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Los devotos del Marqués. Sadomasoquismo: el renovado placer del siglo XXI.
Los devotos del Marqués. Sadomasoquismo: el renovado placer del siglo XXI.
Los devotos del Marqués. Sadomasoquismo: el renovado placer del siglo XXI.
Ebook160 pages2 hours

Los devotos del Marqués. Sadomasoquismo: el renovado placer del siglo XXI.

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El siglo XX ha comenzado a reconsiderar hábitos amatorios anteriormente reprobados. La nómina de perversiones freudianas, reinante en el siglo anterior, apenas logra abarcar hoy las prácticas sexuales corrientes. Y como siempre, son el arte y la literatura los que van abriendo las puertas por donde han de salir los prejuicios y las normas sociales de mayor rigidez. El sadomasoquismo, esa forma de placer de tan mala prensa en épocas anteriores, hoy parece cobrar legitimidad. Y bajo ese amplio término, acuñado en el siglo XX para describir un tipo de relación en la cual dar y recibir dolor o humillación resulta placentero, los medios promocionan películas, libros, clubes privados o espectáculos que obtienen una llamativa aceptación. Ello da cuenta de que, ensanchando o enriqueciendo las fronteras del “sexo convencional, la comunidad adepta al llamado BDSM (bondage, dominación, sadismo y masoquismo) ha crecido en proporciones geométricas

LanguageEnglish
Release dateNov 18, 2018
ISBN9780463118580
Los devotos del Marqués. Sadomasoquismo: el renovado placer del siglo XXI.

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    Los devotos del Marqués. Sadomasoquismo - Cordelia Callas

    LOS DEVOTOS DEL MARQUÉS

    Sadomasoquismo: el renovado placer del siglo XXI

    Cordelia Callás

    LD Books

    Colección Conjuras

    Edición Smashwords

    Los devotos del Marqués. Sadomasoquismo: el renovado placer del siglo XXI

    L.D. Books

    © Cordelia Callás, 2017

    D.R. ©Editorial Lectorum, S.A. de C.V., 2017 Batalla de Casa Blanca Manzana 147 A, Lote 1621 Col. Leyes de Reforma, 3a. Sección C. P. 09310, Ciudad de México.

    Tel. 5581 3202

    www.lectorum.com.mx

    ventas@lectorum.com.mx

    Primera edición: julio de 2017

    ISBN edición impresa: 978-607-457-650-4

    Colección CONJURAS

    D.R. ©Portada e interiores: Mariel Mambretti

    Características tipográficas aseguradas conforme a la ley.

    Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización escrita del editor.

    Índice

    Introducción

    Capítulo 1. Un placer con nombre propio

    Capítulo 2. De la curiosidad a la entrega

    Capítulo 3. Azotes, monturas, bridas

    Capítulo 4. Los cuerpos obedecen, la mente juega

    Capítulo 5. El placer y sus materiales de construcción

    Capítulo 6. La sexualidad como creación artística

    Capítulo 7. Ni tan amo ni tan esclavo

    Conclusiones

    Apéndice fotográfico

    Bibliografía

    Introducción

    Las sociedades posmodernas han construido modelos de vida que ya poco tienen que ver con los paradigmas de otros tiempos. Los marcos morales se diluyen, mutan, se transforman. Los usos y costumbres antes confinados a extramuros son no sólo aceptados, sino hasta entronizados por el arte, los medios, la actitud social. El bien y el mal se peinan canas, y cohabitan en el cono de sombras del relativismo. Es más: ambos han desaparecido como conceptos absolutos e incontrastables. Y el sexo, que expresa una de las formas más íntimas de comunicación de las personas, no podía, obviamente, desairar a los nuevos paradigmas imperantes.

    La vida se ha acelerado, se ha vuelto vertiginosa, líquida. La soledad y el desapego, como rasgos inherentes a las grandes ciudades, trajeron la necesidad de nuevas sensaciones. Nuevas partes del cuerpo son objetos de adoración. Así, por ejemplo, las nalgas ocupan millones de kilómetros cuadrados de espacio en las publicidades callejeras, y en las múltiples pantallas que deslumbran a los actuales humanos. Por sobre milenarios tabúes, nuevos elementos, productos y sustancias erotizantes se suman a las prácticas amatorias, dando cuenta de un siglo xxi en el que se torna indispensable reformular desde las pautas éticas y morales hasta la psiquiatría.

    Lo que antes se había echado por la ventana vuelve a entrar por la puerta, y con reconocido derecho. El decálogo de perversiones freudianas se ha convertido en un manual de uso que apenas logra describir el sexo contemporáneo; lo retrata, no mucho más que eso. Hoy, sin ir más lejos, suena casi absurdo el concepto de sodomía, que llevase a tanta gente a la hoguera.

    Éste es el marco en el que se inscribe esa forma de placer sexual tan particular que es el sadomasoquismo, definición más o menos amplia para describir un tipo de relación en la cual dar y recibir dolor, infligir y ser objeto de sufrimiento y humillación, es sólo otra vía legítima de relacionarse en pareja. Como hecho central o accesorio, el dolor excita a los protagonistas de un 'juego" a punto tal, que en muchos casos ya no resulta placentera la práctica del sexo convencional.

    Lo cierto es que, sobre todo en la última década, la comunidad SM, o más específica y ampliamente BDSM (bondage, dominación, sadismo, masoquismo), ha crecido en proporciones geométricas; acaso como respuesta a las transformaciones generales ocurridas en el posmodernismo; tal vez, como signo de la permanente demanda de novedades del espíritu humano.

    Debe aceptarse que tanto el sadismo como el masoquismo han existido desde siempre en las sociedades modernas, como una forma de vinculación entre las personas, y aun por fuera del placer sexual.

    El castigo y la humillación han sido, a lo largo del tiempo, un modo eficaz de disciplinar tanto sea en el ámbito militar como en el familiar y en el escolar. Y nadie ha puesto en el banquillo esas prácticas. Tampoco las diferentes religiones se han privado de amenazar con el castigo divino remoto, el jerárquico inmediato y los autocastigos obligatorios a quienes no cumplían o no respetaban las reglas propuestas por la ortodoxia.

    La sumisión, como uno de los rostros del masoquismo, de la dialéctica amo-esclavo llevada a las prácticas cotidianas, no ha estado ausente en los distintos ámbitos en los que el castigo y la humillación fueron utilizados como herramientas disciplinantes. Quienes se sometían a la voluntad de los maridos, los superiores, los jerarcas, lo hacían desde una posición pasiva considerada natural.

    Dominación y sumisión, flagelador y flagelado son hoy pares que provocan excitación y placer en creciente número de parejas; en privado, en público, en clubes, en reuniones a puerta cerrada y entre amigos de gustos compartidos.

    Indiscutiblemente, este tipo de vínculo siempre ha estado presente en las distintas sociedades, en diferentes tiempos históricos, no sólo entre las personas sino también entre los países. Vale decir que, como con el castigo, el placer sexual SM reproduce modos vinculares que siempre estuvieron en la sociedad y que el siglo XXI ha puesto en evidencia con más claridad, y hasta con derechos de existencia y publicidad.

    Con todo, y aunque es cierto que fue en la última década en la que proliferaron quienes practicaban el SM, así como asociaciones que ofrecían instalaciones e implementos para la práctica de esta modalidad erótica, el sadomasoquismo ni siquiera nació con el Marqués de Sede; apenas tomó prestado su nombre.

    En el siglo IX antes de Cristo, en el marco del culto a la diosa Artemisa, las muchachas atenienses, en edad de con-traer matrimonio, eran enviadas al templo de la diosa para que se convirtieran en sirvientas de la deidad. Y han quedado registros de que allí se flagelaba a las jóvenes siervas, con el consentimiento social.

    En la Tumba de la Flagelación, un fresco etrusco datado en el 490 A. C. que se halló en el interior de una tumba en la Necrópolis de Monterozzi, cerca de la ciudad de Tarquinia, Italia, se ve a dos hombres azotando a una mujer; ella le practica sexo oral a uno de ellos, y el otro la penetra por detrás.

    En el Kama Sutra, antiguo texto indio del siglo IV a. C., considerado un manual destinado a instruir sobre las artes de la sexualidad, también se incorporan varias posiciones de claro corte sadomasoquista.

    Por fin, y sólo para dar grandes saltos en este repaso histórico, en tiempos en que el Divino Marqués comenzaba a escribir su obra y practicar el sexo duro, al compás de las proclamas revolucionarias y las objeciones a los vicios monárquicos, en París y en Roma existían gran cantidad de prostíbulos en los que se desarrollaba este tipo de vínculo sexual.

    Lo curioso de esta práctica cada vez más difundida es que, pese al aumento en la cantidad de personas que se suman a la comunidad SM, ésta es sólo un 14% (la cifra es estimativa) de quienes fantasean con ella. Esta estimación da cuenta de que existe una gran cantidad potencial de personas atraídas por esta modalidad erótica, seductora, según se ve, y con creciente número de acólitos.

    En otro terreno, y acaso como producto de la aceptación que ha comenzado a tener en las parejas del siglo xxi, los propios especialistas en sexología empezaron a discrepar respecto de la forma en que se califica a esta práctica: ¿patología o conducta sexual normal? Ésa puede llegar a ser una pregunta sin una respuesta universalmente satisfactoria a la vista.

    Al menos, sin ánimo alguno de encomiarla o condenarla, comencemos por conocerla un poco más. Hurgaremos para ello en obras artísticas, literarias fundamentalmente, que son las que suelen correr un poco, siempre, los parámetros de tolerancia social; y también en la Internet, ese no lugar que a la vez es la plaza global, y donde, entre el oro y el barro, podemos encontrar sin tapujos un espejo de las prácticas, las fantasías y los deseos de nuestros contemporáneos. Las próximas páginas se pretenden, apenas, como una introducción al tema. El lector continuará, sin dudas, su propio y personal camino.

    Capítulo 1

    Un placer con nombre propio

    La crueldad, lejos de ser un vicio, es el primer sentimiento que la naturaleza nos infunde.

    Marqués de Sade

    Richard von Krafft-Ebing (1840-1902), el legendario psiquiatra alemán que publicó en 1886 Psicopatía sexual, la obra que por primera vez clasificó y definió lo que él consideraba desvíos sexuales, era sin dudas, y a los ojos de hoy, un timorato, aunque expresaba ideas que aún defienden los sectores más conservadores de la sociedad. El especialista sostenía que el único propósito que debía tener el sexo era la procreación; por ello, cualquier tipo de deseo o fantasía que se alejase de aquel concepto era, automáticamente, una perversión.

    Lo que sí y lo que no

    Fue precisamente Von Krafft-Ebing el primero en valerse de Donatien Alphonse François (1740-1814), conocido como el Marqués de Sede, y de Leopold von Sacher-Masoch (1836-1895), respectivamente, para ponerle nombre a una práctica sexual que, hasta entonces, no tenía identidad propia: el sadomasoquismo.

    En su obra cumbre, el psiquiatra germano dividió lo que él consideraba desviaciones sexuales en cuatro categorías:

    •. Paradoxia: era el deseo sexual experimentado en etapas de la vida equivocadas (infancia o vejez).

    • Anesthesia: daba cuenta de la escasez de deseo sexual.

    •. Hyperesthesia: definía a la contracara de lo anterior; o sea, era el deseo sexual excesivo.

    •. Paraesthesia: se daba cuando el deseo sexual era enfocado en un objeto equivocado.

    En este último apartado, Von Krafft-Ebing encuadraba toda la suma de comportamientos a los que consideraba per-versos. Y en esta categoría entraban la pederastia, el fetichismo, la homosexualidad, el sadismo y el masoquismo, entre otras tantas modalidades desviadas.

    En un trabajo para la Revista Digital de Filosofía, Antonio Tudela Sancho, un estudioso doctorado en Filosofía y Ciencias de la Educación, se ocupa precisamente del tema de la llamada heteronormatividad y, por supuesto, alude a la obra de Von Krafft-Ebing y a la visión de la vida y la sociedad que tenía el germano. Escribe el docente de la Universidad de Ceuta:

    "Una de las parejas posibles de opuestos que considera Krafft-Ebing en el transcurso de un rápido repaso por la historia de Europa, es la que contrapone

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