“El que es bueno de, no sólo destaca, hace mejor al grupo”

Eduardo, la tuya es una historia, sobre todo, de pasión por el deporte. ¿Cuáles han sido tus principales alicientes profesionales?
Tuve el accidente con 18 meses y casi no me acuerdo de tener las dos piernas. Siempre he vivido así. Después, desde muy pequeño, estuve siempre pegado a un balón, iba y volvía del colegio andando con mis muletas y siempre con un balón en el pie. Y, aunque mi madre intentaba que lo llevara en una bolsa, yo prefería hacerlo por el suelo. Era conocido en el vecindario como “el niño del balón”. Me encantaba el fútbol y sabía que nunca podría ser jugador, así que enseguida busqué algo que estuviera lo más cerca del terreno de juego. En este caso, dirigir. Así que siempre quise ser entrenador, y ejerzo desde los 14 años. Eso quiere decir que con
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