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Inflight Hacking
Inflight Hacking
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Inflight Hacking

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About this ebook

Inglés
Inflight Hacking is an epic novel about combatting new-age terrorism in an unsuspecting
country in the South China Sea. The intelligent goal behind IS´s plan to remotely hack an
airliner,a Spice Air Boembrair 900 while in flight, causes the president of Taishan, Nyugen
Gunshai, to enter into a state of white-knuckled fear and general dismay. The story is
fantastically engaging, accentuated with Mossad and CIA´s involvement and the airborne
cockpit scenes battling a major storm over Typhoon Alley, creating a fantastically thrilling plot
gauranteed to leave readers spell-bound and wanting more!

Español
Hackeo en Vuelo es una novela épica relatando el plan siniestro sin paralelo del Estado
Islamico de secuestrar, por control remoto, un Boembrair 900 de la compañia Spice Air, en
vuelo entre Taishan y Martinella. Las escenas desde la cabina de vuelo cruzando Typhoon
Alley en turbulencia extrema pone los pelos de punta, mientras el presidente de Taishan,
Nyugen Gunshai se encuentra extremadamente preocupado y decide reúne con urgencia a
sus hombres de seguridad nacional para informarles sobre las advertencias de la CIA.

Descripcion
Inflight Hacking/ Hackeo en Vuelo, es un thriller aeronautico publicado en dos idiomas,
Inglés y Castellano, concepto Flip-It, pensando en mis muchos lectores y amigos pilotos.

Inflight Hacking/Hackeo Aereo is an aeronautical thriller published in two languages, English
and Spanish, in a flip-it concept for the enjoyment of my readers and buddy pilots
LanguageEnglish
Release dateDec 14, 2022
ISBN9788411445665
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    Book preview

    Inflight Hacking - Paul W. Provo

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Paul Provo

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1144-566-5

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    Agradecimientos especiales a mi amiga, colaboradora y traductora Mari Cordero. Sin su paciencia y asistencia técnica y talento natural este libro se hubiera quedado en mi mente, en el armario de mis creaciones literarias.

    Prólogo

    República Democrática de Taishan

    Mar del Sur de China

    Localizado entre Filipinas y Vietnam, en el Mar del Sur de China, el pequeño paraíso de Taishan luchaba por mantener su independencia y expandir su economía en estos tiempos difíciles.

    El archipiélago de dos islas, llamadas Taishan y Martinella, era el principal exportador de especias del mundo. Más de tres mil variedades de plantas y una rica fauna, junto con ondulantes colinas verdes y millas de costa e innumerables playas limpias de guijarros negros, proporcionaban pura naturaleza y ocio a los saludables visitantes que querían escapar del ajetreo de la vida de las grandes ciudades. Un seductor lago central estaba flanqueado por tentadores cayos de arena; magníficos arrecifes de coral intactos y un paisaje tropical que esperaban a cualquiera que necesitaba algo de paz y descanso.

    Entre los problemas crecientes, el compromiso del presidente de Taishan, Nguyen Gunshai, con una inversión estatal para promover la creación de pequeños resorts por todo el país y evitar el desarrollo de los grandes complejos hoteleros que había visto en Europa y en el Caribe, era exitoso hasta que llegó ISIS. Para garantizar el bienestar de sus ciudadanos en un mundo cada vez más global, incluso los paraísos como Taishan eran incapaces de escapar de las amenazas del terror.

    Junto con la magnífica producción gestionada por los agricultores locales, la mayoría de ellos descendientes de vietnamitas y chinos, que había fortalecido y estabilizado ampliamente la economía del pequeño país, el presidente Nguyen Gunshai tenía otro proyecto especial en mente: la marihuana medicinal. Ahora, tras el gran trastorno causado por el virus chino, tenía planes algo polémicos destinados a incrementar la estabilidad económica de su país a pesar de una nueva amenaza que se aproximaba, una muy peligrosa.

    Capítulo 1

    El sol naciente iluminó con delicadeza un nuevo día en Guan-Chu, la capital de Taishan. Se estiró en la cama después de una noche incómoda de dar vueltas y vueltas. El presidente Nguyen Gunshai abrió los ojos y se entregó lentamente a la realidad de otro día agitado por delante. Miró hacia el mar, al cúmulo de nubes de tormenta que llenaba el horizonte. Era el comienzo de la temporada del monzón y las lluvias torrenciales estaban de camino hacia el pequeño archipiélago, parte integrante del salvaje frente frío que se acercaba y que crecía en tamaño y ferocidad sin ninguna señal de diluirse. El Presidente notó que ni un solo pájaro volaba por los jardines de palacio, muestra inequívoca de que el brutal sistema de bajas presiones los golpearía en unas pocas horas.

    Se había quedado despierto casi toda la noche preparándose para la reunión urgente de emergencia del día para enfrentar los asuntos urgentes con su equipo de seguridad nacional. Lo estarían esperando en la sala de reuniones. La seguridad y el bienestar de su país y sus desprevenidos habitantes era lo más importante en su cabeza. El mundo entero estaba bajo la amenaza constante del Estado Islámico. Se había vuelto algo personal; otro ingrediente desastroso para agregar a la lista. Era difícil de creer que, de entre todos los lugares, su pequeño y pacífico país estuviera, según la inteligencia de la CIA, bajo el ataque del peor de los malvados alborotadores: el Califato Islámico. Problemas, problemas y más problemas; más de los que nunca pensó posibles. La reciente invasión rusa de Ucrania; Europa y América del Norte enfrentándose a una crisis energética y los Estados miembros de la OTAN preparándose para una batalla total que fácilmente podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial. La COVID todavía estaba entre ellos y la economía mundial estaba en ruinas, incapaz de recuperarse de la inestabilidad política y social del planeta. Un problema de último momento encontró su camino en su cerebro: Taishan había ganado la soberanía de Pekín hacía doce años, después de cuarenta y uno de autoritarismo chino y gobierno de puño de hierro.

    El Presidente, así como el resto del mundo libre, observaba con ansiedad mientras los chinos continuaban construyendo aeródromos militares artificiales en los bajíos y atolones que cubrían más de tres acres y medio por día. Taishan ocupaba un lugar destacado en la lista de Pekín: las reservas de petróleo bajo el lecho marino ascendían a más de siete mil millones de barriles. Sabía que Pekín podría cambiar de opinión en cualquier momento y romper la concesión territorial que habían firmado. No había defensa si China decidía recuperar el país; no había nada que él o cualquier otra persona pudiera hacer para detenerlos. Mientras el mundo observaba en un silencio sumiso, el exprimidor chino continuaba ignorando descaradamente y de forma agresiva los tratados internacionales y los derechos territoriales soberanos, tan imparable como un monstruo depredador de la película Jurassic World.

    El gobierno de los Estados Unidos estaba mostrando debilidad en todos los frentes con un presidente inútil, el número cuarenta y seis, y pensó que era solo cuestión de tiempo antes de que China recuperara Taiwán. Si eso sucedía, el Presidente sabía que Taishan sería el próximo. Arrastrando los pies, cogió sus gafas para leer y revisó el informe de la CIA una vez más. Sacudió la cabeza con miedo mientras entraba en el baño.

    EMITIDA ALERTA DE CATEGORÍA 5 PARA LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DE TAISHAN.

    MOSSAD Y CIA URGENTEMENTE INVESTIGAN LA PRESENCIA DE UNO, POSIBLEMENTE DOS, LOBOS SOLITARIOS INFILTRADOS EN TAISHAN. UN MÓDULO DE CONTROL ALTAMENTE SECRETO, DENOMINADO U. A. S. O SISTEMA DE VUELO AUTOMÁTICO ININTERRUMPIBLE, ROBADO DE UNA REMOTA BASE AÉREA DE LAS FUERZAS DE EE. UU. EN YEMEN SE ENCUENTRA EN SUS MANOS.

    SE SOSPECHA LA INTENCIÓN DE HACKEAR Y TOMAR EL CONTROL DE UNA AERONAVE EN VUELO, POSIBLEMENTE UNO DE LOS BOEMBRAIR 900 DE TAISHAN.

    TENEMOS RAZONES PARA CREER QUE EL ATAQUE AÉREO ES INMINENTE.

    CIA Y MOSSAD ENVÍAN EQUIPOS A TAISHAN.

    A LA ESPERA DE MÁS INFORMACIÓN TÉCNICA DEL SISTEMA CON RESPECTO AL U. A. S.

    OFICINA DE LA CIA EN ASIA.

    KUALA LUMPUR.

    FIN DEL MENSAJE.

    Capítulo 2

    Ngai Yamah, de treinta y un años, se despertó aturdido y mareado. Se frotó los ojos y se concentró en el ventilador de techo que daba vueltas sobre él intentando olvidar los acontecimientos de otra tumultuosa noche. Recordó los últimos segundos de su recurrente sueño, que siempre acababa un microsegundo antes de que impactara contra el agua helada, cubierto de sudor y mentalmente agotado. Instintivamente, buscó una sensación de normalidad mientras trataba de borrar de su mente los elementos perturbadores de la pesadilla. Ascendía por una pared vertical, en una región costera en alguna parte, y se agarraba desesperado con las yemas de los dedos ensangrentadas; pero todas las veces resbalaba mientras se aferraba con insistencia para conseguir una fuerte sujeción. Siempre acababa cayendo en un oscuro vacío y se despertaba justo antes del golpe mortal. A veces deseaba ese impacto: tal vez así sería capaz de poner fin a su pesadilla de una vez por todas. Los sueños parecían amplificarse con el efecto del alcohol; la celebración del sesenta cumpleaños de su padre la noche anterior no había ayudado mucho. Se arrepintió de haber bebido y guardó sus pesadillas para él, sin importar lo horribles que fueran, haciendo todos los esfuerzos por no despertar a su mujer, Lisa, que dormía a su lado.

    Permaneció en la cama con la cabeza entre sus manos. Esa misma tarde ambos se encontrarían en el avión rumbo a la isla Martinella. Ngai lo había arreglado todo para que se encontraran en una emocionante cita durante la cual había planeado un recorrido tranquilo por la isla, su lugar de nacimiento. Estaba ansioso por mostrarle los lugares favoritos de su infancia y los escondites secretos que frecuentaba cuando era niño. Se deslizó de la cama y se acercó al cuarto de baño. Echó un vistazo a los manglares y a los helechos arborescentes que bordeaban el jardín delantero mientras orinaba. Estaba absorto en sus pensamientos sobre el vuelo de la tarde y los frondosos e imponentes árboles verdes que siempre lo tranquilizaban. Miró el reloj: tenía que ponerse el uniforme e irse.

    Era un hombre decente, querido y admirado por todos sus amigos. Físicamente saludable, entrenaba con frecuencia y pasaba mucho de su tiempo ocioso, cuando no estaba volando, estudiando climatología. Se había convertido, contra su voluntad, en algo así como una celebridad nacional cuando cortejaba a la hija del Presidente, Kim Gunshai. A pesar de sus esfuerzos, la relación no funcionó. Él era carismático y creía en el trabajo duro para conseguir las metas, mientras que ella era muy inmadura porque durante toda su vida se lo habían dado todo. Él se había sentido abatido por las secciones de chismes que se publicaron en su día en el Guan-Chu Daily. Finalmente, rompieron y tomaron caminos diferentes, pero todavía sentía resentimiento hacia Sun-La por permitir que su periódico publicara una basura tan triste.

    Estaba completamente inmerso con su idea: el TARP. Los estudios y la ética en el trabajo que su padre había demostrado toda su vida habían tenido un tremendo impacto en él. Era un trabajador tranquilo y diligente. Cuando era niño, raramente se perdía las responsabilidades de su padre los fines de semana en la torre del aeropuerto regional de Shu Dach. Le encantaba mirar como los aparatos despegaban y aterrizaban y, con catorce años, su padre, orgulloso, se jactaba con sus amigos de que su hijo Ngai podría manejar la torre él solo.

    Comenzó su entrenamiento de vuelo cuando alcanzó la edad legal de dieciocho años. A los veintitrés, informó a sus padres de su intención de ir a Texas y obtener su licencia de piloto comercial. Todos sabían que lo iba a conseguir: tenía las horas, la actitud y la energía de un quinceañero; una habilidad natural para acabar las cosas. Cuando regresó a casa ocho meses después anunciando que estaba loco por una ardiente chica tejana llamada Lisa, todos observaron un cambio de madurez en él. Hablaban a diario hasta que, por fin, ella pudo recorrer los miles de millas que los separaban para estar juntos. Lisa no se había arrepentido jamás. Los padres de Ngai, Din y Lina, la aceptaron como si fuera una hija perdida y Spice Air le dio un trabajo gracias a sus credenciales como auxiliar de vuelo y su gran experiencia en Texas. Ngai nunca había hablado en nombre de nadie, pero Lisa enseguida sobresalió en el trabajo y se hizo querer dando lecciones de inglés a muchos de sus compañeros de aerolínea.

    ―¿Otra pesadilla? ―lo miró a los ojos con voz susurrante―. Voy a hacer que la olvides, te lo prometo.

    Le preocupaba Ngai y lo que causaba esos sueños arraigados. Cuando él se acercó, le mordisqueó el lóbulo de la oreja.

    ―¡Eh! Vas a hacer que llegue tarde.

    Ngai retiró la sábana y reveló su cuerpo desnudo. Ella palmeó en la cama invitándolo a quedarse.

    ―Por mi parte, me conformo con uno rápido ―contestó ella con una pícara sonrisa.

    Durante los minutos en que hicieron el amor, se olvidaron del tiempo. Después de que ambos llegaran al final, Ngai salió de la cama y Lisa se hundió profundamente en el suave colchón, bostezó y dejó escapar un suspiro.

    ―¿Realmente tenemos que volar esta tarde? Me gustaría quedarme aquí y hacer el amor todo el día.

    ―Bueno, he cambiado el vuelo con el capitán Dylan, así que podremos quedarnos esta noche en Martinella juntos ―contestó mientras cogía su radiante rostro entre sus manos y besaba sus sonrientes labios. Luego, se puso en pie para vestirse―. Voy a llevarte a un tour completo mañana. ¡Te encantará Martinella! ―Ya le había dado una vivida descripción de lo que iban a visitar―. Y no tengas miedo: tendremos todo el tiempo del mundo para jugar.

    Ya en la cocina, Lisa preparó una nueva cafetera. Ngai llegó por detrás y la envolvió con sus brazos. La sostuvo así y, tras besar su nuca durante unos segundos, le dijo:

    ―Bueno, cariño, te veo en el aeropuerto.

    Se besaron.

    ―Yo voy a darme una ducha y lavarme el pelo. ―Lo miró mientras Ngai se bebía el café de un trago y recordó algo―. Oh, sí, no te olvides de dar las gracias al capitán Dylan por cambiarte el vuelo. ¡Se lo debemos! Sé que vamos a pasar un buen rato.

    Besó a Lisa en la mejilla y se dirigió hacia la puerta, hacia su pequeño coche coreano. Solo llevaba siete meses como piloto de los Boembrair 900 tras ascender desde los 737, pero ella estaba emocionada. Se preguntó si hacía lo correcto al no decirle que iba a ser padre. Sabía perfectamente que iba a estallar de felicidad porque le encantaban los niños, pero decidió que se lo diría al día siguiente en Martinella, el lugar y el momento perfecto.

    Ngai puso en marcha el coche y condujo a través de las carreteras embarradas hasta alcanzar la única vía de asfalto de Guan-Chu que le llevaría hasta el Centro de operaciones de Spice Air, localizado justo en las afueras de la ciudad principal. Mientras conducía a través de los asentamientos locales por la serpenteante carretera, sonrió y saludó a los granjeros. Adoraba su ciudad natal, Martinella, pero estaba contento en Shu Dach.

    Él y Lisa iban a quedarse en el hotel Castle Island Resort y ya había programado para el día siguiente un recorrido en moto por las maravillas naturales de la isla. Tendrían tiempo de sobra hasta el viaje de regreso a Guan-Chu por la tarde. Compartían el amor por la naturaleza y pensó que a Lisa le gustaría explorar las tranquilas y solitarias calas donde él había pasado su infancia. En ellas, había luchado en vastas guerras imaginarias, como hacen los niños, y había soñado con viajar algún día a regiones lejanas. Después, cuando tenía catorce años, la familia se había mudado a Shu Dach, un pequeño pueblo de pescadores al sur de Guan-Chu, debido al papel de su padre en el Ministerio de Aviación Civil de Taishan. Su pasión por volar se hizo más profunda y supo que algún día elegiría ser piloto por encima de cualquier otra vocación.

    Lisa se metió en la ducha y se lavó sus despeinados rizos rubios. Decidio añadir el tinte negro azabache que tanto le gustaba a Ngai. Giró a izquierda y derecha frente

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