cuando se ponía serio era ciertamente intimidante. Jamás, en todos los años que compartieron, Augusto se metió con él, ni lo bravuconeó, ni nada...

    El mejor amigo de Sebas fue desde el primer día, Rodrigo -o Ruy, como lo llamaban-. Ruy no era de su especie, era un chico de buenos modales y excelente humor, siempre dispuesto a jugar y a hacer experimentos. Muchas veces debía Sebas interponerse entre él y Augusto, cuando éste quería usar de puchinbol, la cabeza de su amigo. A veces le pesaba a Sebas que nadie conociera su verdadera identidad reptiliana, ni siquiera Ruy.

    Los reptilianos se reconocen fácilmente entre sí. Ellos tienen códigos en la forma de saludarse, en la forma de mirarse al ser presentados, o incluso en la forma de decir algunas palabras o combinación de palabras clave.

    De todos modos, no es que los reptilianos sean imposibles de detectar por parte de los demás. Se pueden reconocer en ellos ciertos detalles que hacen que cualquiera logre –con algo de práctica- distinguirlos, del mismo modo que a un camaleón se lo puede encontrar en una rama prestando atención a lo que se mira, sabiendo lo que se busca.

    Por ejemplo, sus ojos muchas veces se mueven a mayor velocidad que los de los humanos, y muchas veces las pupilas retornan a su forma original por unos instantes, y entonces se las puede ver verticales y estiradas, en lugar de redondas y concéntricas.

    La boca muchas veces revela un tamaño muy superior a la del hombre promedio, los dientes suelen ser más puntiagudos y separados, y la piel en ocasiones evidencia color verdoso y escamado. Al vivir situaciones de stress puede llegar a desprendérsele parte de la piel de manos o cara, o por estar próximos –por ejemplo- a algún cambio corporal al desarrollarse, durante sus diversas etapas vitales.

    Claro está que lo que duran estos momentos de evidencia explícita e inconfundible, son instantes tan solo, y -en general- no hay muchos testigos que den crédito a lo que ven. Uno, ante la visión de algo así, suele negarlo, cree haber tenido una especie de alucinación y se afirma a sí mismo: Vi mal o Fue un juego de luz y sombras... o –incluso- un me estoy volviendo loco auto desacreditante.

    El camuflaje de estos reptiles humanoides es tan exitoso justamente porque, además de ser muy parecido a un traje de hombre, cuenta con la estupidez humana, con la falta de confianza del hombre en todo lo que ve y toca, cuando la televisión, los diarios y la radio le dicen lo contrario.

    Nadie que no use su propia cabeza y confíe en lo que ella le muestra, podrá reconocer jamás a un reptiliano. Los medios de comunicación jamás reconocerían la convivencia con ellos, en parte por desconocimiento, en parte por conveniencia (ya que la mayoría de las clases acomodadas, y -por lo tanto- sus mejores clientes son  reptiles y -en parte- porque los mismos dueños, directivos, reporteros, locutores y animadores de los medios también pertenecen a esta raza antiguamente alienígena).

    A Sebas nadie lo había reconocido nunca. Nadie lo había puesto en evidencia, ni lo había increpado respecto de su verdadera condición. Su vida secreta estaba bien protegida.

    El problema de Sebas era uno solo. A pesar de comportarse siempre como un muy buen amigo y compañero, su sangre fría hervía ante la sola idea de comer la sabrosa carne humana de algunos de sus compañeritos.

    La mamá cocinaba, a veces, algún guisado con restos humanos, pero -en general- se trataba de indigentes, previamente mal comidos, dormidos y escasamente ejercitados... y –sobre todo- viejos... era carne de esos a los que nadie busca cuando se pierden o desaparecen... Los humanos saben que se hacen -en el mundo- unos 10.000.000 de denuncias por desaparición de personas al año aproximadamente, la gran mayoría de ellas, un 90 % aproximadamente vuelve a aparecer porque se había accidentado, muerto en la vía pública sin identificación, escapado del hogar por algún enojo con los padres u otra causa similar, pero del 10% restante más el porcentual -no contabilizado- de aquellos casos de gente desaparecida que no tiene quién la denuncie como perdida o extraviada o que se encuentran  indocumentadas y fuera de toda estadística en países del 3er. mundo, etc., no se vuelve a saber nunca más. Son no menos de 1.000.000 de almas al año (unos 50.000.000 a 70.000.000 de kilos de carne) a nivel mundial, y, sin embargo, mientras se trate de indigentes, o molestos viejos y niños, o –simplemente- pobres que no tienen a nadie que pueda dedicarse a reclamar sistemáticamente por ellos, a nadie realmente le interesa investigar qué fue de ellos... como buenos ignorantes los seres humanos se conforman con creer que se esfuman por la gracia de Dios, en el mismísimo aire, para dejar de ser una carga para los demás. Hablamos de que cada tres años desaparece en el mundo  el equivalente a la población total de un país como Uruguay... y todos miran para otro lado... ¿o los harán mirar para otro lado?

    En fin, Sebas quería comerse a un compañerito... de ser posible a Augusto. Iba a pedirle a la madre que por favor se lo asara para su próximo cumpleaños... pero estaba seguro que le regalaría otra cosa. De seguro su padre no le dejaría elegir presa hasta la mayoría de edad reptiliana que ocurre -según el rito- a los catorce años.

    Odiaba pensar que para cuando tuviera catorce seguramente Augusto, ya sería un adolescente musculoso y mucho menos carnoso y apetecible.

    Pensó, entonces, que si mamá le negaba el presente añorado, podría lograr de alguna manera comerse a Augusto sin ser descubierto.

    CAPITULO II

    LA FAMILIA Y SOCIEDAD

    "Todos somos muy ignorantes.

    Lo que ocurre es que no todos

    ignoramos las mismas cosas".

    Atribuido a Albert Einstein

    Hacía calor en el inframundo el día que los padres de Sebo se conocieron, sin embargo, mamá y papá reptilianos siempre han sido tan fríos como su sangre. No son amorosos, ni débiles, ni mentecatos, como los padres humanos. Una vez, Sebas, fantaseó y se imaginó teniendo una madre humana, que le hiciera caricias, que lo abrazara y que estuviera –incluso- dispuesta a dar su vida por él.

    Su madre, Caren (Kaarehem), al contario de cualquier madre humana,  había puesto seis huevos y al romperse los cascarones lo eligió a él por ser el de apariencia más fuerte y saludable... a tres críos los devoró, conforme al rito, por verlos débiles en demasía y a los otros dos los llamó Angelus y Ramaereit, y los envió para que se criaran en las cuevas, con el resto de la familia. No es bien visto, por el Gobierno Secreto, que una reptiliana crie más de un hijo por vez... porque ello puede delatar su verdadera naturaleza ovípara*.

    Naturalmente una reptiliana puede poner entre tres y cinco o seis  huevos en cada oportunidad, y eso puede hacerlo una vez cada siete años humanos, y desde su madurez plena a los doscientos años hasta los  seiscientos a setecientos años de vida aproximadamente. Imagínense cómo podrían mostrar al mundo de los hombres esa cantidad de hijos sin dejar en evidencia que no pertenecen a la humanidad.

    La vida en una familia reptil es ordenada por jerarquías incuestionables.

    De los que viven en la superficie, los machos son los más fuertes y los que más se muestran puertas afuera de la casa. En general tienen el mejor camuflaje y son más hábiles para interactuar en público, por lo que la mayoría de los mismos son capos de carteles de narcotráfico, vendedores trasnacionales de armamento, banqueros, empresarios de la industria de la alimentación, mega magnates, científicos, políticos, militares de carrera, sacerdotes y religiosos de jerarquía global. Su padre, por ejemplo, era un prestigioso abogado y lobista de corporaciones y empresas reptilianas, incluso –también- de algunas asociaciones humanas filo reptilianas.

    Estaba lleno se asociaciones, clubes secretos, logias y sociedades secretas que estaban constituidas por hombres, pero servían -sabiéndolo o no- a los fines del inframundo. Algunas de ellas, eran el club Bilderberg, la masonería, los iluminatis, por supuesto también las monarquías no puramente reptilianas eran –al menos- filo reptilianas.

    Las hembras en la sociedad exterior, suelen ser madres, amas de casa, y -en general- se vinculan sólo con otras hembras reptiles, son más agresivas naturalmente que los machos, procrean la mayor cantidad de crías que la sociedad humana esté dispuesta a aceptar sin cuestionar y

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