Confesiones de un creador de imagen: Basado en la vida de Peter Lamas
By Luisa Benion
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About this ebook
Desde el momento en que Peter tuvo conciencia del sentido de su existencia (5 años de edad), sintió la energía única del Caribe, la magia de Cuba que moldeó su destino sin igual.
Peter, un niño con genio artístico y una sensibilidad extraordinaria, es víctima de abuso físico; al saber esto de manera accidental, su abuela y confidente, acude a la santería como un recurso para liberarlo de dicho trauma y esta experiencia trae consigo predicciones que llenan esta historia de esoterismo al estilo Caribe, en la lucha de Peter por superar las debilidades del ego y su encuentro con ley de atracción.
Al ser víctima del gobierno castrista, la madre de Peter decide inmigrar a Nueva York y, a pesar del increíble desafío de empezar una nueva vida en un país foráneo y con recursos, dramáticamente, limitados, la cadena de personajes que Peter conoce en el trayecto de su vida es sin igual: Che Guevara, Fidel Castro, Liza Minelli, Oscar de la Renta, Mia Farrow, Truman Capote, Vidal Sassoon, Jaqueline Kennedy, Diana Ross, Whitney Houston y muchos más.
Esta historia cuenta con la influencia esotérica de la cultura cubana, por medio de las predicciones de Isabel, la bruja santera, (entre ellas develar a los asesinos de Kennedy y Marilyn Monroe), y a la vez, varios enfoques como el de Neale Donald, “Conversations with God”, Abraham Hicks, “Ask and it is given”, Facundo Cabral “Este es un nuevo día”.
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Confesiones de un creador de imagen - Luisa Benion
Confesiones de un creador de imagen
Basado en la vida de Peter Lamas
Luisa Benion
Derechos de autor © 2022 Luisa Benion
Todos los derechos reservados
Primera Edición
PAGE PUBLISHING, INC.
Conneaut Lake, PA
Primera publicación original de Page Publishing 2022
ISBN 978-1-6624-6035-7 (Versión Impresa)
ISBN 978-1-6624-6036-4 (Versión electrónica)
Libro impreso en Los Estados Unidos de América
Table of Contents
Sobre el Autor
Gracias al creador por permitir que la magia de la ficción haya inspirado la elaboración de este libro, gracias también a mi padre Luis, mi ángel guardián que descansa en el más allá, a mi madre. A Tully mi alma gemela, gracias por ser mi héroe y creer en mí.
Thanks to the creator for allowing the magic of fiction to inspire the making of this book, thanks also to my father Luis, my guardian angel who rests in the afterlife, to my mother. To Tully my soulmate, thank you for being my hero and believing in me.
Era una tarde soleada de primavera californiana y yo estaba en mi oficina de la Wilshire Blvd. con vista a la mítica y postiza ciudad de Los Ángeles, erigida sobre el desierto, yo diría, más bien, futura ciudad desierto. Esa reflexión me recordó lo corta que puede ser la vida y como el mundo, que de niño lo veía tan inmenso, ahora se ha convertido en un pañuelo.
No podía evitar mi emoción al recordar que mis servicios fueron solicitados por tan talentosa celebridad, que orgullo ser elegido por una de las personalidades más admiradas de América.
El día había llegado y yo estaba ya listo para ir al evento de los Grammy.
Al salir de mi oficina noté los anuncios culturales y de conciertos de música clásica del consulado alemán; Don Giovanni
de Amadeus Mozart (uno de mis favoritos), era el tema de esa semana.
Ansioso, lo primero que hice al entrar a mi coche fue poner la Ronda Alla Turca de Mozart, que ya hacía tiempo no oía: https://www.youtube.com/watch?v=aeEmGvm7kDk.
El contraste de tan alegre sinfonía y la pomposa calle Rodeo Drive, llena de vitrinas con los últimos gritos de la moda (Versace, Louis Vuitton y Chanel, entre otros), me hicieron recordar mis sesiones de Vogue con Oscar de la Renta. Estaba de cuerpo en Los Ángeles, pero durante esos 8 minutos de viaje por la calle Wilshire, fue como si me hubiera teletransportado a una pasarela de modas Neoyorkina.
Al llegar al hotel Beverly Hills, recibí una llamada y contesté de manera automática, sin poner atención a quien me llamaba. Era mi socio Daniel quien me preguntó:
—¿Dónde estás?—le dije:
—Acabo de llegar al hotel—me dijo luego.
—¿No has oído las noticias?
Por mi mente pasó la probabilidad de un ataque terrorista o la muerte de algún conocido mutuo. Daniel acercándose a la segunda posibilidad replicó:
—Whitney Houston fue encontrada sin vida en la habitación del hotel.
En ese momento pensé: «¡Fuck! ¿Ahora que voy a hacer?».
Confundido, vi la aglomeración de periodistas, quienes estaban allí para cubrir el evento y, aparentemente, no se habían percatado de la tragedia. Llamé, inmediatamente, a mi amigo Raffles Van Exel, quien me pidió que fuera al hotel a asistir al evento. Con voz casi ahogada, fue muy específico al dar instrucciones:
—Ve al frente de los ascensores y yo te rescato.
Fui al área de los elevadores y me paré en el medio, tal como me pidió. De repente oí una voz ansiosa:
—¡¡¡Peter!!!
Al acercarme, a la puerta, que todavía se abría, me haló dentro. Nos bajamos en el cuarto piso y vi la presencia activa de varios miembros de la policía nacional y de empleados de alto rango del hotel.
Al llegar a la habitación de Raffles, vi que estaba conectada a la habitación de Whitney Houston. Al instalarnos en el cuarto yo podía ver, a través de la puertecilla, el cuerpo de esta bella mujer, envuelto en una bata de baño, que yacía en el piso de su baño.
Que triste escenario, una mujer que admiré por tantos años, con su voz potente y expresiva; un maravilloso talento, reducido a un cuerpo inerte, frío e inmóvil.
Del otro lado de la habitación se oían, a través de la pared, los sollozos de varias personas y, en especial. los gritos desesperados de Bobbi Kristina Brown, la hija de Whitney.
Raffles quien, al encontrarse conmigo, portaba unas gafas de aviador y un gorro tipo capa, decidió desenmascararse. Su rostro era el rostro de quien había pasado por la peor tragedia de su vida.
Raffles fue la segunda persona en saber que algo malo le había pasado a Whitney, ya que fue la asistente personal la que le informó que Whitney no respondía a la puerta del baño y Raffles llamó al guardaespaldas y la puerta fue forzada para, finalmente, encontrarla ahogada en su tina.
Los parientes fueron informados y llegaron inmediatamente.
Vi entrar a Clive Davis, quien estaba con su hijo y acompañado de mucha seguridad. Pude oír varias conversaciones de Clive, quien recibía llamadas de personalidades como Diana Ross, Oprah, Tom Hanks y muchas más celebridades. Todos pasmados, queriendo saber si el evento se iba a dar o no.
Clive tenía el gran dilema: proseguir o no con este homenaje a Whitney. Yo me sentí fuera de lugar en medio de esta catástrofe y traté de buscar una excusa para dejar el hotel y abandonar tan trágico escenario.
Raffles me pidió, con gran fervor, que le acompañara, me dijo:
—¡Quédate conmigo, te necesito!
El hermano de Whitney, Gary, se acercó y me pidió no solo que me quedara, sino que le diera valor y apoyo a Raffles, ya que la familia había decidido proseguir con el evento y quería que Raffles y yo fuéramos por ellos. Yo le dije a Gary:
—No pienso que Raffles esté en condiciones de bajar.
Gary insistió y sentí que era mi obligación brindar apoyo emocional a mi amigo. Raffles no podía ni coordinar al cambiarse de ropa y me pidió que lo ayudara a vestirse. Entonces Gary insistió y le rogó a mi desesperado amigo una vez más. Tuve que ponerle la corbata, ya que el estado de conmoción no le dejaba coordinar.
Al bajar Raffles y yo, y al abrirse la puerta del ascensor al lobby, la primera persona que vimos y vino a abrazar a Raffles fue Gayle King. Ella le susurró al oído:
—¡Ven conmigo! Quiero entrevistarte antes que los otros te hablen.
Roger Friedman, un reportero ansioso por entrevistarlo, le gritaba con un aire acusatorio:
—¡Hey Raffles! Tú eras el proveedor de drogas de Whitney, ¿verdad?—Y al ver que Raffles lo ignoraba, lo amenazó—: O hablas conmigo o yo crearé mi propia historia a la prensa.
Gayle nos dirigió hacia la mesa asignada a Whitney y nos sentamos inmediatamente. Gayle King inició la entrevista con Raffles. Otros periodistas, como Friedman, morían por entrevistarlo.
El Ballroom del Hotel Beverly Hills estaba vacío y nos sentamos en la silla asignada a Whitney.
Empezaron a llegar múltiples personalidades como Tom Bennett, Jamie Fox, Oprah, Alicia Keys, Penny Marshall y Kim Kardashian. Kim estaba con Serena Williams y me preguntó:
—¿Está disponible esta silla?
La silla a mi lado, y yo le respondí:
—Ella ya no viene.
Se me aguaban los ojos de solo pensar en Whitney. Me sonaba su melodía I will always love you!!!
.
https://www.youtube.com/watch?v=H9nPf7w7pDI
De repente desperté de mi soñar con Whitney cuando alguien me tocó el hombro y me di vuelta. Era nada más y nada menos que Tom Hanks, quien me preguntó:
—¿Saben lo que pasó?
Y le respondí:
—En este momento no tengo las palabras para hablar de ello, si no te molesta.
Tom respondió:
—Por supuesto, ¡claro que entiendo!
Y terminé pasando la jornada al lado de Serena Williams.
He compartido momentos íntimos con diversas celebridades como Audrey Hepburn, Jaqueline Kennedy y Judy Garland, pero nunca imaginé que iba a ser testigo de la tragedia familiar de una personalidad, cuya voz angelical había conmovido al mundo con su belleza y talento.
Esa noche, después de que el evento se terminó, Raffles estuvo por una hora y dijo:
—No puedo pasar más tiempo aquí. Estoy bastante molesto, no puedo sentarme aquí por más tiempo. Me voy, deberías quedarte, te veo luego.
El evento terminó siendo un homenaje a Whitney.
Una semana después de la tragedia, recibí varias llamadas de Vanity Fair a las que nunca respondí. Preguntaron por mí a través de mi asistente, Kim.
Como era de esperar, el motivo de las llamadas fue mi relación con Raffles. Se centraron en conectar a Raffles con la adicción de Whitney. Además, fue triste ver a varios amigos
de Raffles aprovecharse de la muerte de Whitney, fabricando mentiras para hacerse importantes y denigrarlo públicamente, cuando ni siquiera estuvieron presentes en el evento.
El día después de la tragedia la prensa atacó a Raffles, diciendo que él proporcionó las drogas que mataron a Whitney. Lo acusaron de ser responsable de su caída después de su recuperación previa. Increíblemente, varias semanas después, en su edición especial dedicada a Whitney, Vanity Fair incluyó cuatro páginas sobre Raffles, aparentemente, para arruinar su reputación. Entre los muchos detalles de su vida privada, quoting:
"The night Houston died, Clive Davis’s pre-Grammy Awards party went on as scheduled, but it turned out to be largely a tribute to his fallen star.
Among the guests was Raffles Van Exel. Roger Friedman, who wrote about Whitney’s death on the Forbes Website, tells me: He (Raffles) said he had her tickets to the dinner and planned to sit in her seats
.
Whoever was at Whitney’s table rejected him, and he found some other table. He was sobbing and telling anyone who would listen that he had found Whitney".
"La noche en que Houston murió, la fiesta pre-Grammy de Clive Davis, se desarrolló según lo programado, pero resultó ser en gran parte un tributo a su estrella caída.
Entre los invitados se encontraba Raffles Van Exel. Roger Friedman, quien escribió sobre la muerte de Whitney en el sitio web de Forbes, dice lo siguiente acerca de Raffles Van Exel: Tenía sus entradas para la cena y planeaba sentarse en sus asientos
.
Quienquiera que estuviera en la mesa de Whitney lo rechazó, y encontró otra mesa. Sollozaba y le decía a todos los que lo escuchaban que él había encontrado a Whitney muerta".
Que falsa versión de los hechos; yo estuve allí sentado con Raffles en la mesa asignada a Whitney.
Roger Friedman cumplió con su amenaza de inventar una versión al público.
Durante el poco tiempo que conozco a Raffles, lo único que le oí con referencia a Whitney fue un proyecto que ambos tenían de crear una línea de velas y fragancias para el hogar, ya que a Whitney le encantaban las velas. También querían ofrecer accesorios de mujeres.
En varias ocasiones, Raffles me invitó a admirar el proyecto que ambos tenían, pero nunca pude reunirme con ellos. Esa es la única liason que yo conocí entre ellos. Una semana después de la tragedia, yo recibí diversas llamadas de Vanity Fair (que nunca respondí), y le preguntaron a mi asistente Kim la razón por la que era yo amigo de Raffles. Se enfocaron en tratar de conectar a Raffles con la adicción de Whitney.
También fue triste ver cuantos amigos
de Raffles tomaron ventaja de la muerte de Whitney para hacerse importantes al denigrar su nombre públicamente; cuando ellos ni siquiera estuvieron en el evento.
Yo, personalmente, no conozco ninguna evidencia de la supuesta distribución de narcóticos por parte de Raffles.
Podría afirmar, sin embargo, que las coincidencias entre las muertes de Michael Jackson, Prince y Whitney y la presencia de Raffles en sus últimos días, no contribuyen a su defensa.
Recuerdo cómo, en cierta ocasión, Raffles me invitó a