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Oaxaca: Arqueología de una Región Mesoamericana
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Oaxaca: Arqueología de una Región Mesoamericana

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Este libro (SAA Press Current Perspectives Series) ofrece una visión general de la arqueología de la región oaxaqueña, abordada desde sus orígenes, con los científicos del siglo XIX, hasta los estudios más recientes en la época moderna. Ubicada en el sur de México, esta región mesoamericana ha sido considerada como cuna de civilizaciones debido a su ininterrumpido desarrollo cultural, desde la prehistoria hasta nuestros días. El libro se presenta organizado en una manera cronológica, a fin de que el lector pueda comprender el desarrollo de las antiguas culturas que han convivido a lo largo de varios siglos en este agreste territorio. Ofrece una compilación de los conocimientos emanados de los varios proyectos arqueológicos que se han realizado permanentemente en Oaxaca, que han permitido ir construyendo la historia de los grupos humanos asentados desde la etapa lítica hasta la llegada de la conquista europea en las diversas sub-regiones. Muestra también los diversos enfoques de la arqueología mexicana y norteamericana que la han modelado, y que se han complementado de manera afortunada para hacer de Oaxaca una de las regiones más estudiadas de Mesoamérica.
LanguageEnglish
Release dateOct 1, 2019
ISBN9780932839602
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    Oaxaca - Nelly M. Robles García

    Oaxaca:

    Arqueología de una Región Mesoamericana

    Nelly Margarita Robles García

    The SAA Press

    Washington, DC

    The Society for American Archaeology, Washington, DC 20005

    Copyright © 2019 by the Society for American Archaeology

    All rights reserved. Published 2019

    Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

    Names: Robles García, Nelly M., author.

    Title: Oaxaca : arqueología de una región / Nelly M. Robles García.

    Description: Washington, DC : The Society for American Archaeology, 2019. | Includes bibliographical references and index. | Description based on print version record and CIP data provided by publisher; resource not viewed.

    Identifiers: LCCN 2018046371 (print) | LCCN 2018051810 (ebook) | ISBN 9780932839602 (ebook) | ISBN 9780932839596 (alk. paper)

    Subjects: LCSH: Oaxaca (Mexico : State)--Antiquities. | Archaeology and history--Mexico--Oaxaca (State)

    Classification: LCC F1219.1.O11 (ebook) | LCC F1219.1.O11 R63 2019 (print) | DDC 972/.74--dc23

    LC record available at https://lccn.loc.gov/2018046371

    Printed on acid-free paper

    Contenido

    Prefacio

    1. La Arqueología en Oaxaca

    2. Los Orígenes

    3. Estado y Ciudades: El Periodo Clásico

    4. Reinos y Territorios: El Periodo Posclásico

    5. El Gran Legado de los Códices: Arqueología y Etnohistoria

    6. Consideraciones Finales

    Bibliografía

    Indice Temático

    Prefacio

    El libro Oaxaca: Arqueología de una Región Mesoamericana, ofrece un meditado resumen del estado de las cosas en la disciplina de la arqueología en Oaxaca, región cultural mesoamericana que es bien conocida por su longeva trayectoria como hábitat humano, lo que le ha hecho establecerse como un destino apropiado para estudiar los testimonios materiales de las sociedades prehistóricas, prehispánicas, virreinales y etnográficas que, hasta la actualidad han hecho propio su territorio a lo largo de por lo menos hace doce mil años.

    Si bien los estudios arqueológicos, que emergieron de manera amateur desde mediados del siglo XIX, nos legaron una gran cantidad de material gráfico e interpretaciones a veces fantásticas, en una modalidad de estudios descriptivos e intervenciones monumentalistas representadas primordialmente por Eduard Mühlenpfordt y por Leopoldo Batres, no fue sino hasta el inicio de la arqueología científica, iniciada en México por Manuel Gamio, y en Oaxaca por Alfonso Caso, que se sistematizaron los datos empíricos, cuantificables, palpables, que ejercita esta vertiente del conocimiento antropológico en la región.

    De esta manera, la existencia de estudios arqueológicos en Oaxaca -o arqueología oaxaqueña-, coinciden con el establecimiento de la llamada época dorada de la arqueología mexicana, iniciada precisamente por Alfonso Caso en Monte Albán. Es a partir de estos esfuerzos intelectuales que se inicia la tradición de una manera de hacer la arqueología que continúa hasta hoy día, enriquecida por diversas escuelas de pensamiento, posiciones teóricas, modas, orientaciones políticas y tendencias personales, que nos dan como resultado una riquísima tradición arqueológica que refleja completa la percepción arqueológica de México.

    El libro, originalmente solicitado por la Society for American Archaeology (SAA) a través de Kenneth Ames—editor hasta 2016—está pensado como un esfuerzo por compilar e interpretar regionalmente los diversos momentos que han marcado el desarrollo de la disciplina, por lo que resulta útil como un texto orientado a la consulta rápida por académico; como introducción a nuevos estudiantes, y como lectura de conocimiento general por otros públicos.

    En este sentido, resulta muy loable el esfuerzo que hace la SAA por publicar esta obra en Español, como parte de una bien cimentada política orientada a abrir los canales para la comunicación transversal en nuestro continente, tarea que, claro está, con mucho recae en las líneas de actuación trazadas por el Comité de las Américas; estas publicaciones regionales tienden a complementar la apertura que se ha dado a través de las Conferencias Intercontinentales, además de las comunicaciones personales entre cientos de colegas americanos y latinoamericanos.

    De esta manera, y por nuestra propia formación—o deformación—profesional, el libro se organiza de manera cronológica, llevando al lector desde la prehistoria hasta la época del contacto con las culturas europeas, entre 1521 y 1600, respetando la temporalidad de lo que la ley mexicana (Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos Artísticos e Históricos) reconoce como arqueológico.

    En resumen, el libro presenta las principales teorías, hallazgos, discusiones y personalidades, representativos de las diferentes épocas culturales, puntualizando el estado interpretativo en cada caso. Termina ofreciendo una vasta bibliografía de la temática arqueológica de Oaxaca.

    Como es común en la producción de las publicaciones en nuestro campo, estas terminan siendo posible sólo gracias a los esfuerzos de muchos individuos. Personalmente, por el esfuerzo en la integración de esta obra, quedo en deuda con varios colaboradores, colegas que desinteresadamente hicieron equipo conmigo para lograrlo, por lo que les agradezco sinceramente a Lucía Cázarez Munguía, a Isis Martorell, a Guillermo Ramón Celis, a Mariana Navarro Rosales, a Iván Olguín, a Miguel Ángel Cruz González y a Gilberto Hernández y a los colegas que revisaron el manuscrito por la SAA; agradezco al INAH, mi institución, por las oportunidades. Sin embargo, los errores y omisiones involuntarias son responsabilidad exclusivamente de la autora.

    Expreso un amplio agradecimiento a Michelle Hegmon, Marnie Colton y Oona Schmid por el empeño y aptitud profesional en la edición final. Agradezco a Kenneth Ames su interés en esta publicación y a Elena E. Hannan por su magnífica y paciente edición. A mi querida Tobi Brimsek, sin cuya inspiración la SAA no significaría tanto en mi vida profesional.

    1

    La Arqueología en Oaxaca

    Oaxaca es una de las pocas áreas culturales donde puede encontrarse en su registro arqueológico la evolución de las sociedades indígenas desde su arribo al continente americano hasta la conformación de sociedades estatales y sus grandes ciudades, por lo que es una de las más importantes zonas de investigación no sólo en México sino a nivel mundial, dado a que son pocos los lugares donde se pueden tener registros arqueológicos del desarrollo de las sociedades agrícolas, o de las instituciones políticas y religiosas que conforman a los estados prístinos, es decir que no tuvieron influencia de ninguna otra formación política estatal y su surgimiento fue autónomo. Por tal motivo, existe una gran cantidad de trabajos realizados al respecto por varias generaciones de arqueólogos, en los que se da cuenta de que ésta es una de las regiones reconocidas universalmente por su desarrollo cultural y complejo (Figura 1.1).

    Como para el resto de Mesoamérica, los antecedentes de los estudios arqueológicos en Oaxaca datan de la época de la colonia española en suelo de la llamada Nueva España. Se trata de descripciones, censos y dibujos elaborados por administradores, soldados y sobre todo religiosos, en el afán de configurar su propia narrativa del impacto que les causara el enfrentarse a las culturas nativas y a la justificación del largo y autoritario proceso de evangelización religiosa. En estos documentos se describen variados aspectos de la cultura material e inmaterial de las poblaciones indígenas con las que interactuaron.

    Existe un valioso legado en la documentación de monumentos y sitios elaborados por viajeros y arqueólogos extranjeros del siglo diecinueve, destacan una serie de documentos referentes a los edificios de Mitla, que sería el sitio más visitado y estudiado de todo Mesoamérica en ese siglo (Bernal 1992). El principal objetivo de estos trabajos fue el de hacer una descripción y registro gráfico de su arquitectura, entre los que sobresalen algunos por su gran detalle, como es el trabajo de W. H. Holmes (1897). Entre las obras más conocidas se encuentra la del fraile capuchino Francisco de Ajofrín, quien en su Diario del viaje a la Nueva España dedica una descripción y el primer dibujo publicado de Mitla (Moreno 1986). Igualmente, las obras de Guillaume Dupaix (1834), Eduard Mühlenpfordt y Juan Bautista Carriedo (publicado por Peñafiel [1890]) y por Mühlenfordt, Ortega y Monjarás (1984), Adolph Bandelier (1884) que además es el primero en mencionar a Yagul; Désire Charnay (1863), Constantine George Rickards (1910) y Eduard Seler (1890), quien trabajó en la interpretación de varios códices y las pinturas murales de Mitla.

    Image: Figura 1.1. Mapa de las regiones de Oaxaca. Autor: Isis G. Martorell.

    Figura 1.1. Mapa de las regiones de Oaxaca. Autor: Isis G. Martorell.

    Dada la fama internacional adquirida por los edificios de Mitla, fue allí donde se realizan las primeras intervenciones arqueológicas y de restauración. Los primeros trabajos se llevaron a cabo por Marshall Saville (1909) de 1900 a 1901, quien descubrió las tumbas cruciformes 1 y 2 de Mitla. También realizó exploraciones en Cuilapan en 1902, las que serían publicadas mucho después por Bernal (1958) junto con sus propias exploraciones en dicho sitio.

    En 1901 Leopoldo Batres efectuó sus famosos trabajos en Mitla. Aunque enfocados en la conservación y restauración del edificio de las Columnas, debieron efectuarse excavaciones en los patios para consolidar las estructuras. Aunque no existe mayor información al respecto, más que su libro publicado en 1908, su estilo de restaurar y documentar eventos sociales y políticos en el sitio es aún visible, ya que varios textos conmemorativos fueron inscritos directamente en los muros reparados (Batres, 1902, 1908)

    Tras estas primeras intervenciones, en 1931 se inició oficialmente la arqueología científica en Oaxaca con los trabajos de exploración realizados por el Proyecto Monte Albán, dirigido por Alfonso Caso y sus colaboradores durante dieciocho temporadas consecutivas. Este proyecto estaría profundamente influido por los antecedentes científicos desarrollados por Manuel Gamio en Teotihuacán.

    El objetivo fijado por Caso fue el de entender el desarrollo cultural del valle de Oaxaca a través de las excavaciones en el sitio. La utilización del análisis estratigráfico y la formulación de secuencias cronológicas basadas en la cerámica, arquitectura y tradiciones funerarias (Figura 1.2; Robles y Juárez 2004), le permitió definir de manera clara la seriación cerámica del valle de Oaxaca (Caso et al. 2006 [1967]), mediante la que reconocen cinco etapas culturales, mismas que abarcarían desde el inicio de su construcción hasta la conquista española, estos resultados se publicaron en la magna obra La Cerámica de Monte Albán (Caso et al. 2006 [1967]). Si bien la clasificación cerámica de Caso, Bernal y Acosta representa un magnífico trabajo, en el que la división de las primeras épocas es muy clara, la definición entre las dos últimas (del Clásico tardío al Posclásico) desencadenaría una problemática actualmente vigente. No obstante, esta obra continúa siendo de gran utilidad para establecer cronologías relativas en la práctica arqueológica de Oaxaca.

    Por otra parte, en Monte Albán se realizó uno de los descubrimientos más influyentes y sorprendentes en la arqueología del periodo Posclásico, el hallazgo en 1932 de la Tumba 7 de Monte Albán, cuya ocupación original se realizó en la época Clásica y que fue reutilizada durante el Posclásico para depositar una serie de restos óseos humanos y una ofrenda con elementos de estilo Mixteca-Puebla, siendo la tumba con mayor riqueza material descubierta en Mesoamérica (Figura 1.3). Sobre el hallazgo de esta tumba, Caso publicó La Tumba 7 de Monte Albán es mixteca (1932) y posteriormente El Tesoro de Monte Albán (1969). Estos hallazgos llevaron a que también se le denominara a la Época V como Mixteca.

    Image: Figura 1.2. Piedra grabada con un “Danzante”, característica de la época temprana de Monte Albán. Autor: Isis G. Martorell.

    Figura 1.2. Piedra grabada con un Danzante, característica de la época temprana de Monte Albán. Autor: Isis G. Martorell.

    Entre los colaboradores de Caso figuran importantes investigadores como Ignacio Bernal, Jorge Acosta, Daniel Rubín de la Borbolla, Martin Bazán, Jorge Valenzuela, Javier Romero, Laurette Séjourné, Agustín Villagra y Eulalia Guzmán que aportaron valiosa información sobre la arqueología de Oaxaca.

    Caso y Daniel Rubín de la Borbolla efectuaron exploraciones en Mitla de 1934–1935, donde realizan 64 calas con las que descubrieron una serie de entierros y tumbas que abarcan desde el periodo Clásico hasta el Posclásico.

    En la Mixteca Alta, Eulalia Guzmán (1934) realizó un recorrido y Caso y colaboradores exploraron en Yucuñudahui y Tilantongo (1938).

    En 1948, Bernal (1948–1949) exploró el sitio de Inguiteria, que es el corazón del reino Posclásico de Coixtlahuaca, con cuyos datos publica el primer estudio representativo del complejo cerámico mixteco; este sitio fue la capital chocholteca y un punto de incursiones mexicas a Oaxaca. En 1952 dirigió las exploraciones en Yatachío, donde se ha registrado cerámica policroma y objetos de metal asociados a contextos funerarios (Robles y Martínez 2008), y en 1954 los trabajos de exploración en Cuilapan (1958) con la colaboración de John Paddock, Lorenzo Gamio y un grupo de estudiantes del México City College. Bernal también realizó exploraciones arqueológicas en otros sitios del valle ocupados en diferentes épocas, como Macuilxóchitl en 1953; Mitla en 1961, donde excavó una tumba cruciforme en el Grupo del Sur que cronológicamente se ha ubicado hacia el Clásico tardío; Yagul con la colaboración de John Paddock y Lorenzo Gamio de 1954–1961, y Dainzú con Andy Steuffert, Arturo Oliveros y otros colaboradores de 1967–1972. Además, realizó en colaboración con Lorenzo Gamio, recorridos por el valle central de Oaxaca entre 1955 y 1965, cuyos datos, aunque inéditos, han sido la base de estudios posteriores.

    Image: Figura 1.3. Cráneo cubierto de teselas de turquesa: una de las piezas más relevantes encontradas en la Tumba 7 de Monte Albán por Alfonso Caso en 1932. Autor: Isis G. Martorell.

    Figura 1.3. Cráneo cubierto de teselas de turquesa: una de las piezas más relevantes encontradas en la Tumba 7 de Monte Albán por Alfonso Caso en 1932. Autor: Isis G. Martorell.

    En 1962, Roberto Gallegos realizó exploraciones arqueológicas en Zaachila, sitio referido en las Relaciones Geográficas como Teozapotlán, ubicada en el valle de Zimatlán. Por las referencias históricas y tradiciones orales se sabía de la importancia que este sitio tuvo en la historia antigua del valle, ya que se menciona que fue la última capital zapoteca en el valle antes de ser trasladada a Tehuantepec en vísperas de la conquista española. Durante las excavaciones en el montículo A, se descubrieron dos tumbas (1 y 2) con los restos de importantes señores, que por los estilos de los materiales junto a los que fueron enterrados fueron identificados como mixtecos. Estos hallazgos han sido interpretados como evidencia del momento de contacto entre las culturas mixteca y zapoteca, mediante la correlación de las fuentes escritas y el material arqueológico. Según el registro arqueológico en estas exploraciones, las tumbas habrían sido construidas en la Época IIIB-IV de Monte Albán y reutilizadas en la Época Posclásica, durante la ocupación Mixteca para depositar los entierros. Entre los materiales arqueológicos asociados a los entierros se encontraron: cerámica policroma, huesos labrados, mosaicos de turquesa y objetos de oro. Otros elementos característicos de estas tumbas fueron la decoración con grecas de piedra en la fachada y la presencia, en los muros de la Tumba 1, de figuras modeladas en estuco representando a dos personajes identificados como los señores 9 Flor y 5 Flor (Figura 1.4). Posteriormente, en 1971 Jorge R. Acosta y Arturo Oliveros efectuarían un rescate arqueológico en un montículo del barrio de San Sebastián, al sureste del montículo A, explorando las tumbas 3 y 4.

    En 1967, Mathew Wallrath publicó sus trabajos de exploración llevados a cabo en 1960 en el Istmo de Tehuantepec, y con sus estudios de cerámica estableció la primera cronología de las fases culturales para la región.

    A partir de la década de 1960, se inicia un nuevo periodo en el desarrollo de la investigación arqueológica de Oaxaca con la participación de la arqueología estadounidense, junto con propuestas teóricas novedosas como la ecología humana desarrollada por Kent V. Flannery (Robles y Juárez 2004).

    En 1965 a 1981, Flannery, de la Universidad de Michigan, desarrolló un proyecto con enfoque en la Ecología Cultural, diseñado como un trabajo de campo de largo plazo en los valles centrales de Oaxaca para cubrir toda la secuencia de cambios culturales presentes, abarcando un largo periodo desde 10,000 aC hasta el Posclásico.

    En 1966 Ronald Spores (1972) efectuó un recorrido en el valle de Nochixtlán. Posteriormente, en 1967 llevó a cabo exploraciones en el mismo valle, excavando pozos estratigráficos en Yucuita, Chachoapan y Yanhuitlán, con cuyos datos establece una secuencia cronológica para la región. Los resultados de este trabajo se publicaron en 1974 bajo el título Stratigraphic Excavations in the Nochixtlan Valley por la Universidad de Vanderbilt.

    En 1975, a partir de una propuesta de trabajo de la School for American Research de Santa Fe, Nuevo México, Kent V. Flannery coordinó un importante seminario de especialistas del área de Oaxaca, con el objetivo de clarificar la problemática de la evolución divergente de las culturas mixteca y zapoteca de Oaxaca. En esta reunión participaron una buena cantidad de académicos especializados en la región. Como resultado se obtuvo una importante publicación titulada The Cloud People: Divergent Evolution of the Zapotec and Mixtec Civilizations (1983). Como apéndice a esta obra, Robert D. Drennan incluye una síntesis de los fechamientos por radiocarbono obtenidos para la región de Oaxaca, entre las que se encuentran trece fechas correspondientes al Posclásico procedentes de los siguientes sitios: Yagul (4), Mitla (1), Fortaleza de Mitla (1), Pasa a Carrera (1), Cueva Blanca (2), Guilá Naquitz (2), Chachoapan (1) y Yucuita (1).

    Image: Figura 1.4. En el muro del fondo de la Tumba 1 de Zaachila se localiza un búho con las alas extendidas y grandes ojos abiertos, que acompañaría en su viaje al Señor 5 Flor. Autor: Isis G. Martorell.

    Figura 1.4. En el muro del fondo de la Tumba 1 de Zaachila se localiza un búho con las alas extendidas y grandes ojos abiertos, que acompañaría en su viaje al Señor 5 Flor. Autor: Isis G. Martorell.

    Durante la década de 1970, Richard Blanton continuó con el desarrollo del proyecto Prehistoria y Ecología Humana del Valle de Oaxaca, dentro del que se realizaron análisis de patrones de asentamiento y se definieron los límites del asentamiento urbano de Monte Albán, definiendo los límites de la ciudad prehispánica marcando

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