A la sombra




Corría 1917 cuando Marcel Duchamp revolucionaba el mundo del arte con su icónica escultura Nadie sabía en ese momento que el polémico urinario era en realidad una idea de su excéntrica amiga artista multidisciplinar, conocida como la (1). Importante figura del Surrealismo, su obra, que pudimos ver el pasado año en una magnífica exposición en el Reina Sofía, siempre fue a la zaga de la de su célebre marido, el también surrealista Max Ernst. Alargada fue asimismo la sombra del escultor Auguste Rodin, cuya figura tapó el talento de su alumna y amante (4). La sociedad machista de finales del s. XIX no aceptó su valía artística ni el hecho de que Claudel ayudara a realizar muchas de las piezas de su maestro.
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