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El progreso del peregrino
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El progreso del peregrino

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About this ebook

The Pilgrim’s Progress: A Story You Won’t Want to Miss!
 
Written in the 1600s, this timeless allegory still speaks to readers, realistically describing the joys and trials of anticipating heaven while living the Christian life on this earth. Bunyan’s immortal characters—Christian, Obstinate, Pliable, and Mr. Worldly Wiseman, among others—are placed in compelling settings such as the City of Destruction, the Celestial City, and the Wicket Gate.
 
Escrito en el siglo xvii, El progreso del peregrino sigue hablando hoy a los lectores, y describe de forma realista los gozos y las pruebas en nuestra espera del cielo, mientras vivimos la vida cristiana en esta tierra. Los personajes inmortales de Bunyan —Cristiano, Obstinado, Flexible y el Sr. Sabio Mundano, entre otros— se sitúan en entornos fascinantes como la Ciudad de Destrucción, la Ciudad celestial y la Puerta angosta.
 
LanguageEnglish
Release dateNov 1, 2019
ISBN9781643523934
El progreso del peregrino
Author

John Bunyan

John Bunyan (1628–1688) was a Reformed Baptist preacher in the Church of England. He is most famous for his celebrated Pilgrim's Progress, which he penned in prison. Bunyan was author of nearly sixty other books and tracts, including The Holy War and Grace Abounding to the Chief of Sinners. 

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    El progreso del peregrino - John Bunyan

    © 2010 por Casa Promesa

    Impreso ISBN 978-1-64352-170-1

    Ediciones eBook:

    Edición Adobe Digital (.epub) 978-1-64352-393-4

    Edición Kindle y MobiPocket (.prc) 978-1-64352-394-1

    Título en inglés: The Pilgrim’s Progress,

    ©2010 por Barbour Publishing, Inc.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida con propósitos comerciales, sin permiso escrito de la editorial.

    Las iglesias y otras entidades con intereses no comerciales pueden reproducir parte de este libro sin autorización escrita expresa de Casa Promesa, siempre que el texto no exceda las 500 palabras o el cinco por ciento del todo el libro, o menos, y que no sea material citado de otra editorial. Cuando se reproduzca el texto de este libro, debe incluirse las siguientes líneas de crédito: De "El progreso del peregrino", publicado por Casa Promesa, Inc. Usado con permiso.

    Desarrollo editorial: Semantics, P.O. Box 290186,

    Nashville, TN 37229 semantics01@comcast.net

    Publicado por Casa Promesa, Inc., 1810 Barbour Drive,

    Uhrichsville, Ohio 44683, www.casapromesa.com.

    Nuestra misión es inspirar al mundo con el mensaje transformador de la Biblia.

    Impreso en Estados Unidos de América.

    El progreso del peregrino se ha impreso, leído y traducido con mayor frecuencia que cualquier otro libro además de la Biblia. Personas de todas las edades han hallado deleite en la historia sencilla e intensa de Cristiano, el Peregrino. Los hechos parecen cercanos a la realidad, y la acción es rápida y consistente.

    John Bunyan nació en 1628 en la villa de Elstow, Inglaterra. Su padre era calderero, una ocupación humilde. Sin embargo, lo envió a la escuela para que aprendiera a leer y escribir.

    En 1674, Bunyan se casó con una huérfana cristiana que oraba. Guió a su esposo al Señor y él se bautizó. Bunyan pronto comenzó a predicar, pero lo arrestaron y condenaron a prisión por predicar sin tener permiso por parte de la iglesia establecida. Permaneció en la cárcel por doce años, durante ese tiempo escribió este libro.

    Leer El progreso del peregrino no solo es una experiencia placentera, sino también una que cambia nuestras vidas.

    Un hombre vestido con harapos y agobiado por una gran carga en la espalda estaba parado frente a su propia casa. Abrió la Biblia que sostenía en la mano y mientras leía, lloraba y temblaba. Finalmente, sin poder contenerse más, gritó:

    –¿Qué es lo que haré?

    Afligido, entró a la casa y dijo:

    –Oh, amados esposa e hijos, estoy angustiado porque llevo esta carga sobre mi espalda. Además, estoy seguro de que nuestra ciudad será incendiada por el fuego que descenderá del cielo. Todos moriremos a menos que hallemos una forma de escapar.

    La familia estaba sorprendida, no creían que lo que decía era verdad, pensaban que estaba fuera de sí. Imaginaban que si dormía se calmaría, entonces lo llevaron a la cama. Pero en la noche se afligía tanto como de día y pasó la noche con suspiros y lágrimas.

    En la mañana dijo que estaba peor que la noche anterior. Habló con ellos otra vez, pero no querían escucharlo. Ya que el dormir no lo había ayudado, decidieron tratar su locura con burlas, regaños e ignorándole.

    Con frecuencia se iba solo al campo, para orar por ellos y leer la Biblia. Así pasaron algunos días.

    Un día en el campo lloró:

    –¿Qué debo hacer para ser salvo? –Miraba hacia un lado y hacia otro como si quisiera correr, pero no sabía hacia dónde.

    Un hombre se acercó.

    –Yo soy Evangelista. ¿Por qué lloras así?

    El hombre respondió:

    –Señor, leo en esta Biblia que estoy condenado a morir y que después de eso iré a juicio. Encuentro que no deseo lo primero, y no soy capaz de enfrentar lo segundo.

    –¿Por qué no deseas morir, ya que esta vida está tan llena de mal?

    El hombre respondió:

    –Temo que esta carga en la espalda me hundirá en el infierno. No estoy listo para ir a juicio. Y los pensamientos me desesperan.

    –¿Por qué entonces no haces algo?

    –¡No sé qué hacer!

    –Lee esto. –Evangelista le dio un rollo de pergamino que decía: Huye de la ira venidera.

    El hombre preguntó:

    –¿Adónde debo huir?

    Evangelista apuntó más allá de una planicie amplia.

    –¿Ves la portezuela lejana?

    –No.

    –¿Ves la luz brillante a lo lejos?

    –Creo que sí.

    Evangelista dijo:

    –Sigue la luz y te llevará a la puerta. Cuando golpees, el guardián te dirá qué hacer desde allí.

    Entonces el hombre comenzó a correr. Al verlo, la esposa y los hijos le gritaban para que regresara. Pero el hombre se cubrió los oídos y corrió, gritando:

    –¡Vida! ¡Vida! ¡Vida eterna!

    Los vecinos también salieron para verlo correr y algunos se burlaron, otros amenazaron y algunos le gritaban para que regresara. Dos vecinos, Obstinando y Flexible, lo siguieron y lo alcanzaron, intentando persuadirlo para que regresara con ellos.

    Él les dijo:

    –Ustedes moran en la ciudad de la Destrucción. Y si mueren allí, se hundirán en un lugar que arde con fuego y azufre. Vengan conmigo.

    –¿Qué? –dijo Obstinado–. ¿Y dejar amigos y las comodidades atrás?

    –Sí, –respondió Cristiano, porque ese era ahora el nombre del hombre.

    –Aquellos no son dignos de ser comparados con lo que busco. Voy en pos de una herencia incorruptible, inmaculada, que nunca se desvanece. Espera en el cielo para ser otorgada a aquellos que la buscan de forma diligente. Leí acerca de eso en mi Biblia.

    –¡Cuentos chinos en tu Biblia! –dijo Obstinado–. ¿Volverás con nosotros o no?

    –No, porque he puesto mi mano en el arado.

    –Ven, vecino Flexible –dijo Obstinado–, es un tonto y se cree más sabio que siete hombres razonables. Vamos a casa sin él.

    Flexible vaciló:

    –Si lo que buen Cristiano dice es verdad, las cosas que busca son mejores que las nuestras. Mi corazón anhela ir con él.

    –¿Qué? Eres un tonto, también. No seré compañía de tales fantasías engañosas –dijo Obstinado y se volvió–. Sé sabio y regresa conmigo.

    Cuando Obstinado se hubo ido, Cristiano y Flexible caminaron a través de la planicie.

    –¿Estás seguro de que las palabras del libro son verdaderas? –le preguntó Flexible a Cristiano.

    –Sí, la Biblia fue hecha por Aquel que no puede mentir. Hay un reino infinito para habitar, una vida eterna. Se nos darán las coronas de gloria y vestiduras que nos harán brillar como el sol.

    –Estos son pensamientos agradables –dijo Flexible–. ¿Qué más dice la Biblia?

    –No habrá más lloro, no más aflicción. Estaremos con serafines, querubines y criaturas que deslumbrarán nuestros ojos. Nos encontraremos con decenas de miles que han ido antes de nosotros, amados y santos, todos caminando a la vista de Dios, todos bien otra vez y vestidos con las vestiduras de inmortalidad.

    –¿Pero de qué forma podemos compartir eso?

    –El Señor ha registrado esto en la Biblia –respondió Cristiano– que si deseamos tenerlo, él nos lo otorgará de forma gratuita.

    –El oír esto es suficiente para alegrar el corazón. Vamos, apuremos el paso.

    Pero Cristiano respondió:

    –No puedo ir tan rápido como quisiera debido a la carga que tengo en la espalda.

    Como iban distraídos, se enlodaron en un pantano en el medio de la planicie llamado Ciénaga del Desaliento.

    Flexible, enojado ahora, le gritó a Cristiano:

    –¿Es esta la alegría y el placer del que me hablaste? Si el viaje comienza de esta forma, ¿cómo será el resto? Si salgo vivo de aquí, puedes seguir viaje sin mí.

    Partió hacia su casa y no perdió tiempo en dejar a Cristiano atrás.

    Cristiano luchó a través de la Ciénaga del Desaliento hacia la portezuela, pero no pudo salir debido a la carga que tenía en la espalda. Un hombre se acercó desde el otro lado.

    –¿Qué haces aquí? –preguntó el hombre.

    –Estoy camino a la puerta para poder escapar de la ira venidera. Pero caí en esta ciénaga.

    –¿Por qué no buscaste los pasos? –preguntó el hombre.

    –El temor me siguió con tanta rapidez que caí en la Ciénaga.

    –Yo soy Ayuda.

    Y Ayuda tomó a Cristiano y lo colocó en el camino, explicando:

    –La Ciénaga del Desaliento no se puede arreglar para que los viajeros pasen de forma segura. Es la acumulación de escoria y de suciedad que, de forma continua, surge de la convicción de pecado. Porque a pesar de que al pecador se lo saca de su condición perdida, temores, dudas y aprensiones desalentadoras aún brotan de su alma y se establecen en la Ciénaga. Al Rey no le gusta que la Ciénaga permanezca tan amenazadora. Hay, por dirección del Legislador, ciertos pasos buenos y sustanciales, colocados de forma uniforme a través del mismo centro de la Ciénaga. Sin embargo, debido a la suciedad, los pasos apenas se ven, y si los hombres están confundidos caen de todos modos.

    Ahora Cristiano caminaba a través de la planicie por sí solo. Conoció al señor Sabio del Mundo, quien moraba en Política Carnal, una ciudad muy grande cerca de la Ciudad de la Destrucción. Sabio del Mundo tenía algunos indicios de Cristiano, debido a que ya se hablaba de su partida en esos lugares.

    Sabio del Mundo saludó a Cristiano y le preguntó hacia dónde iba.

    –A la portezuela a través de la planicie –respondió Cristiano–. Me han dicho que es la entrada al camino para deshacerse de esta carga pesada.

    –¿Atenderás mi consejo? –preguntó Sabio del Mundo.

    –Si es bueno, lo haré.

    –No hay un camino más peligroso y problemático en el mundo que ese al cual Evangelista te ha dirigido. Escúchame, te encontrarás con abatimiento, dolor, hambre, peligro, espada, leones, dragones, oscuridad y en una palabra, muerte.

    –Pero esta carga en mi espalda es más terrible para mí. No me importa qué es lo que encuentro si también hallo liberación de mi carga.

    –¿Cómo obtuviste esa carga?

    –Al leer la Biblia.

    –Lo pensé. Les ha sucedido a otros hombres débiles también. El remedio está a la mano. En vez de los peligros, te encontrarás con seguridad, amistad y satisfacción.

    –Muéstrame tu secreto.

    –En el próximo pueblo, llamado Moralidad, hay un hombre cuyo nombre es Legalidad. Tiene la habilidad de ayudarte a que te deshagas de la carga. Su casa está a un kilómetro y medio de aquí. Si no está en casa, su hijo, Civilidad, puede encargarse de ti tan bien como su padre lo haría. Una vez que seas sanado, puedes enviar por tu esposa e hijos para que se te unan allí, ya que hay casas que están vacías y el costo de vida es muy razonable.

    Cristiano, ansioso por deshacerse de la carga, pensó que el consejo era sabio.

    –Señor, ¿cuál es el camino hacia la casa de este hombre honesto?

    –Debes ir a esa montaña allá. La primera casa es la suya.

    –Entonces, Cristiano salió de su camino para ir a la casa de Legalidad. La carga parecía más pesada aún y la montaña pronto se vio desde el sendero y exhibió chispazos de fuego. Cristiano tembló de miedo y comenzó a arrepentirse de haber tomado el consejo de Sabio del Mundo. En ese momento vio a Evangelista que caminaba hacia él y se sonrojó de vergüenza.

    –¿Qué es lo que haces aquí, Cristiano? –preguntó Evangelista.

    Cristiano estaba parado sin habla delante de él.

    –¿No eres el hombre con el que hablé afuera de las murallas de la Ciudad de la Destrucción?

    –Sí, señor.

    –¿Entonces, qué es lo que haces aquí? Estás fuera del camino que te mostré.

    –Un hombre me enseñó un camino mejor, corto y no tan plagado de dificultades como al que tú me enviaste. Cuando llegué al lugar y vi el peligro que había adelante, me detuve por temor. Ahora no sé qué hacer.

    Evangelista habló:

    –Dios dijo: Mis justos vivirán por la fe. Y si se retraen, no estaré complacido con ellos. Has comenzado a rechazar el consejo del

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