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10 historias argentinas de la Segunda Guerra Mundial
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10 historias argentinas de la Segunda Guerra Mundial

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A ochenta años del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Julio B. Mutti nos trae diez apasionantes historias vinculadas íntimamente a la Argentina.
El conflicto armado más grande y sangriento del siglo xx involucró de una u otra manera a todos los países importantes del mundo. Aun en la neutralidad, las naciones americanas, y en especial la que nos ocupa, eran tierra fértil para las intrigas, el espionaje y los intereses políticos y económicos de los beligerantes. Lejos estuvo Argentina (que desde antes del inicio del conflicto se vio involucrada en diferentes facetas de la guerra) de poder librarse de la onda expansiva que llegaba desde la lejana Europa.
Cada una de estas historias independientes atrapará al lector, sumergiéndolo en una trepidante narración llena de detalles sorprendentes e inéditos, aun a ocho décadas de distancia. Persecuciones, batallas navales, submarinos, torpedos, espías, fugas espectaculares, diplomáticos y sabotajes, integran estas diez historias imperdibles para todo entusiasta de la Segunda Guerra Mundial.

LanguageEnglish
Release dateAug 26, 2019
ISBN9780463697412
10 historias argentinas de la Segunda Guerra Mundial
Author

Julio B. Mutti

Julio B. Mutti nació en Buenos Aires en 1978. Desde hace años se dedica a la investigación del nazismo y sus vinculaciones con la Argentina. Ha escrito la saga "Los verdaderos últimos días de la segunda guerra mundial": "Mito y realidad sobre la muerte de Adolf Hitler" y "Sumergibles alemanes en Argentina y Sudamérica", 2013. En 2015 publicó su tercer libro "Nazis en las sombras; la historia inédita de los espías del Tercer Reich en Argentina", editado en España y Argentina. Su blog u-boatargentina.blogspot.com es uno de los más visitados del país. Colabora activamente con revistas relacionadas a la Segunda Guerra Mundial y documentales televisivos. Email: julio.b.mutti@gmail.com

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    10 historias argentinas de la Segunda Guerra Mundial - Julio B. Mutti

    10 Historias argentinas de la Segunda Guerra Mundial

    Julio B. Mutti

    Índice

    Prólogo

    Introducción

    Capítulo I

    Capítulo II

    Capítulo III

    Capítulo IV

    Capítulo V

    Capítulo VI

    Capítulo VII

    Capítulo VIII

    Capítulo IX

    Capítulo X

    Archivos y fuentes

    Bibliografía

    Agradecimientos

    Prólogo

    Por Laureano Clavero*

    "El bullicio de la calle es infernal. Coches, camiones y motos se pelean sobre el asfalto por llegar a tiempo a algún sitio. Es la hora pico laboral y de circulación de vehículos en la ciudad de Buenos Aires. Hace tres días que llueve sin parar y la capital porteña es un caos. Un hombre de unos cuarenta años sale de la boca del subterráneo de la estación Tribunales. En detalle vemos sus zapatos mojados avanzando a paso ligero. Mientras esquiva a la multitud acelerada, intenta con su sobretodo proteger de la lluvia unas carpetas llenas de papeles y documentos. Todos tienen paraguas. Él, inmerso en sus investigaciones, se lo ha olvidado en su departamento. En las tapas de las carpetas podemos leer varios apellidos de origen alemán: Kuster, Brhun, Wolf, entre otros. Nuestro apresurado investigador llega a la puerta de un imponente edificio gubernamental. Es Palacio de Justicia de la Nación. Después de subir unos cuantos escalones atraviesa la gran puerta de entrada de edificio. Esta se cierra detrás de él y el bullicio de la calle cesa por completo. Se acerca al mostrador de acceso y muestra unos documentos a un oficial de vigilancia.

    El guardia mira los papeles y le hace un gesto con la cabeza de que puede pasar. Antes de dar un paso, el joven investigador mira su reloj también empapado. Accede al lugar a través de un largo pasillo que lo llevará al Archivo General del Poder Judicial de la Nación. La imagen se funde a negro y solo escuchamos el eco de sus pasos que se alejan por el largo pasillo…".

    Como director de cine y guionista que soy, esta es la escena que viene a mi mente cuando intento imaginar el duro trabajo de Julio B. Mutti y su arduo compromiso de investigación sobre las redes de espionaje alemanas y los nazis en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial.

    Lo conocí por casualidad. Entramos en contacto a través de las redes sociales. Julio buscaba huellas de los nazis en un pueblo balneario a sudeste de la provincia de Buenos Aires llamado Mar del Sud; y yo llevaba hecho un trabajo de campo en la misma zona de más de diez años. Fue interesante y curioso saber que ambos habíamos llegado a las mismas conclusiones y datos por diferentes vías. Uno sumergido en los archivos y el otro recorriendo campos, playas y golpeando puertas.

    Si este pequeño esbozo de guion que he escrito al principio de este prólogo tendría que continuar, sería así: Ahí pasará horas y horas revisando declaraciones, prontuarios y fotografías. Tomará notas y hará copias de los documentos más relevantes. El tiempo pasará muy rápido pero Julio, nuestro investigador, volverá una y otra vez en busca de la verdad. La verdad sobre qué ocurrió entre Argentina y el Eje durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

    El trabajo de Julio B. Mutti es una lectura obligada para entender las relaciones que Argentina tuvo con Alemania durante la guerra. Mutti está a la altura de investigadores que ya han pasado su pluma por estos temas como Uki Goñi, Jorge Camarasa y Carlos de Nápoli, entre otros. También es verdad que Julio marca una diferencia importante en el nivel de detalle de su investigación. Sus fuentes y horas de archivo hacen de sus libros una verdadera joya de consulta.

    También está el detrás de cámara de todas estas investigaciones. Todos esos años de investigación, archivos y conexiones para llegar a completar el complejo rompecabezas del espionaje alemán en Argentina. Pero esa es otra película.

    La pantalla está en blanco. Lentamente se apagan las luces. Comienza 10 historias argentinas en la Segunda Guerra Mundial.

    Enero de 2019

    Frente al Mar Mediterráneo, Provincia de Tarragona, España.

    *Escritor, guionista y director de cine argentino, radicado en España.

    Introducción

    Durante 2019 se cumplirán ochenta años del inicio de la Segunda Guerra Mundial. La guerra de todas las guerras, el hito bélico más importante del siglo xx, que cambió la historia del mundo para siempre.

    A ocho décadas del inicio formal de la gran conflagración mundial, es imposible no detenerse para realizar una mirada retrospectiva. Cada aspecto militar, político, geográfico, económico, cultural, criminal, etc. será estudiado y reescrito por investigadores e historiadores de todo el globo.

    Como argentino, siempre me han interesado todos aquellos aspectos que relacionaron a la guerra con mi país, incluso desde antes del estallido. Las noticias que llegaban de Europa atraparon de inmediato la atención y las pasiones de la sociedad argentina. La prensa dedicó grandes títulos y sus páginas principales a cualquier novedad que se relacionara con los frentes más importantes de combate. Aquellas noticias tenían siempre preponderancia sobre cualquier otra del ámbito local, por más importante que fuera. Los años que llevo realizando trabajo de hemeroteca me han consustanciado íntimamente con aquella realidad. Sin embargo, el contexto de una guerra totalmente globalizada, en la cual se enfrentaban dos sistemas políticos antagónicos, es algo que hoy en día es difícil contextualizar; especialmente es extremadamente complicado para los jóvenes colocarse en aquel singular pasaje de la historia de fines de la década de los treinta.

    Argentina se vio envuelta, desde mucho antes de la explosión de septiembre de 1939, en un sinfín de hechos de todo tipo y concepción que lo vincularon a uno u otra parte en conflicto. El espionaje comenzó a florecer en vistas de lo que sería una guerra inevitable. Los intereses económicos movieron sus hilos y los ánimos políticos se agitaron desde sus cimientos mucho antes de que las huestes de Hitler cruzaran la frontera polaca.

    Ingentes cantidades de sangre joven de uno y otro bando cruzaron el Atlántico para alistarse en una lucha que a ambos contendientes les parecía la más justa y noble por la que jamás hubieran luchado. Hijos de inmigrantes que habían sido educados en las profundas pampas como alemanes, franceses o británicos no dudaron en tomar las armas por las naciones de sus padres. Sobre ellos se ha escrito bastante en el pasado, tal vez no lo suficiente, pero existen interesantes y profundos trabajos que han traído a nuestros días pequeñas grandes historias de numerosos muchachos que lucharon contras las potencias del Eje. Las historias de los hijos de alemanes permanecen todavía más en el anonimato, están menos documentadas y sufren en general del propio ocultamiento voluntario producido por el temor a ser señalado como un nazi. Muchas veces he chocado con un muro a la hora de traer al presente historias sepultadas en el seno de familias que sufrieron el desastre alemán y la rudeza de la guerra como pocas. Haber luchado por Alemania no era ni es sinónimo de nazismo. Pero esto es algo que todavía cuesta un poco entender, tanto a vencidos como a vencedores. Tengo la esperanza de que futuras generaciones vayan abriendo de a poco las compuertas herméticamente cerradas de ese pasado tan doloroso.

    Impedido así parcialmente de traer a la superficie pequeñas historias de germanoargentinos en el frente de combate, más allá de las ya publicadas en mis trabajos anteriores, y habiendo una buena cantidad de narraciones sobre voluntarios de las potencias occidentales, me pareció más interesante, en esta oportunidad, ahondar sobre narraciones que tuvieron a la Argentina como protagonista desde otras formas de guerra: el espionaje, tema tratado en uno de mis trabajos anteriores, pero que se profundiza notablemente en las situaciones planteadas alrededor de la llegada de los marinos del acorazado Graf Spee y de mis investigaciones de campo en una de las chacras de la organización secreta alemana; la situación de los mercantes beligerantes en el puerto de Buenos Aires, un asunto de extrema importancia desde lo económico y para el frente de combate marítimo; el torpedeamiento de dos buques argentinos por parte de sumergibles alemanes, un hecho que colmó las páginas de los diarios con elevada indignación; un salvaje ataque con bombas en el puerto de la capital argentina, un hecho sin precedentes que hasta este momento permanecía ignorado por los historiadores; la historia de un matón de las SS y sus fechorías; las andanzas de un submarinista argentino, el sudamericano más destacado entre los oficiales de la legendaria fuerza submarina de Hitler; el intrincado juego de equilibro de los ingleses para salvaguardar sus intereses en el Río de la Plata y, a su vez, mantener contento a su gran aliado del norte.

    Todos estas historias han cautivado mi apetito de investigador y han deleitado mi imaginación, de la misma manera que espero que lo haga con el lector.

    Julio B. Mutti

    Buenos Aires, enero de 2019.

    El Spee en llamas.

    Fotografía del Archivo de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación (hcdn).

    Capítulo I

    Acorazado Graf Spee.

    El hombre detrás de la escena

    Se han publicado decenas de libros sobre la historia del acorazado de bolsillo alemán Graf Spee; cientos, tal vez, en todo el mundo. Sin dudas debe tratarse de una de las historias de la Segunda Guerra Mundial que más inspira a historiadores e inquieta al público en general. Esto sucede especialmente en los países del Río de la Plata, lugar donde gran cantidad de los tripulantes internados en 1939 decidieron permanecer hasta el fin de sus días. Yo mismo, por esos caprichos que tiene el destino, conocí un día a un afable y simpático vecino, de ojos claros y bondadosos, quien resultó ser nada menos que el hijo de Gerhard Wilde, marinero del ya mítico y pequeño acorazado.

    Recordemos, al menos brevemente y a modo de antecedente de las historias que narraremos a continuación, los hechos que desembocaron en la Batalla del Río de la Plata, que de por sí debe tratarse del acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial más relevante del Atlántico Sur.

    El buque del capitán Langsdorff zarpó del puerto de Wilhelmshaven el 21 de agosto de 1939, es decir once días antes de que estallaran oficialmente las hostilidades. Las órdenes del alto mando de la Kriegsmarine (Marina de Guerra de Alemania) eran las de dirigirse al Atlántico Sur y operar como corsario sobre las rutas comerciales británicas. El acorazado tuvo gran éxito durante los primeros meses de la guerra, hundiendo nueve vapores mercantes y capturando algunos otros. La escuadra británica lo buscó intensamente, pero sin lograr dar con el huidizo y eficaz corsario. Finalmente, el 13 de diciembre de 1939, frente al Río de la Plata, tres cruceros de guerra británicos, el Achilles, el Ajax y el Exeter, al mando del almirante Harwood, interceptaron a la nave alemana. Luego de una batalla indecisa y con ambos bandos en fuga, Langsdorff decidió internarse en el Río de la Plata y atracó en la rada de Montevideo. Lo que se desató después fue una intensa lucha diplomática.

    Uruguay era un país profundamente influido por la diplomacia británica, por lo que las autoridades locales hicieron todo lo posible por poner las cosas muy difíciles a los alemanes. El 17 de diciembre, creyendo que una gran flota del Imperio británico lo acorralaba en las marrones aguas del Plata, Langsdorff hundió su nave y evacuó su tripulación hacia Buenos Aires.

    Parecería imposible que algún detalle, por más pequeño que fuera, hubiera escapado al aguzado ojo de los grandes especialistas luego de décadas de estudio. Especialmente pienso en Tras la Estela del Graf Spee de E. Dick, una obra sobresaliente. Y aunque seguramente muchos lo han intentado, leer todos los libros y las publicaciones sobre el Spee que han aparecido a lo largo de los años es algo que podría resultar inacabable.

    Fue entonces cuando reparé en el rol que jugó el capitán alemán de la marina mercante Rudolf Hepe durante aquel agitado 17 de diciembre de 1939. Mientras investigaba para mi libro sobre los espías alemanes en Argentina di con un par de viejos archivos: los interrogatorios realizados a Hepe por las fuerzas de seguridad del país sudamericano. El primero de ellos llevado a cabo en 1939, apenas llegados los hombres del acorazado a Buenos Aires, y el segundo en 1945, cuando fue detenido por actividades de espionaje a favor de Alemania en el marco de una causa federal.

    Dick no menciona a Hepe en su fantástico libro, al menos en la edición que poseo, publicada en 2002, por lo que inicialmente su actuación podría haber pasado un tanto inadvertida. Sin embargo, otros autores, ya sea de libros o de antiguos artículos periodísticos, han citado en algunas pocas ocasiones al capitán mercante.

    Es posible afirmar, entonces, a la luz de la bibliografía existente, que el rol jugado por Hepe es apenas conocido; su participación en la maniobra, que depositó finalmente a los muchachos del acorazado en el puerto de Buenos Aires, no ha obtenido a lo largo de los años el lugar que realmente le corresponde. Algunos importantísimos detalles han quedado algo enterrados en el olvido. Por ejemplo: ¿Quién era Hepe? ¿Qué sucedió la noche anterior a la partida de los remolcadores que llevaron a Buenos Aires a los tripulantes del Spee y cuáles eran las funciones que desempeñaba realmente el capitán mercante al servicio de la Embajada de Alemania?

    Trataremos a continuación, entonces, de echar algo de claridad sobre este enigmático personaje, a veces mencionado, otras tantas, ignorado.

    Rudolf Hepe fue el hombre que hizo posible, gracias a su audacia, la fuga de casi toda la tripulación del Spee hacia Buenos Aires. Sin su coraje, los marineros del acorazado difícilmente hubieran tocado tierra argentina. Y me pregunto, a la sazón, cuán distinta hubiera sido aquella famosa historia sin su determinante accionar. Seguramente, el hijo de Wilde no hubiera sido mi vecino de no haber sido por el arrojo y la valentía que ese viejo capitán de la marina mercante mostró aquella lejana madrugada, unos ochenta años atrás.

    Imagen anterior: Theodor Dreyer, comandante del Monte Cervantes y Rudolf Hepe (a la derecha y con

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