INSPIRACIÓN ¿DESDE OTROS PLANOS EXISTENCIALES?

Para el filósofo ateniense Platón, el conocimiento procedía de dos mundos: el inteligible y el sensible. Al primero se llegaba a través de la razón, y al segundo mediante los sentidos. Según esta concepción, el mundo inteligible era el mundo de las ideas, y los objetos cotidianos eran reflejo de estas ideas. Para Platón, las ideas poseían entidad propia, existiendo más allá de la mente humana y conformando la auténtica realidad. Resulta curiosa esta concepción, pues nuestra actual visión racional del mundo se la debemos también a los sentidos, mientras que, según Platón, la respuesta a todo estaba en las ideas, un concepto mucho más abstracto y sutil que parecía describir un mundo invisible a través del cual podíamos llegar a la verdad.
Por su parte, el psicoanalista Carl Gustav Jung propuso un concepto análogo al mundo de las ideas de Platón: su teoría del inconsciente colectivo, según la cual, todos los seres humanos compartiríamos un conocimiento global al que podríamos acceder en determinadas circunstancias. Un conocimiento a través del cual podríamos comunicarnos con otras entidades o “complejos de material psíquico”. “Jung pensaba que la existencia de una comunicación procedente de espíritus incorpóreos puede justificarse a través de estos complejos, que son reprimidos y apartados de la percepción consciente habitual”, puede leerse en Mensajes del más allá, obra de Jon Klimo, donde se aborda la posibilidad de recibir información a través de fuentes paranormales.
INSPIRACIÓN ONÍRICA
Para el filósofo , el conocimiento podía ser transmitido de forma onírica a través de la incubatio, un ritual practicado por los romanos, en el que en un estado de completo aislamiento era posible vincularse a otras
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