
En julio de 2020, la laguna de los Siete Colores, en el sur de Quintana Roo, acaparó los titulares nacionales: sus famosas tonalidades habían desaparecido tras el paso de la tormenta tropical Cristóbal por el Caribe. Este cuerpo de agua alargado, que fluye de sur a norte desde el cenote Xul-Ha, tardó meses en recuperar su belleza. Y Bacalar, a la mitad de su ribera, también sufrió las consecuencias.
Medio año más tarde visité la laguna. Las aguas del Interior eran esplendorosas, pero las orillas -repletas de muelles- se veían turbias, con la sospecha de esconder drenajes clandestinos. En