
Una de las mayores pasiones de Gabriel Merino es la arqueología, a la que pensaba dedicarse hasta que descubrió su vocación por conocer átomos y sistemas moleculares tras participar en una Olimpiada de Química cuando estudiaba en un Colegio de Bachilleres en Puebla, su ciudad natal.
“Una de mis profesoras me motivó para participar y eso cambió todo.