El sol ardía sobre la playa color carameio. Nene, un conservadonista, cavó en la arena y el polvo cayó como ima avalancha en el agujero, mientras sus dedos empujaron más profunda. Fue un trabajo duro llegar a través de las frías capas de arena. “Puedo sentir lino” sonrió. Mis ojos se abrieron. Nene había encontrado oro: el nido de una tortuga verde.
De las siete especies de tortugas marinas del mundo, seis (induida la verde) están en peligro de extinción. Nene y yo estabamos trabajando en la playa de Gnanal, una bahía de arena salvaje en la remota costa sur de la Isla de la Juventud en aita mar en Cuba. Lejos de cualquier asentamiento Kumano, Guanal está protegido las 24 horas por guardaparques. Unos 250 nidos de tortugas verdes habían sido marcados con palos, con notas sobre las fechas previstas de eclosión.
En menos de media hora, Nene había liberado cuidadosamente de