Conversatorio en el Museo Archivo de Arquitectura del Ecuador: La fotografía de arquitectura
En el marco de la exposición, Modernidad: miradas contemporáneas desde Latinoamérica, se realizó un conversatorio en el Museo Archivo de Arquitectura del Ecuador. Participaron cuatro fotógrafos de la muestra junto a un moderador. Los participantes fueron Rafael Gamo, Onnis Luque, Andrés Fernández (Bicubik) y Sebastián Crespo (Bicubik), como fotógrafos invitados, y Rómulo Moya Peralta como moderador del conversatorio, quien reseña los conceptos de lo conversado a través de una síntesis libre.
Rómulo Moya Peralta (RMP): La fotografía ha cumplido un rol fundamental en el estudio de la arquitectura y de manera particular en la apreciación de unas obras sobre otras. La fotografía nos ha permitido ver obras que están en lugares remotos y en ocasiones que incluso ya no existen. Pero lo que vemos, no es la obra, sino la representación de la misma en una imagen que fue captada por un fotógrafo en unas determinadas condiciones de luz y con una carga estética e ideológica determinada. Esa mirada del fotógrafo ha interferido, de forma deliberada o no, en nuestro criterio a cerca de una determinda obra, de hecho, decimos que una vez que el fotógrafo captura un edificio, este edificio nunca más vuelve a ser el mismo, entonces ¿cómo es la aproximación que hace cada uno de ustedes con el objeto arquitectónico? ¿cómo se produce la relación entre el fotógrafo y el objeto que va a captar?
Rafael Gamo (RG): Me gustaría contestar que siempre esta aproximación a la obra es con una cierta iluminación poética, pero la realidad siempre entra en juego, con sus propios tiempos, que son lo que son. Hay dos cosas que creo fundamentales para acercarme a un proyecto: la luz, y cuando se puede, la interacción con los habitantes o usuarios, con el ser humano. Llegar a un proyecto y entender la luz, –regresando al tema del tiempo– lograr un esquema mental rápido para saber qué quiero hacer primero, qué quiero hacer después; es una mezcla entre ir improvisando y este primer esquema mental rápido. Desde el punto de vista del ser humano dentro de la arquitectura, busco ser muy paciente y dejar que las cosas pasen de manera natural: escoger un encuadre, dejar la cámara y, tal como un cazador, esperar a que se alineen los astros y que la gente, los usuarios se vayan colocando, a veces con más o con menos suerte, estas imágenes se van creando por sí solas. Es un trabajo de espera y paciencia.
Onnis Luque (OL): En mi caso la aproximación que tengo con el objeto arquitectónico es muy particular, y se ha ido modificando radicalmente en los nueve años que llevo haciendo fotografía de arquitectura. En mis inicios tenía muy poca experiencia y muchas inseguridades. Entonces, platicaba mucho con el arquitecto, intentaba en la medida de lo posible ir a la obra antes para intentar hacer una lectura de la luz y del espacio. Sin embargo, poco a poco me he ido quitando ese lastre que es la responsabilidad de mostrar el espacio tal y como es, porque he entendido que la óptica de la cámara es completamente distinta a la del ojo. Ahora, sobre todo por la dinámica con la que trabajo –en un día trato de intentar hacer una sesión completa de una sola obra–, muchas fuera de mi lugar de residencia, y si cuando llego está nublado o llueve, igual tengo que sacarle provecho al día, porque es difícil que me paguen otro vuelo o los viáticos para volver allí. Por lo tanto, intento llegar al lugar con los ojos más abiertos, para poder entender al objeto que estoy fotografiando y, sobre todo, dejarme llevar por la emoción de lo que voy viendo. Conforme veo el edificio, me voy emocionando y en ese proceso intento también razonar respecto a qué intenciones pudo tener el arquitecto, el despacho, y tratar de captarlas. En lo que más me enfoco es en el encuadre, porque es lo único sobre lo
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